Happy Pills es una tienda de caramelos muy especial, que plantea una forma diferente de comprar golosinas. Alguna vez he utilizado sus frascos en mis Píldoras. Paseaba por Barcelona y me encontré esta tienda. Me sitúe en frente y apunté con la cámara. Una de las chicas que entraba en ese momento, se giró y me dijo : ¡Sáqueme guapa!
Hecho.
Hay un lugar al que voy a menudo, en el que no me dejan hacer fotos. Es una pena…La decoración y presentación de sus productos, siempre tiene un “algo” especial …Dile a alguien como yo, que entra y ve fotos por doquier que NO puede hacer fotos. Y digo de las de la cámara que con el teléfono no siento lo mismo….Así que esta foto tiene una historia detrás. De riesgo, de adrenalina…Es la segunda vez que veo estos cactus corazón. He pasado de verlos monos a plantearme porque le hacen eso a una planta pero…La parte estética del asunto me ha pedido foto, foto, foto… Casualmente, ese día llevaba mi cámara. Vigilé ( con sagacidad y pericia)a los empleados y cuando no vi a nadie, ¡Click!, hice un par de fotos… Fueron momentos de máxima tensión…
Hace un año colgué en la puerta , este corazón de rafia del IKEA. Durante mucho tiempo, esperé que me lo robaran… Que desapareciera por arte de magia pero…Un año después, el corazón ( que además está protegido de la lluvia) luce precioso. Como el primer día…
Lo he declarado “inamovible”.
Esta foto marca una época. Yo conocí esa casa en todo su esplendor. La habitaban dos hermanas que se ocupaban de ella con primor. Tenían una mercería de barrio y esa era la casa donde pasaban sus vacaciones y dónde querían acabar sus días.
Su aspecto era muy…severo pero era sólo la apariencia. Recuerdo sus moños, tirando la piel de la frente y esos vestidos grises, con cuellos blancos, siempre limpios y bien planchados. Ejerciendo de vecinas y amigas de mi abuela, había merendado allí alguna tarde y después, me había bañado en una maravillosa piscinita de piedra natural, rodeada de macetas y buganvillas que ellas guardaban como un secreto. Me fascinaba el lugar.
Después, me hice mayor y ellas, también. Un día, dejaron de venir …Han pasado los años y , el otro día, me paré a mirar la casa. Nadie más ha aparecido por El Reposo…La pared desportillada, los suelos agrietados. Por un hueco conocido, atisbé la zona del jardín privado…Plantas secas, muchas hojas y la piscina vacía…
Confieso que, en ese momento, sentí un ataque muy agudo de melancolía…
Pasear por La Fageda d’en Jordà, siempre es una experiencia memorable. Cuando desaparecen los colores y las hojas, el bosque se prepara para pasar el invierno…Es el momento perfecto para poder ver quién es el jefe del cotarro…
Y la estrella es porque sí… No hay explicación pero : estrella que veo, estrella que quiero.