Revista Opinión
La estructura de las revoluciones políticas. ¿Hasta qué punto un pueblo puede aguantar los abusos de una clase que lo esclaviza? María Antonieta dijo: “si no tienen pan, que coman pasteles” y el pueblo entero se levantó como una sola persona. La hija de Fabra, ése que se ha hecho construir un aeródromo que nunca será visitado por aviones de línea regular pero en el que se halla instalada ¿para siempre? la efigie imperecedera, está hecha, creo, de bronce de este hombre no ya tuerto sino tan ciego de poder que le hizo creer que era un invulnerable legal de modo que cometía delito tras delito, mientras le tocaba todos los días la lotería, la hija de este hombre, digo, ¿o es un dios?, se atrevió a decir en ese sucio Parlamento español algo que reflejaba, aún más que la frase de la reina francesa, su total desprecio por los españoles que sufren: “que se jodan, coño, que se jodan”, y esto dicho por alguien que seguramente cree en el Dios de los católicos, aquel que dijo que es más difícil que un rico se salve que un camello pase por el ojo de una aguja, no significa sino que el pueblo español se merece totalmente ser despreciado por esa casta canallesca que lo gobierna. “Que se jodan, coño, que se jodan” porque los muy cobardes no se merecen otra cosa y lo triste es que esta desvergonzada princesa tiene toda la razón porque no sé por qué acuden a mi puñetera cabeza aquellos infernales ripios que me hicieron aprender en mi horrible infancia, en la que todo mi tiempo se repartía entre las clases de religión y las de formación del espiritu nacional: “que no puede esclavo ser pueblo que sabe morir”. De modo que parece evidente que nosotros, estas generaciones españolas de ahora, no sólo no sabemos vivir sino que tampoco conocemos el arte de morir con dignidad. Pero yo quería escribir hoy sobre el famoso mayo del 68 francés y las posibles concomitancias sociopolíticas con la España de hoy, abril del 2.013. “Se conoce como Mayo francés o Mayo del 68 la cadena de protestas que se llevaron a cabo en Francia y, especialmente, en París durante los meses de mayo y junio de 1968. Esta serie de protestas fue iniciada por grupos estudiantiles de izquierdas contrarios a la sociedad de consumo, a los que posteriormente se unieron grupos de obreros industriales y, finalmente y de forma menos entusiasta, los sindicatos y el Partido Comunista Francés.1 Como resultado, tuvo lugar la mayor revuelta estudiantil y la mayor huelga general de la historia de Francia, y posiblemente de Europa occidental, secundada por más de nueve millones de trabajadores”. (Wikipedia). Qué hermosura, coño, y qué envidia. ¡Nueve millones de trabajadores en huelga contra el imperio de la sociedad de consumo! Y realizado contra un tipo, De Gaulle, que los había liberado de la zarpa hitleriana y no contra un tipo que lo más heroíco que ha hecho es ver cómo España le ganaba un partido de fútbol a Francia. Pero España no es Francia ni lo será nunca porque: 1º) allí, la enseñanza pública es sagrada, más sagrada que ningún otra cosa del mundo; 2º) porque el lema nacional es igualdad, fraternidad, libertad; 3º) porque allí un registrador de la propiedad no sería nunca jefe del Estado o del Gobierno porque estaría contaminado para siempre por su canallesca función; 4º) porque allí un tipo como el tal Wert no sólo no hubiera llegado nunca a ministro sino que hubiera sido corrido a gorrazos incluso en su comunidad de vecinos; 5º) porque el pueblo francés es tan digno que se ha cargado ya a varios jefes de Estado y de Gobierno. Las condiciones sociopolíticas que hoy concurren en España, 1º, allí no hubieran llegado a producirse nunca, porque el pueblo, formado desde las escuelas en la consciencia de su propia dignidad no hubiera consentido nunca que una patulea de individuos como la que ahora nos gobierna se hubiera acercado siquiera al menor de sus ayuntamientos. En Francia, es imposible que gente como Montoro, De Guindos, Wert, Mato y la tal Báñez pasaran siquiera por la puerta de uno de sus ministerios, no sólo porque los hubiera rechazado el pueblo muy violentamente sino porque tampoco ellos se hubieran atrevido siquiera a soñarlo. Pero aquí, sí, aquí un pueblo tan famoso como el de Madrid toleró impàvidamente que una tía como la Aguirre comprara a dos consejeros de otro partido para acceder al Gobierno de la Comunidad, pero, lo que aún es mucho peor, todo el pueblo español no sólo ha elegido para que lo gobierne a la mayor cuadrilla de ladrones de la historia universal de la infamia sino que ahora que Bárcenas nos lo ha mostrado a todos con su terrible y escandalosa desnudez, el pueblo entero continúa soportando vergonzosamente que tal pandilla de cuatreros siga ahí. Por eso, el abril español de 2.013 no se parece, no se puede parecer en nada a aquel glorioso mayo del 68 francés.