Revista Opinión
El ministro Juan Ignacio Wert ha anunciado que se corregirán treinta entradas del Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia recién editado, sobre todo para reformar la de Francisco Franco, en la que aparece solamente como un líder autoritario, no como un dictador.
Desde que se supo que el autor de la biografía, Luis Suárez, historiador especialista en los Reyes Católicos y miembro de una fundación franquista, no calificaba el franquismo de dictadura, numerosos políticos exigieron que se modificara el texto de la obra monumental que terminará de imprimir los últimos 25 de sus 50 volúmenes en 2013.
Pero el Franco solamente “autoritario” ya estaba publicado en la primera edición, de los 25 tomos iniciales. Ya no hay posibilidad de cambiar esa edición, la Príncipe, y por tanto la de referencia permanente.
Ese es el proyecto biográfico de la Academia propuesto ya en 1738, pero que sólo se abordó en 1999, y que publicó en 2009 los primeros 25 volúmenes, hasta la H.
Gracias a Suárez, y por muchas addendas que aparezcan, Franco aparecerá en el futuro como un temible militar con muchos muertos en la guerra civil, pero también como un político que al morir dejaba un país preparado para la democracia.
Imaginemos a un historiador del siglo próximo que estudia en el Diccionario los tres años de guerra civil, la década siguiente de terrible represión y los 26 años posteriores del franquismo.
Comparará a Franco con sus coetáneos a la vista de los horrores del nazismo o el comunismo, con Stalin, Ceaucescu o Mao, protectores de muchos antifranquistas españoles.
Luego, confrontará los crímenes franquistas con los de la democracia francesa en Argelia, los británicos en La India y África, o los estadounidenses en sus múltiples guerras.
El historiador concluirá que Franco fue un autoritario representante del sanguinario siglo XX, pero no el peor dictador.
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SALAS