Francesca Melandri, es una reconocida escritora italiana, documentalista y guionista. Actualmente viviendo en Roma (Italia) y en cuarentena por casi tres semana debido al COVID-19. De ella leo en The Guardian esta “Carta desde el futuro”, que -intuyo- le pone palabras a sentimientos compartidos en todo el mundo. Me he permitido publicarla en una traducción propia, esperando sirva para acompañarlos en ésta experiencia.
Les escribo desde Italia, lo que significa que les estoy escribiendo desde el futuro. Estamos ahora donde ustedes estarán dentro de algunos días. El mapa de la epidemia nos muestra que estamos todos entrelazados en una danza en paralelo.
Pero, estamos unos pocos pasos por delante de ustedes, lo mismo que Wuhan que estaba unas semanas por delante de nosotros. Y observamos que se comportan igual a como nosotros lo hicimos. Sostienen los mismos argumentos que nosotros sostuvimos hasta hace poco, entre los que todavía dicen ” es solo una gripe!, por qué todo este revuelo?” y aquellos que ya han entendido.
Como los observamos desde aquí, desde vuestro futuro, sabemos que muchos han citado a Orwell, algunos incluso a Hobbes cuando se les dijo que debían quedarse en sus hogares. Pero pronto estarán demasiado ocupados para eso. Primero, van a comer. No solo porque esto será una de las pocas cosas que todavía podrán hacer. Van a encontrar decenas de grupos en redes sociales con tutoriales sobre como pasar el tiempo libre de una manera fructífera. Van a unirse a todos y luego van a ignorarlos completamente después de unos días. Van a buscar literatura apocalíptica en los estantes de sus bibliotecas, pero rápidamente van a darse cuenta que no tienen ganas de leer nada de ese estilo. Van a volver a comer. Van a dormir mal. Van a preguntarse que le está pasando a la democracia. Van a tener una imparable vida social Online – en Messenger, WhatsApp, Skype, Zoom… Van a extrañar a sus hijos adultos como nunca antes, la constatación de que no tienen idea de cuando los volverán a ver, los golpeará como un puñetazo en el pecho. Los viejos resentimientos y discusiones les parecerán irrelevantes. Van a llamar a gente que habían jurado nunca volver a hablar: “¿Como estás?”. Muchas mujeres serán golpeadas en sus casas.Se preguntarán qué les estará pasando a todos aquellos que no pueden quedarse en casa, porque no tienen una. Se sentirán vulnerables cuando salgan a hacer compras por las calles desiertas. Especialmente si son mujeres. Se preguntarán si es ésta la forma en la que colapsa una sociedad. ¿Pasa realmente así de rápido?. Van a bloquear esos pensamientos y cuando regresen a sus hogares, volverán a comer.
Van a engordar. Van a buscar clases de Fitness Online.
Se van a reír. Se van a reír mucho. Van a hacer alarde de un humor negro como nunca antes han tenido. Aún aquellos que siempre se han tomado todo muy seriamente van a reflexionar sobre lo absurdo de la vida, del universo y de todo.
Van a hacer citas en la cola del supermercado con amigos y amantes, solo para verlos muy brevemente, condicionados por las reglas de distanciamiento social.
Van a contabilizar todas las cosas que no necesitan.
La verdadera naturaleza de la gente que los rodea se va a revelar con total claridad. Va a haber ratificaciones y sorpresas.
Intelectuales omnipresentes en las noticias van a desaparecer, sus opiniones serán, de repente, irrelevantes; algunos se refugiarán en racionalizaciones tan carentes de empatía, que la gente va a dejar de oírlos. En su lugar, otros que han sido pasados por alto, resultarán reconfortantes, generosos, confiables, pragmáticos y visionarios.
Aquellos que te invitan a observar este desastre como una oportunidad para la renovación del planeta, resultarán de ayuda para poner las cosas en una perspectiva más amplia. También les parecerán terriblemente irritantes: estupendo!, el planeta respira mejor por la reducción a la mitad de las emisiones de CO2, pero como vas a pagar tus facturas el mes que viene??
No entenderán si ser testigo del nacimiento de un nuevo mundo es algo grandioso o un asunto lamentable.
Van a oír música desde vuestros jardines y ventanas- Cuando nos veían cantar opera desde nuestros balcones, pensaban “AHH! estos italianoss!”. Pero estamos seguros que también se van a cantar canciones motivadoras unos a otros, Y cuando se vean cantando estruendosamente I WILL SURVIVE! desde sus ventanas, les haremos un guiño, de la misma forma que la gente de Wuhan, que cantaba desde sus ventanas en Febrero, nos hizo un guiño a nosotros.
Muchos de ustedes, se irán a dormir, jurándose que la primera cosa que harán cuando se levante la cuarentena es divorciarse.
Muchos niños serán concebidos.
Vuestros hijos serán escolarizados Online. Serán un fastidio enorme y también una fuente de felicidad.
La gente mayor desobedecerá como si fueran unos adolescentes revoltosos: van a tener que pelear con ellos para obligarlos a quedarse en casa y evitarles infectarse y morir.
Tratarán de no pensar en la gente que muere sola en la UCI
Querrán cubrir con pétalos de rosas los pasos de los trabajadores de la salud.
Se les dirá que la sociedad está unida en un esfuerzo comunitario, que todos están en el mismo barco. Y será verdad. Esta experiencia cambiará para bien cómo cada uno se percibe como una parte individual de un todo,
Pero las cuestiones de clase social harán la diferencia. Estar encerrado en una casa con un hermoso jardín no es lo mismo que estar encerrado en una torre de un complejo de viviendas sociales superpoblado. Como no es lo mismo tener la posibilidad de seguir trabajando desde casa que ver como tu trabajo desaparece.
El barco en el que navegan con el objetivo de derrotar a la epidemia no será el mismo para todos. No lo es ahora y no lo ha sido nunca.
En algún momento, se darán cuenta. Será duro. Se asustarán. Compartirán sus miedos con sus seres queridos o se lo guardarán para no cargarlos con eso también.
Volverán a comer.
Estamos en Italia, y es lo que sabemos acerca de vuestro futuro. Pero es solo videncia en pequeña escala. Somos unos adivinos muy discretos.
Si giramos nuestra mirada hacia un futuro más lejano, ese futuro que es desconocido para ustedes y para nosotros, solo podemos decirles esto: cuando todo acabe, el mundo no volverá a ser el mismo.
© Francesca Melandri 2020