¡Hola! se queda sin la exclusiva de la boda de Lourdes y Fran. Aunque la revista presume en su web de que este miércoles desvelará todos los detalles de la ceremonia, lo cierto es que conocemos buena parte de ellos. Fundamentalmente el mejor guardado: cómo es el vestido de la novia. Un diseño de corte romántico con encaje, manga larga y cola, que ha sido fotografiado no una, sino varias veces por algún invitado traidor que no ha dudado en subir las imágenes a las redes sociales, a pesar de que ¡Hola! intentó evitarlo sin éxito hasta última hora.
Cuando esta entrada vea la luz, el miércoles ya habrá salido en la prensa amarilla toda suerte de detalles del enlace del años, tras haber sido vendida la exclusiva a una conocida revista por una cantidad desconocida de euros, a día de hoy, pero desde luego, desorbitada. Dicen las malas lenguas que la imagen más buscada es la de Kiko Rivera con frac y chistera, a veces hasta pienso que tal condición de indumentaria ha sido una jugada perversa de los novios para el famoso pinchadiscos, que no podrá lucir el estupendo chándal con el que pasea en su deportivo de lujo.
Tiene Fran Rivera cara de buen muchacho, con cierta pizca de inocencia de sonrisa blanquiazul, pero como buen torero que es, tampoco parece temblarle el pulso a una mano firme. La vida, en general, es un negocio y el diestro lo sabe gestionar estupendamente, ofreciendo las imágenes de un enlace que a mi personalmente no me importa lo más mínimo, a un precio sorprendente para que una gran masa de españoles pueda leer los anuncios de conocidos perfumes, estupendas cremas y magníficos relojes a un precio sensiblemente superior al habitual por la tirada del semanario. No pagamos la prensa amarilla en el quiosco cuando adquirimos un ejemplar cuajado de imágenes en color sobre paple couché, no; la prensa la pagan los anunciantes que repercuten el cargo sobre nuestros monederos cada vez que entramos en el supermercado, algo que me parece aún más perverso. Fran vende su boda, y hace bien porque aumenta su cuenta de resultados, el problema, como se señaló tantas veces en este espacio, es el número de ejemplares que coloca la revista Hola entre sus miles de fieles seguidores que ven en ídolos de barro la vida que nunca alcanzarán a tener.