—Contestadme con precisión. ¿Qué ocurrirá? ¿Qué designios regirán su vida?
—Majestad, debéis estar serena. Vuestro niño nacerá bajo la constelación del Escorpión. El agua será su elemento, aquel que le transmitirá sus características particulares y que influirá en su carácter dubitativo y por momentos inflexible.
—¿El agua? ¡Pero si el agua es bendita! ¿Acaso no pedimos lluvia para nuestros campos o no deseamos el agua para calmar la sed?
—El agua, majestad. Desde el agua mansa y bendita de vuestro vientre hasta el agua oscura de un océano desconocido. Desde las gotas dulces de la lluvia hasta las gotas saladas de las lágrimas. El agua es uno de los cuatro elementos y sin la cual nadie podría vivir… (pág. 41)
***— […] solo existen dos maneras de lograr la unión con otros reinos: con el acero de nuestras espadas o con el oro de nuestras alianzas. (pág. 50-51)
***—Qué extraño —se dijo Juana en voz muy baja—, cada vez que pienso en alguien o en algo, aparece en mi mente la idea obsesiva de la eternidad. De ese tiempo infinito sin principio ni fin. Tal vez porque ella significa la mediación entre dos mundos, el espiritual y el real. Como en los sentimientos, donde existe una atracción magnética que no solo une a los cuerpos con las almas, sino con nuestros propios espíritus. ¡Qué extraño! (pág. 92)
***—Debo deciros que siento por mi esposo un amor apasionado y creo que esto es motivo de peligro para mi alma. Creo que mi alma y mi cuerpo le pertenecen, que han dejado de ser míos para ser solo de él. Y, ante el acecho de la menor duda, me atacan los celos, pierdo mi cordura y me torno irascible. No soy dueña de mis actos y temo que, ante tal arrebato, pueda cometer una locura. Pero lo peor de todo, fray Tomás, es que Felipe se ha dado perfectamente cuenta del poder que su amor ejerce sobre mí y en algunas ocasiones me los provoca. Yo he optado por aislarme y la llegada de Leonor a mi vida ha sido mi mejor excusa. Dentro de esta corte me siento una extraña. Creo que no cuento con nadie y estoy comenzando a recelar de quienes me rodean y dicen servirme. Solo me queda la esperanza de que si vuelvo a ser la Juana de antes, tal vez Felipe pueda volver a ser el archiduque de siempre. (pág. 199)
***—Claro que siento lealtad por mi tierra. Y conozco muy bien la diferencia entre lealtad y homenaje. Lealtad es algo que uno siente muy dentro del corazón. Homenaje, en cambio, es un tributo ceremonioso, puramente externo que nada tiene que ver con los sentimientos. Si bien representan dos cosas distintas, en España van íntimamente unidas. Para un español no existe lealtad sin homenaje, ni homenaje sin lealtad. Y yo los llevo a ambos en mi corazón. (pág. 215)
***--Yo poco sé —respondió Juana con tono sincero— aún soy joven y he estado demasiado ocupada tratando de aprender a manejarme dentro de la corte de Flandes. Pero de una cosa estoy segura, que el tiempo lo cura todo. No hay ningún mal, mental o físico, que la grande y lenta magia del tiempo no pueda curar. Y si hay algo que deseo cuando la pena me abruma, es que el tiempo pase lo más rápido posible. (pág. 300-301).
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