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Fragmentos #18

Publicado el 04 noviembre 2013 por Hojasdealisio @HojasdeAlisio
Fragmentos #18
No sé quién soy. Tengo casi cuarenta años, un trabajo estable y bien remunerado como creativo de una de las agencias publicitarias más solventes de Europa y un currículum que acredita cada paso de mi vida laboral.
Mi nombre figura en mi expediente universitario, en los certificados de mis másteres, en mis notas del colegio, mi DNI, mi pasaporte y el libro de familia de mis padres, con mi fecha y lugar de nacimiento, el número de tomo y la página del registro dónde me inscribieron al nacer.
Todo oficial, todo correcto, todo legalmente constatado.
Pero no sé quién soy.
Quizá debería conformarme con lo que me han dicho siempre y seguir ejerciendo como el soltero de oro que muchas madres desearían como yerno.
Dedicarme a disfrutar del éxito; de un ático con terraza en la milla de oro de una de las capitales de provincia con más renta por cápita del país; de mis novias itinerantes, mis fiestas, mis viajes de negocios, las escapadas a Nueva York y la colección de corbatas de seda.
Al fin y al cabo, somos lo que hemos conseguido ser -unos con más dificultades que otros, eso sí-, pero a nadie le preguntan por los primeros pasos si los últimos lo han llevado hasta la cima.
Y ahí estoy yo. Instalado en el último peldaño. Mi nombre aparece con frecuencia en los periódicos, y no siempre por motivos de trabajo -que también-, sino porque algunas de mis compañías femeninas son asiduas a esa prensa que se empeñan en llamar del corazón y que mi padre compraba todas las semanas para hacer un álbum de recortes y, de paso, echarme en cara que era la única forma que tenía de verme. Y la verdad es que no le faltaba razón. En los últimos tiempos, mis visitas a su casa se espaciaron tanto que podían pasar varios meses sin que la pisara. Pero así es la vida. Los padres echan de menos a los hijos cuando éstos abandonan el nido, y hay polluelos que olvidan el camino de vuelta cuando extienden sus alas y descubren que hay otro horizonte mucho más allá del que les mostraron. Yo soy uno de ésos. Me encantan los altos vuelos y lo saltos que parecen imposibles. Así que no dejo de lanzarme al aire.

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