Las vidas se transforman en trayectorias. Las oscilaciones, los titubeos, las elecciones fallidas, las decisiones familiares, el libre albedrío reducido como piel de zapa, los dos pasos adelante y tres atrás al final quedan borrados y sólo se ve el trazado de un cometa. Así es como Itxaga se había convertido poco a poco en lo que todavía era y por eso, desde lejos, no podía imaginarse para él una vida distinta a la suya.
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