Es posible que antes de agosto trasladen los restos de Francisco Franco desde el Valle de Los Caídos al cementerio de Mingorrubio, uno de los catorce del ayuntamiento de Madrid, a seis kilómetros de la entrada al Palacio de la Zarzuela, residencia de los reyes de España, y dos después del Palacio de El Pardo, en el que vivió el Generalísimo durante su dictadura.
Según numerosos indicios será inhumado en la cripta donde están los restos de su esposa, Carmen Polo, bajo una capilla pegada a la entrada de Mingorrubio.
Es una pétrea, cuadrada y gris construcción de no más de ochenta metros cuadrados de planta, con una pequeña imagen de la Virgen de Covadonga en el pórtico, y una puerta férrea labrada, entre otros, con relieves de veneras santiaguesas.
Uno de los motivos alegados para alejar a Franco del Valle de Los Caídos es que sirve como centro de peregrinación franquista al que van anualmente unas 250.000 personas, aunque muchas son turistas extranjeros.
El Valle no es de acceso cómodo, pero Mingorrubio posiblemente tampoco lo será: aparte de que está bajo control municipal del podemismo y Manuela Carmena, pertenece al protegidísimo parque natural del Manzanares y El Pardo, en el distrito de Fuencarral.
En el núcleo de El Pardo, alrededor de su Palacio, hay numerosos y antiguos bares y restaurantes construidos antes de que la zona fuera protegida. Esperan que Franco les traiga una época de “vacas gordísimas” con sus peregrinos.
Pero sólo se accede a El Pardo por dos carreteras estrechas alejadas entre sí, una entre montes y otra, que pasa frente a la entrada del acceso al Palacio de la Zarzuela, por la cuenca del Manzanares.
Ambas confluyen frente al Palacio de El Pardo, camino de Mingorrubio, y se saturan sobre todo los fines de semana.
Pero la Puerta del Sol está tan cerca, a unos 17 kilómetros casi todos en llano, que habrá muchos franquistas que consideren poco sacrificio peregrinar a pié, mientras que ir sin coche los 60 kilómetros desde el centro madrileño hasta el Valle de Los Caídos, buena parte montañosos, es demasiado trabajo para los nostálgicos del viejo régimen.
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SALAS