Fraga

Esta mañana escuché de Santiago Carrillo una descripción, a mi juicio perfecta, de quién era Manuel Fraga. “Era un hombre de derechas”, dijo el veterano político comunista. Sí, era “un hombre de derechas” en el sentido más estricto del término o, si lo prefieren, en el sentido más casposo: homófono, déspota, machista, clasista…

Sobrevivió al franquismo logrando mantener todas sus prerrogativas a pesar que durante la dictadura se movió como pez en el agua censurando a periodistas y medios de comunicación. Sí, se mantuvo a flote (¡y de qué manera!) a pesar de aquella famosa frase (“la calle es mía”) que pronunció en los días posteriores a la muerte de Franco y antes de que llegara la Democracia a nuestro país (mucho me temo que él habría preferido otra cosa).

Lo siento, pero a mí este tipo de supervivientes camaleónicos siempre me hacen sospechar. Sé que no estoy siendo políticamente correcta, pero a mí la muerte de este señor de 89 años no me ha dado nada de pena.

Probablemente hizo muchas cosas buenas, muchos dicen que fue un gran hombre de Estado… Yo creo que también protagonizó y participó de decisiones muy cuestionables; pero en lo que no hay duda es que fue un privilegiado toda su vida y, por ello, y porque la ley de la vida es la que es, hoy no pienso estar triste.

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