Madrid es especialista en dejarnos imágenes que nos condenan a la reflexión. Quizás porque a su fachada actual de metrópolis de algo más de tres millones de habitantes no sea habitual vincularla con recuerdos e instantes como el que compartimos hoy en el blog. Cuando la gente disfrutaba de sus días estivales, sin alardes pero con infinitas dosis de alegría.
Cuando no existían los resorts, ni las pulseras del “Todo Incluido”, cuando las compañías aéreas de low cost eran todavía una quimera y cuando prácticamente nadie utilizaba el pasaporte para sus vacaciones, la gente seguía disfrutando del verano de la misma forma. Con ganas y mucha ilusión, esto es algo que no cambia. Los días de sol eran recibidos con los brazos abiertos y se exprimían los lugares que bordean el corazón de la ciudad para usarlos como espacio de desconexión y jolgorio.
La escena que hoy nos deleita corresponde al verano del año 1955 y tiene lugar en la Casa de Campo. En ella unas cuantas personas de muy distintas edades nos demuestran como para pasar de un buen día entre risas y diversiones, antaño no era necesario más que un par de árboles que proporcionasen una sombra salvadora ante el justiciero sol de Madrid, un columpio y muy poco más.
Una estampa relajada y admirable que sólo se ve alertada por la presencia de dos tipos de uniforme (desconozco al cuerpo al que pertenecen) y que me encantaría saber qué pintan allí. Sólo varias personas parecen atender a sus indicaciones mientras que el resto parecen mucho más obstinados en pasarlo bien y disfrutar. Algunos con bañador, otros la ropa remangada y unos cuantos directamente en ropa interior hacen de la Casa de Campo el mejor destino turístico posible, un espacio de juegos y divertimento sin fin por el que seguramente los más veteranos asiduos a este blog hayan pasado.
Debido al contexto económico actual son muchas las familias que se han visto obligadas a repetir escenas similares. Lugares como Cercedilla, Rascafría o el Pantano de San Juan son los elegidos para huir del calor asfixiante de la capital, en busca de un poco de vegetación y de agua. En el fondo, Madrid y el verano no se llevan tan mal, la prueba la tenemos en la maravillosa foto de hoy.
Si quieres recibir automáticamente todas las actualizaciones de Secretos de Madrid, subscríbete a mi RSS« Post Anterior
Fotos antiguas: Tensión en la Plaza de Oriente