Revista Comunicación
CAFE SOCIETY
data: http://www.imdb.com/title/tt4513674
En la última escena, Woody Allen nos da el golpe de K.O. como un maestro. Lo que hasta ahí era una comedia liviana, un tanto artificial, una mirada ligera como el champagne sobre lo que se considera ser exitoso en una costa y otra de Estados Unidos, de pronto se vuelve en un amargo camino sin retorno. Esa última escena, la de Bobby y Vonnie solos en una multitud, nos hace reflexionar sobre los caminos de la vida, sobre las decisiones tomadas en el día a día que tuercen, definitivamente, nuestro destino. Y que hay un punto en el que uno se detiene a mirar atrás y se da cuenta que, tal vez, no se ha elegido el mejor camino.
“Cafe Society” es uno de los mejores Allen de los últimos tiempos. En principio es una comedia, una historia de amor, de Bobby, un hombre del que se enamoran dos mujeres. Una, independiente, para nada snob, inteligente y culta, Vonnie, en la piel de Kristen Stewart; la otra, Verónica, radiante, bellísima, de alta sociedad, la ideal madre de familia y esposa para llevar del brazo a los cócteles, la hermosísima Blake Lively.
Bobby viene del Bronx a comerse el mundo y ganarse su lugar en California; allí está Vonnie. Luego, revaluará su destino y buscará el éxito en Nueva York. Allí estará Verónica. Bobby ama a una pero se casará con otra. Y cada decisión parece lógica. Hasta que cuando está en la cumbre del éxito, siendo un nombre en la noche de la clase alta neoyorquina, el pasado volverá a pasarle factura.
Sutilmente, Allen mueve a sus personajes en la década del treinta y en dos ambientes que representan dos modos del éxito en los Estados Unidos. En la Costa Oeste, el mundo del espectáculo; en la Costa Este, el mundo empresarial y la mafia. En ambos mundos, los triunfadores necesitan mostrarse, socializar para detentar su poder. Bobby flota en esas olas del poder, con su carisma y cierta inocencia que le permite ganarse el favor de los poderosos y de sus dos amores. Bobby crece en ese ambiente pero sin creerse en ser uno de ese ambiente. Lo que le cuesta entender es que ya se ha convertido es uno de ese ambiente.
Con la última escena, cuando miramos en perspectiva la vida de Bobby, entendemos que se puede fracasar en el éxito. Bobby tiene todo lo que soñó cuando marchó a Los Angeles a buscar su futuro. Pero cuando se extingue el año, caerá en la cuenta que ese ahogo, esa perplejidad por la que transita la pista, no se irá jamás.
La fotografía de Vittorio Storaro (“Apocalipsis Now”, “Dick Tracy”, “Último Tango en París”) le da textura a esta primera incursión de Woody Allen en el digital. Y lo notamos en la iluminación de estos dos sectores: el sol y la calidez de la Costa Oeste; la frialdad azul y la noche en la Costa Este. Las musas de Bobby brillan con un resplandor diferente. El contexto, los escenarios, los vestuarios, refuerzan estos mundos, estos dos estilos, en los que se mueve el protagonista.
Hay sólidas actuaciones. Jesse Eisenberg, tal vez, es el más estereotipado, el que menos sutileza tiene. Notable Steve Carell. Y brillan las damas (como en todo filme de Woody Allen): Kristen Stewart en un resplandor pocas veces visto en su carrera y Blake Lively todopoderosa. Ambas mujeres tienen la sutileza para mostrar esa nube de melancolía en sus ojos: una por no haberse animado a amar a quien quería; otra por saber que no la amarán como aman a otra.
Woody en su milagro anual cotidiano. Aprovechemos que sigue en el juego.
Mañana, las mejores frases.