En Marl Springs (California), a unos 1200 metros de altura y a unas doce millas al oeste de las Montañas Providence en el desierto de Mojave de California, hay una placa de bronce en la que se puede leer
“Pozos de San Juan de Dios. El 8 de marzo de 1776, el padre Francisco Garcés, O.F.M … descansó aquí y llamó a estos pozos ‘St. John of God Springs”.
La placa honra al franciscano español que exploró California y descubrió el territorio del actual estado de Nevada.
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¿Quién fue este pionero español, Francisco Hermenegildo Garcés (1738-1781), y por qué es tan interesante su rastro en el Desierto de Mojave? La razón es que él fue el primer no indio en cruzar dicho desierto y entrar en la parte costera de Alta California por esta ruta; fue el primero en descubrir el río Mojave; y también en abrir un camino desde la Misión San Luis Obispo en Alta California hasta la capital de Nuevo México en Santa Fe, la “Villa Real”.
Francisco Garcés, el descubridor de Nevada
Francisco Tomás Hermenegildo Garcés Maestro nació en Morata de Jalón (Zaragóza) en 1738. Y tras ingresar a los 16 años en el convento franciscano de San Carlos de Alpartir y completar estudios de teología fue enviado más tarde al convento de Calatayud. Poco tiempo después se produce un hecho que tendrá una importancia determinante en la vida de Francisco: la expulsión de los jesuitas de España (incluidos los territorios americanos) que dejará huérfanos de misioneros los territorios al norte de Nueva España. Como consecuencia de ello hacia 1662 se produce el paso de un grupo de franciscano hacia el colegio de preparación misional de la Santa Cruz de Querétaro, entre los cuales se encontraba Fray Francisco. Pronto sería enviado a San Javier del Bac (Cerca de la actual Tucson, Arizona), una misión que los jesuitas llamaban «el noviciado» ya que ningún misionero aguantaba en ella mucho tiempo. Allí el aragonés tomaría el relevo de un extraordinario jesuita, el Padre Eusebio Kino.
El Oeste americano
Los primeros intentos de ocupar misionalmente Sonora habían tenido lugar a finales del siglo XVII y supusieron un considerable empuje de la frontera del virreinato hacia el norte y de la influencia española de los territorios que van desde la Baja California a los ríos Colorado y Gila. Esta empresa misional realizada justo un siglo antes de la llegada a estas tierras del padre Garcés fue obra del Padre Eusebio Kino.
Garcés amplió los proyectos de Kino al unir California con Nuevo Méjico. El padre Garcés descubrió un camino para unir Sonora con California ( no solo con la California de su influencia sino incluso, del interior de Sonora). Al norte se extendían los inmensos territorios de Arizona totalmente desconocidos atravesados tan solo por algunos de los componentes de la expedición de Coronado de 1540. Este desconocido norte geográfico suponía también un peligro por las incursiones de pimas rebeldes, de gileños y hasta de papagos. Estos últimos ocupaban la zona desértica extendida al oeste de San Javier y, aunque sus relaciones con los españoles eran pacíficas, existían pruebas de alianzas ocasionales con los peligrosos seris. Los seris representaban por el oeste el peligro constante que los apaches representaban por el este. San Javier no se libró de estos ataques, que suponían muertes, la ruina de las cosechas y el robo de reses y caballos. Fue en este este estado de amenaza constante, de guerrilla y saqueo permanentes, como tuvo que desarrollar su labor del padre Garcés rodeado de peligros, pero sin desistir en su empeño. El 20 de febrero de 1769 los apaches atacaron San Javier disparando flechas y logrando entrar en la misión, intentaron incendiar sin resultado la iglesia en donde se habían refugiado los indios pimas convertidos y al no conseguirlo y tras robar el ganado se dieron a la fuga. El padre Garcés solicitó protección al gobernador toda vez que los indios amigos estaban atemorizados y resultaba imposible organizar con ellos cualquier tipo de acción ofensiva. El miedo y la frecuencia de estos ataques estaba ocasionado la huída de las rancherías indias y en agosto de 1770 el despoblamiento fue masivo y ni siquiera los fuertes de Tubac y Tucson se libraron de los ataques apaches. Cinco meses después, los apaches volvieron a atacar San Javier que fue saqueada e incendiada lo que no desanimó al Padre Garcés que entonces decidió iniciar expediciones por el territorio para establecer nuevas misiones a pesar de la dificil situación de las provincias del norte, continuamente atacadas por los apaches
Primeras expediciones
La ruta natural que representaba Sonora, la provincia más al norte, en relación con las misiones de fray Junípero Serra recientemente fundadas y el peligro de que esta rica y estratégica provincia se perdiera, le hicieron concebir un plan de pacificación para terminar con tan grave situación. En 1766 se crearon varias compañías volantes que debían cubrir los sectores, sometidos a hostilidades..
Gálvez estaba en la Baja California para desde allí iniciar el ataque definitivo empujando a los indios agresivos desde el oeste hacia el este. En su avance llegó a Sonora pero allí, en lugar de proseguir la acción ofensiva, cambio de táctica prefiriendo obtener la rendición de los indios a través de mensajes disuasorios, cosa que no consiguió.
Entre tanto el padre Garcés había elaborado un proyecto de fundación de misiones a la vista de las experiencias obtenidas en su viaje de 1768 y 1769. Este plan fue enviado al presidio de Horcasitas en donde se encontraba Gálvez sufriendo los primeros efectos de su enfermedad, por lo que no despertó excesivo interés
La escasa repercusión de este plan inicial, no lo desanimó y al año siguiente un brote de sarampión localizado al norte de su misión, le movió a visitar los poblados indios del río Gila y tras adentrarse en él hasta su unión con el río Colorado por regiones jamás visitadas por europeos. Como quiera que ell padre Garcés había aprendido a hablar el pima no necesitaba intérprete y recorrió 90 leguas hasta entrar en contacto con los indios, profundizando en su evangelización y animándoles a solicitar misiones en sus territorios.
California, Nuevo México y……..Nevada
Si bien estos primeros viajes no fueron un éxito en cuanto a objetivos si los comparamos con los de 1771, 1774 y 1775, resultaron fundamentales como toma de contacto con terribles zonas desérticas por las que en viajes posteriores acabaría encontrando el difícil camino de llegada a California. Sirvieron también estos viajes para iniciar la imprescindible labor de pacificación que se había convertido en el principal problema de la zona
La frontera noroccidental del virreinato de Nueva España era un espacio en el que se diluía la impronta de lo español. Un lugar de conflicto permanente, consecuencia de la negativa radical de los apaches a aceptar el dominio español. Pero en 1769 un nuevo e impensable factor alteró esas características tradicionales.: la frontera hasta entonces detenida —permanentemente mermada por el pillaje y los crímenes de apaches y seris— tiende ahora a moverse, a expandirse hacia el norte a la búsqueda de nuevos destinos.
Sucedió que al principio de la década de los 70, algunos grupos de cazadores y comerciantes rusos habían pasado al Pacífico norte invadiendo territorios de la corona de España. Los rusos sólo buscaban pieles y en su fácil y lucrativa actividad se iban internando hacia el sur siguiendo la costa y cazando en sus inmediaciones. De vez en cuando construían algunos efimeros refugios y almacenes. Pero hasta que no se supieron las auténticas intenciones de los rusos, en Madrid y muy especialmente en Nueva España, se creó un gran estado de incetidumbre por lo imprevisible de la aparición rusa. Había que hacer algo y se ordenó que varios barcos zarparan siguiendo la costa hacia el norte emplazando grandes cruces y señales para advertir que el territorio no sólo era español legalmente sino realmente.
Pero lo cierto es que aunque el padre Kino había descubierto i el istmo de la península de la Baja California dando así razón a los cosmógrafos de Cortés, muchos mapas insistían en la insularidad de la Baja California, así que al padre Garcés se le ofrecían muchos rumbos alternativos para intentar llegar a California, dependiendo de si el istmo existía o no existía. Pero la cuestión fundamental consistía en cómo salvar los terribles desiertos que se anteponían al objetivo final: los desiertos de la Paguería, de Colorado y de Yuma. No era tanto el problema de la distancia sino el de conseguir el agua indispensable para el tránsito de personas y animales.
Salió de San Javier el 8 de agosto de 1771 y le costó dos meses encontrar el camino y la localización de aguajes. La dureza de la expedición fue indescriptible pues todo era nuevo, los indios no siempre amistosos y el terreno durísimo y extremadamente caluroso, pero el ánimo inquebrantable de este hombre consiguió que llegaran a California estableciendo una nueva ruta fundamental para las comunicación de misioneros, soldados y colonos. Para ello tuvieron que atravesar desiertos y el caudaloso río Colorado.
El descubrimiento conmovió al virrey Bucareli que pronto organizó nuevas expediciones que sirvieran de alivio a las recientes y endebles misiones de fray Junípero, dando lugar a las expediciones de 1774 (comandada por Juan Bautista de Anza) y especialmente la de 1755, durante la cual y al cruzar la californiana cordillera de Sierra Nevada avistó por primera vez el territorio que hoy conforma el estado de Nevada. Las exploraciones y rutas abiertas por Garcés dieron lugar a que las misiones y presidios de California se multiplicaran de inmediato y consiguieran una estabilidad de la que hasta ese momento carecían.
Apaleado hasta la muerte
Francisco Garcés murió en 1781 y la responsabilidad de su deceso recae sobre Olleyquotequiebe, jefe de los yumas, tribu que se levantó en armas contra los españoles. El desencadenante de la revuelta fue el descontento con las escasas riquezas que recibían, pues las expectativas creadas durante la llegada de los primeros españoles, que buscaban la conversión al catolicismo a toda costa, eran muy altas. Garcés, pese a su buena sintonía con los locales, fue apaleado hasta la muerte durante una de las refriegas.
La figura del Padre Garcés es en la actualidad poco conocida y aunque goza de algunos reconocimientos; la antigua estación de trenes de Santa Fe, reconvertida en hotel, se llama ‘El Garcés’ en su honor, un parque nacional en Arizona lleva su nombre, tiene una estatua en la ciudad de Bakersfield (California), una avenida en la ciudad de Las Vegas y una vidriera que lo recuerda en la catedral de Reno, parecen pocos para la magnitud de su empresa.
Autor: Ignacio del Pozo Gutiérrez para revistadehistoria.es
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Bibliografía:
Diario de exploraciones en Arizona y California en los años de 1775 y 1776, Fray Francisco Garcés
Robert Stuart: Narratives – Discovery of the Oregon Trail,
Dix Van Dyke, Dix: A Modern Interpretation of the Garces Route. Historical Society of Southem CaUfomia Quarterly 13:353-359. (1927)
Malcom F. Fanner: The Mojave Trade Route. (1935
José María Bardavío: “California comienza en Aragón”
Sonora hacia fines del siglo XVII. Un informe del misionero franciscano Fray Francisco Antonio Barbastro, con otros documentos complementarios, Guadalajara, Jalisco, Librería Font, 1971
La entrada Francisco Garcés, el descubridor de Nevada se publicó primero en Revista de Historia.