Francia contra Sarkozy.
Nicolás Sarkozy, presidente de la República francesa.
Tres años después de la elección como presidente de la República Francesa, Nicolás Sarkozy recibe constantes golpes bajos por parte de políticos internacionales, opinión pública, jueces y sindicatos galos que lo han convertido en un “presidente menguante”. Los últimos se movilizaron el sábado pasado contra la política de pensiones, por sexta vez consecutiva en lo que va de año. Los datos del Ministerio del Interior –que cifró la asistencia de manifestantes en 899.000 en todo el país– contrastan con los ofrecidos por los sindicatos, que aseguran que hubo 2,9 millones en las principales ciudades de Francia. Sarkozy quiere retrasar la edad de jubilación de los 60 a los 62 años y, de 65 a 67, los correspondientes para cobrar el total de la pensión. Un “golpe” que se suma a los escándalos generados por la deportación de los gitanos y por el caso Bettencourt, así como a la posible negociación con Al Qaeda por el secuestro de unos compatriotas en Níger.
“Que se jubile Sarkozy” –decían algunas de las pancartas que sobresalían entre la multitud– “La jubilación es nuestra”, “Qué el capital pague su crisis” o “¡Trabajar más para morir más”. Martine Aubry, primera secretaria del Partido Socialista, en la oposición, ha invitado al primer ministro, François Fillon, a desmarcarse del proyecto estrella del presidente, después de que diera a entender la existencia de una cierta distancia entre ambos. “En una democracia como la nuestra –le dijo Aubry, quien considera el proyecto como un ataque en toda regla al estado del bienestar–, no se puede reformar un asunto tan difícil sin escuchar”.
Los sindicatos están dispuestos a lograr que el Gobierno dé marcha atrás al proyecto y a obtener la modificación del texto a su paso por el Senado. “Estoy escuchando a los manifestantes –ha contestado Sarkozy, cuya popularidad sigue en caída libre–, entiendo su enfado, pero el papel del jefe de Estado es cumplir con sus responsabilidades. La reforma de las pensiones y los recortes presupuestarios son esenciales para nuestra competitividad”. Pese a todo, los sindicatos confían en lograr sus propósitos.
El “presidente menguante” intenta por todos los medios distraer la atención por el caso Bentencourt que pone en dificultades a su partido, la UMP. Y sigue con las medidas empleadas en la repatriación de los gitanos, pese a la bronca que mantuvo con el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, que elevó la tensión de Francia con sus vecinos. A un año y medio de la presidencial de 2012, Sarkoz sólo cuenta con la confianza del 26% de los franceses, según un sondeo del instituto TNS Sofres para la revista Figaro Magazine de este fin de semana. Según una encuesta publicada este lunes, tres de cada cuatro galos apoyan las protestas contra la reforma, considerada “injusta” por dos tercios de la población. Sin embargo, según el sondeo de Obea-Infraforces, un 65 por ciento de los franceses cree que estas manifestaciones no tendrán impacto alguno.