Francisco I: El enemigo perfecto.

Aprovechando el juego planteado en el blog (En busca del Personaje PaullusHistoricus), me dispongo a escribir una serie de post sobre cada uno candidatos a ganar.

En las siguientes líneas nos toca hablar sobre uno de los monarcas más recordados de la corona francesa, Francisco I. Desde nuestro punto de vista, se convirtió en el gran enemigo de Carlos I y V. Ambos protagonizaron una gran disputa por conseguir un poder hegemónico en el continente Europeo.

Pero su importancia histórica va mucho más lejos, y es que su acción fue importancia la monarquía francesa, que adquirirá una tendencia hacia la formación de un poder absolutista que absorbería torda la soberanía del reino. Pero vayamos por partes.

Francisco nació en 1494, fruto del matrimonio de Carlos de Angulema, primo del rey Luis XII y Luisa de Saboya (que enviudaría muy rápidamente). Al no tener herederos el rey, hizo llegar a la corte de Amboise Francisco, junto a su madre y hermana, como posible sucesor al trono francés. Hay que recordar que en ese reino imperaba la ley sálica, que decía que las mujeres no podían reinar, ni tampoco transmitir tales derechos.

Sufrió un accidente, al caerse del caballo y requirió de bastantes cuidados. Su educación estuvo marcado por influencia italiana, el humanismo y las manifestaciones artísticas del renacimiento. Un dato importante ya que marcaría el color de su reinado desde el mismo momento de su coronación, en 1515, tras la muerte de Luis XII.

Se casó dos veces, una con Claudia de Francia, hija del antiguo monarca, y con la que tuvo siete hijos, entre ellos quien se convertiría en Enrique II. Más tarde se llegó a casar con Leonor de Austria (hermana de Carlos V), como cláusula del tratado de Cambrai, o Paz de las Damas (por ser firmado entre Margarita de Austria y Luisa de Saboya). Potentes fueron los enfrentamientos con el emperador, pero al mismo tiempo dinamizó la política exterior de Francia, convirtiéndola en una potencia de primer orden.

Episodios como la batalla de Pavía y su periodo de cautividad en Castilla son otro de los momentos más memorable. Aunque creo que también merece la pena señalar la admiración a Leonardo da Vinci, el famoso artista italiano, a quien se llevó a territorio galo. Llama la atención la supuesta visita de Francisco a Leonardo en su lecho de muerte, poco improbable según la fuentes, pero representada en el arte en cuadros como el de Menageot del siglo XVIII.