Me gustaría compartir un pequeño fragmento de "Y entonces sucedió algo maravilloso" de Sonia Laredo. Un fragmento de los muchos que me encantan de esta novela. Y es que éste es un libro sereno, pausado, lleno de reflexiones y alusiones a obras literarias. Conforme lo vas leyendo, te gusta más y más y te causa la impresión de que la autora ha ido tejiendo muy inteligentemente cada frase de la novela. Nada queda al azar, aunque sea espontánea y vital. Es una obra para deleitarse y saborear, llena de encanto, de magia. No os digo más. ¡Leedla!
-¿Qué es lo que un niño aprende de los cuentos, Brianda? -Se volvió y me miró con sus ojos azules que contrastaban con aquel pelo de algodón escardado encima de la cabeza-. Piensa un poco.Lo hice, pero no me sentía muy perspicaz y le solté lo primero que se me ocurrió; más bien el producto de mi frustración y mi rabia.
-Los cuentos enseñan que, si tienes suerte y a ti no te come el lobo, se acaba comiendo a tu abuelita. Que debes tener cuidado con los materiales con los que construyes tu casa porque el soplido de una fiera bastaría para echarla abajo. Que las brujas saben confeccionar el mejor chocolate del mundo. Que la mayoría de las bellas se enamoran de hombres que en realidad son unos bestias...-Pensé un poco, tenía la cabeza llena de cosas que no necesitaba, y no conseguía vaciarla-. A Caperucita Roja se la queria comer el Lobo, por todos los cielos. Caperucita era cursi (¿a quién sino a ella se le podía ocurrir vestir de esa manera?; Caperucita es la repipi de la literatura clásica infantil, pero con lobo en vez de con perro. La muy redicha transportaba media despensa cada día desde su casa hasta la de su abuelita, manejaba más víveres que el Servicio a Domicilio del Club del Gourmet y, sin embargo, el Lobo desdeñaba el pan, el chocolate y las golosinas que la niña le llevaba a su abuelita, una anciana seguramente hiperglucémica por culpa del régimen de dulzainas a que la sometían Caperucita y su irresponsable mamá, y quería merendarse a la niña. ¡Comérsela, santo cielo!
-¿Te preocupaba el lobo cuando eras pequeña, Brianda?
-¿Y a quién no?
-¿Todavía te da miedo el lobo?
-No. Bueno...-dudé, ¿a quién no le daría miedo un lobo cruel?-, no lo sé. Supongo que sí.
-En realidad, Brianda, el lobo de los cuentos se puede interpretar de una forma más...sofisticada ¿No has leído a Edouard Brasey? Un lobo es una oportunidad. Un acontecimiento inesperado. Y feroz, claro. Algo que ocurre de repente en tu vida y la trasnforma por completo. Cuando te apartas del camino de siempre, los lobos acechan en la espesura, esperando hincarte el diente. El niño que oye el cuento de Caperucita por la noche, bien arropado en su cama, tiembla de miedo; tú misma, cuando eras una pequeña Brianda de coletas larguísimas y ojos enormes, al oír de boca de tu padre que había un lobo suelto que podía comerse a la imprudente Caperucita, aprendiste en seguida que, fuera del camino que recorres todos los días, hay dientes afilados. Y, sin embargo, un buen día te perdiste, siendo adulta. No hace mucho de eso, ¿lo recuerdas?