El PSOE tuvo tres décadas, con casi 24 años en el poder, para sacar a Franco del Valle de Los Caídos y llevarlo al cercano cementerio de El Pardo, pero tras haber perdido las elecciones, le exige ahora al PP que ordene el traslado nada más tomar el poder porque de no hacerlo demostrará que es franquista.
El razonamiento de un grupo de expertos prosocialistas que recomienda el traslado es impecable: si esa gigantesca basílica-mausoleo está dedicada a los muertos de ambos bandos en la guerra civil, Franco no debe estar allí.
Pues que lo traslade el gobierno Zapatero, que tiene aún un mes de poder.
Porque cuando llevaron a Franco allí, lo que inicialmente no estaba previsto, le prepararon la tumba en cincuenta horas, mientras cientos de miles de revenidos antifranquistas hacían procesión día y noche llorando ante su túmulo.
Franco es el único de los cerca de 34.000 cadáveres depositados que no murió en la guerra: el traslado está justificado, y más cuando el propio dictador esperaba ser sepultado en El Pardo según numerosos testimonios de allegados recogidos por los historiadores.
La decisión de inhumarlo en el segundo cementerio gigante de El Escorial –el primero es el santuario de San Lorenzo, construido por Felipe II— fue decisión de su primer ministro, Arias Navarro, refrendada por el recién coronado Rey Juan Carlos.
Adquiriría más valor moral la gigantesca obra escultórica de la cruz y sus figuras alegóricas, debida al escultor socialista Juan de Avalos (1911-2006), si recordara solamente a los muertos de ambos bandos, como decía la propaganda franquista que fue concebida.
Fracasada la idea de que las elecciones el 20N harían que los españoles no votaran a Rajoy porque representaba el franquismo en su aniversario, ahora quieren que traslade inmediatamente al dictador.
¡Háganlo ustedes, que sólo necesitan cincuenta horas y aún tienen un mes!, debería contestarles Rajoy.
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