Revista Libros
"Foucault para encapuchadas" no es un libro que espere ser reseñado. Es una herramienta para la lucha diaria, un manual terminológico básico para todo aquel que detecte la heteronorma imperante en la sociedad, y renuncie a formar parte de ella, así como del binarismo que embrutece a las masas, y al capitalismo hostil.
Lejos de conformarse con migajas, "Foucault para encapuchadas" no pretende que se incluya a las minorías para que pasen a formar parte del sistema haciéndoles un favor, no quiere bodas de gays ni lesbianas paridoras: quiere destruir el sistema. Aquí se denuncia lo que hay tras la máscara de lo gay friendly, la sociedad que a diario humilla, segrega y nos ataca con violencia física y verbal. La farsa detrás de la supuesta inclusión de todo aquel que no cumpla los requisitos para ser admitido.
Todos los textos se basan en la obra de Michel Foucault, Judith Butler, Gilles Deleuze, Felix Guattari, Tiqqun, Beatriz Preciado, Paco Vidarte, Monique Witting y muchos más. El enfoque parece claro, y personalmente me parece absolutamente correcto.
p. 11
La mujer es el artefacto político que no consigue asumir la soledad, siempre en busca de quién la complete, de quién la ampare, la proteja, la cobije, la resguarde, siempre esperando al príncipe o -la princesa- azul, siempre aguardando algo que estimule su abúlico tedio existencial femenino hegemónico de ángel del hogar sin más afirmación que su melancolía. La soledad en el desierto es la forma que reviste el medio de encuentro de quien procura desertar de las formas del yo-soy- mujer, llevándose en la retirada y el éxodo las armas y los afectos necesarios.
Nos borramos, difuminamos el universal que en nuestra especie humana heterocentrada propaga la muerte de todos los existentes para emprender la fuga, el exilio, fuera de los estratos del control, fuera de las lógicas binarias varón- mujer/humano-animal/heterosexual-homosexual, combatimos para devenir múltiples. No más lágrimas.
p. 25
Es decir, los malos e indóciles sujetos de las políticas sexuales que no dejan dormir en paz al bebé concebido con la costosa inseminación artificial de la amorosa pareja lésbica profesional blanca y exitosa, que se ha casado por civil para poder heredarse los bienes de la propiedad privada obtenidos en cargos gerenciales como periodistas clasificadas. Cualquier parecido con tu jefa no es pura coincidencia.
p. 32
El devenir no constituye un punto de llegada, ni una evolución ni algo en lo que hay que transformarse. Tampoco se trataría de una identidad disidente o una mera alteridad opuesta a la hetero-norma, como la de los homosexuales. No es algo que se produzca al nivel de la imaginación o del sueño, ni una imitación que responda al orden de la identificación, ni al de la asimilación, no tiene que ver ni con ser, ni con parecer, ni con producir, ni con equivaler...
Por el contrario, el devenir es una expresión relativa a la economía del deseo, cuyos flujos proceden mediante afectos, el contenido propio del deseo, ya que desear es pasar por devenires. Todo devenir forma un bloque que supone el encuentro o relación de dos términos heterogéneos que se desterritorializan mutuamente. Molecular, minoritario, nómade, opera mediante la disolución del orden molar de las identidades. El devenir pertenece al orden de la alianza (no de la filiación) y del rizoma (distinto de un árbol genealógico); siempre una multiplicidad (a diferencia de las identidades que suponen individuos que las encarnan) en vinculación con una micro-política de contagio y de afectación (la epidemia es anti-herencia: no heredamos la disidencia del movimiento LGTB), entendiendo los afectos no como sentimientos personales sino como potencias de manadas que hacen vacilar el yo.
p. 34
De hecho, el cuerpo heterosexual es uno de los artefactos del Capitalismo Global Integrado Heterosexual más exitoso en el arte de gobernar con los que cuenta la sexopolítica decimonónica, producto de una división del trabajo de la carne según la cual cada parte del cuerpo se define respecto a su función reproductora y productora de feminidad o masculinidad (es decir, la estratificación). En tanto régimen político, el CGIH opera desde la heterosexualidad para asegurar la relación estructural entre producción de identidad de género (femenino/ masculino) y la distribución sexuada de ciertos órganos (llamados “genitales” u “órganos sexuales o reproductivos”) y no otros, según un orden binario que se pretende estable y definitivo. El régimen otorga a cada parte de nuestro cuerpo una función única y por supuesto heterosexuada, convirtiendo -subrepticiamente- los órganos de reproducción en órganos sexuales. Lo que estamos queriendo decir es que si por casualidad tu placer sexual adulto pasa por chuparte el dedo gordo, este sistema de ordenamiento de los hechos humanos y no humanos, conscientes y no conscientes, te establecería como perverso, y luego pasarás a ser objeto de control, corrección y normalización dentro de las lógicas heteronormativas. Pero no nos quejamos, no queremos que nuestra perversión sea aceptada, lo que deseamos es destruir este régimen.
p. 43
Heterosexuales paridoras de misóginos, criadores de fascistas, novias románticas encubridoras, madres que piden perdón por lo que ustedes mismas les inculcaron a sus hijos, padres amedrentadores homofóbicos futboleros, caeremos sobre ustedes como Furias, con la alegría descomunal de travestis cuchilleras, de tortas camionabomberamotoquera asesinas, de maricas emplumadas armadas con su sangre. No tenemos miedo de morir como Daniel, ni como Pepa ni como ninguna otra de nuestras amigas, tenemos miedo de vivir como ustedes.