Georges Franju
Franju se ha convertido en una palabra que ha tenido un significado especial y me ha acompañado durante varios meses, desde que Quim Casas me encargó un artículo para un libro que van a editar el Festival de Cine de San Sebastián y laFilmoteca Española.Acabo de terminar el artículo que se titula «Espacios de la poesía magnética» por la siguiente frase de Ado Kyrou en su libro Le surréalisme au cinéma: «Derrière Franju restent les ruines d'une société, devant lui s'ouvrent les espaces de la poésie magnétique, les fêtes humaines de l'amour» (Detrás de Franju quedan las ruinas de una sociedad, delante de él se abren los espacios de la poesía magnética, las fiestas humanas del amor) y en este artículo escribo sobre los espacios de las películas dirigidas por Franju, que fue escenógrafo teatral entre 1930 y 1933, sobre todo, en lo referente a los límites, los muros, y los elementos que los atraviesan.Para escribir sobre Franju, además de ver sus películas, tuve que buscar sus propias palabras, los textos que escribió y sus declaraciones, relacionadas con el espacio y la arquitectura. Muchas de ellas aparecen en mi artículo, pero hay otras que no llegué a utilizar, entre ellas, unas dedicadas a los estudios cinematográficos, como las recogidas en una entrevista con François Truffaut en Cahiers du Cinéma: «Le hablaba de pórtico de Notre-Dame, el Sena, las calles, etc… He ahí el decorado natural. El estudio me aburre. Demoler y vaciar, pegar y despegar, colocar y quitar. Es a un tiempo práctico e incómodo […] el decorado natural […] aporta su propia vida, interpreta». En esta relación entre decorado y actuación había incido ya Franju, cuando escribió que «El decorado en [Fritz] Lang es un gran actor». Relación entre decorado e intérprete que no era nueva, porque ya el arquitecto Robert Mallet-Stevens había escrito en los años veinte «l'architecture joue» en referencia a la arquitectura en el cine, teniendo en cuenta que en francés "jugar" e "interpretar" o "actuar" son lo mismo.A pesar del aparente desprecio de Franju por los estudios, también declaró: «La mística del cine era el templo, quiero decir el estudio. Como muchos, soy partidario del decorado natural, pero mi reflexión, aquí, no coincide con las películas sino con el cine y es evidente que los rodajes en la vía pública han asestado un golpe fatal al prestigio de un arte que los muros del estudio protegían como los secretos de un ceremonial». Estudios que, como se sabe, prácticamente han desaparecido, como el ceremonial cinematográfico, aunque este último la mayoría de las veces no era y no es necesario..