Artista: Frank Zappa & The Mothers of InventionÁlbum: Freak Out!
Año: 1966-1995
Género: Progresivo ecléctico / Experimental
Duración: 60:05
Nacionalidad: EEUU Frank Zappa es el líder y director musical de The Mothers of Invention. Sus actuaciones en persona con el grupo son raras. Su personalidad es tan repelente que es mejor que se mantenga alejado... por el bien de las mentes jóvenes impresionables que podrían no estar preparadas para enfrentarse a él. Cuando aparece toca la guitarra. A veces canta. A veces le habla al público. A veces hay problemas.
Todo un rey en la experimentación, la vanguardia, del humor ácido, la parodia, la sátira, y ya en su primer disco, Frank Zappa y sus Mothers of Invention presentaron este primer disco en plena efervescencia hippie y psicodélica, compuesto por canciones cortas, muy cercanas al pop británico, melódicamente muy bien construidas, pero donde la psicodelia brilla en temas ya clásicos como "Who Are The Brain Police?" o "Hungry Freaks, Daddy", y donde no faltan retazos doo-wop jazzísticos que serían marca de la casa en su ecléctica y prolífica trayectoria.
Frank Zappa es uno de los músicos más prolíficos que han existido en el rock, y eso que falleció con unos 50 años de edad, con todo lo que podría haber hecho todavía. Compuso en muchos campos y en todos a gran nivel: pop, rock, jazz, clásica… Solo para comentar su obra, el tiempo invertido supera al de muchos otros nombres juntos. Al principio de su carrera formó The Mothers Of Invention como grupo de rock más bien teatral, con unas actuaciones que pronto los hicieron famosos en el mundo underground, donde música, humor y transgresión se amalgamaban para convertirles en toda una sensación de la cultura alternativa.
No quiero continuar sin señalar algo importante: para disfrutar de este gran músico no hay que olvidarse de sus letras, para lo cual recomiendo la página web El Tercer Poder, donde se pueden encontrar buenísimas traducciones al castellano de las letras, además de entrevistas y artículos de todo tipo, todo muy interesante. Mi enhorabuena a su autor, que se llama Román García Albertos, por un trabajo tan arduo y loable y por ponerlo a disposición de cualquiera.
Y es que la ironía y mordacidad de las letras de Zappa no hay que perdérsela. Solo en la primera canción (‘Hungry Freaks, Daddy’) hace una crítica feroz al sistema educativo estadounidense, donde los que quieren expresarse libremente son señalados como escoria. Y bueno, otra de las facetas particulares de este artista es la parodia-homenaje de otros estilos más populares, sobre todo del doo-wop y las baladas edulcoradas. Así, tenemos ‘Go Cry On Somebody Else's Shoulder’ o ‘How Could I Be Such A Fool’ como ejemplos más claros. Por supuesto, aquí las letras son amorosas, pero no dejan de tener ese punto paródico y satírico que las hacen divertidas e interesantes. ‘I Ain't Got No Heart’ probablemente sea el mejor ejemplo de lo comentado, pues resulta difícil no sonreír cuando se escucha a los coros haciendo “Yeeeeeee”.
El humor atraviesa el disco casi de punta a punta, con ritmos que suenan ágiles y novedosos como en ‘Wowie Zowie’, canción pop sencilla con un xilófono de instrumento principal y con letras que dicen cosas como “I don't even care if you shave your legs” (“ni tan siquiera me preocupa si te afeitas las piernas”); la formidable ‘You're Probably Wondering Why I'm Here’, canción rara en su interpretación donde las haya, pero con unas melodías muy pegadizas y donde los mirlitones vuelan, además de poseer una graciosa letra; en cambio, de ‘Anyway The Wind Blows’ no se sabe si es una respuesta a Dylan, pero no deja de ser otro gran ritmo pegadizo a añadir a la lista; o ‘Motherly Love’, una canción rockera y con mucha energía. Pero tanta broma no es impedimento para que Zappa también se ponga más serio y crítico en temas como ‘Who Are The Brain Police?’ o el magnífico blues-rock ‘Trouble Every Day’, este último de las pocos de este disco que seguiría tocando en directo posteriormente, cambiando en la línea original “Well I'm about to get sick / from watchin' my TV” (“me estoy poniendo malo de mirar la tele”) lo de “my TV” por “MTV”. Qué agudo, ¿eh?
Y para el final del disco, que originalmente era un doble LP, el bueno de Frank nos deja unos collages musicales que, si bien no son para escucharlos más de una vez, a mí al menos me resultan entretenidos porque no son sonidos grabados aleatoriamente o haciendo pruebas, todo lo que aparece está meditado y tiene un propósito aunque no sea evidente. Zappa siempre fue un músico muy meticuloso con la composición para ponerse a grabar por el mero hecho de rellenar huecos. No recuerdo si para este disco o para otro, el mismo Zappa comentó que con ciertos sonidos buscaba lograr un efecto como el de las bandas sonoras, donde sonidos atonales o estridentes lograban una emoción (en este caso negativa) en la audiencia.
En cualquier caso, estamos ante una obra maestra que resulta asombrosa para el año 1966, pues en ese momento los que podían llegar a tan excelso nivel eran artistas ya consagrados como The Beatles, The Rolling Stones, Bob Dylan, The Byrds o The Beach Boys, pero no unos debutantes. Ah, y también hay que destacar las anotaciones originales del disco, presentes en el libreto del CD, donde The Mothers Of Invention siguen mostrando su humor entre intelectual y gamberro. Como ejemplo, una de las citas de alguien de Columbia sobre ellos: “No commercial potencial”.
Hay mucha seriedad detrás de todo: rebeldía, crítica a la sociedad y, sobre todo, una gran artesanía compositiva. Puedes ser gracioso y muy serio al mismo tiempo, y Frank Zappa es un ejemplo obvio de eso. Lo bueno es que no es solo extraño y divertido, hay mucha seriedad detrás de todo esto: rebeldía, crítica a la sociedad y, sobre todo, una gran artesanía compositiva. Puedes ser gracioso y muy serio al mismo tiempo, y Frank Zappa es un ejemplo obvio de eso.
Y la semana que viene seguiremos con más Zappa en el blog cabezón!
Antes de que su reproductor se vea asediado con ácidas críticas, pelos de bigote y el interior de Suzy Creamcheese debe saber que: «No hay ninguna esperanza de aptitud comercial en este álbum”, como dijo un hombre importante de Columbia Records cuando Frank Zappa le llevó la demo con los temas de la banda, camuflados bajo la etiqueta de blues. Esta estrategia fue clave para enganchar posteriormente al productor Tom Wilson. Basta escuchar cualquier tema del segundo álbum doble de la Historia del Rock (el primero fue “Blonde on Blonde” de Dylan) para saber que en Columbia tenían razón. Algo parecido le harían The Residents a su primer trabajo. Tampoco lo del blues es del todo falso. La banda originaria, antes de la llegada de Zappa, se contentaba con hacer versiones de temas clásicos de Rhythm & Blues, y las distorsiones y elocuencias de la presente formación se distribuyen sobre melodías que siguen los esquemas del Doo-Wop y el Rock & Roll más clásico.
¿Qué querían decir entonces las eminencias de la discográfica? ¿Estaba la Tierra preparada para la llegada de las Madres de la Invención? Sin duda. La experimentación bañaba en 1966 las costas de toda la música culta (oneroso nombre con el que se agrede a la Clásica y al Jazz) pero pocos eran los que se habían atrevido a introducirla en los lucrativos cánones de la música convencional. Como el líder de la agrupación dijo satíricamente en numerosas ocasiones: «Estamos en esto sólo por la pasta”. Así se dio rienda suelta a la creatividad del músico, que aún tendría mucho que decir en una de las carreras más prolíficas y arriesgadas que se hayan registrado en los anales del género.
El primer paso de una carrera entregada a la música, a la creatividad y al desenmascaramiento de la industria musical
Mientras que la duración de los temas del primer disco se ajusta con normalidad a los estipulados por cualquier banda decente de la época, en el segundo álbum la duración de las pistas se alarga y la experimentación se vuelve más radical, casi dando pie a hablar de dos ideas distintas.
Analicemos con cuidado el doble LP. Limpie primero el queso derretido con el que sin duda estos seres habrán mancillado su copia y busque, si la edición adquirida se lo permite, las hilarantes notas que le han ido dejando. Forman parte inescindible de su universo. Comprobará con alivio que la duración de los temas del primer disco se ajusta con normalidad a los estipulados por cualquier banda decente de la época, tendencia que se mantendría más o menos invariable en los dos siguientes álbumes, aunque en ellos la improvisación y la creatividad se dispararían mucho más. Esta tranquilidad no la da el segundo, en el que la duración de las pistas se alarga y la experimentación se vuelve más radical, casi dando pie a hablar de dos ideas distintas. Se puede anticipar que la primera depara melodías más convencionales a las que nos tienen acostumbrados (no por ello menos gamberras) mientras que la segunda apunta a la senda por la que se decantaría el compositor. Respaldado por su incondicional admiración hacia Edgar Varèse no es de extrañar que la música concreta (sonidos pregrabados y distribuidos irregularmente por el discurso sonoro) tenga un peso especial en sus creaciones, añadiendo efectos vocales en casi todas las pistas, aunque la composición de las líneas melódicas recuerde más al dodecafonismo. Es precisamente en este apartado donde aparece la mayor creatividad.
Respaldado por su incondicional admiración hacia Edgar Varèse no es de extrañar que la música concreta (sonidos pregrabados y distribuidos irregularmente por el discurso sonoro) tenga un peso especial en sus creaciones.
La propuesta inicial la constituyen once temas que no se distancian demasiado en su estructura o duración de los de cualquier conjunto de la época. Ya en el primero encontramos los ingredientes característicos del resto. “Hungry Freaks, Daddy” contiene voces trémulas, cambios de tiempo, modulaciones constantes a otras tonalidades, cortes estilo collage, arriesgados solos de guitarra y ataques directos al sistema americano. Están de mal humor, debe haberles enfurecido tener que salir del envoltorio. Corren a sus puestos, porque una vez desperezados son trabajadores y unos músicos de primera. Sin embargo, es probable que no sepa distinguir si están de broma o van en serio, y que no crea posible que un solo integrante pudiera convencer al resto de cambiar el estilo de manera tan radical. Uno de ellos, Jimmy Carl Black, toca el xilófono. Este instrumento y otros atípicos objetos de cocina aparecerán con frecuencia en las composiciones del grupo. Como prueba de que también les gusta dramatizar sigue “I Ain’t Got No Heart”. Sus expresiones faciales se deforman en burla, después llega un estribillo algo más convencional. Poco antes de acabar les ataca una grave enfermedad, que da paso a la terrorífica posibilidad de que en nuestro cerebro, conviviendo con nuestros pensamientos, haya una patrulla policial. El grado más elevado de censura, saltando de un oído al otro. “Who Are the Brain Police?” pretende seguir los sigilosos pasos de este escuadrón íntimo. El bajo de Roy Estrada espía desde el inicio de la canción, en un mundo subterráneo. Aquí encontramos a un Zappa más inventivo, desgarrando la guitarra como lo harían Velvet Underground un año después, moviéndose igual que un pez en una atonalidad dulce, bajo las farolas expectantes. Así se mantendría en los trabajos consecuentes: “Absolutely Free” y “We’re Only In It for the Money”.
Es cierto que en «Freak Out!” no encontramos al maestro de “Over-Nite Sensation”, “The Grand Wazoo” o “Hot Rats”, y la influencia del jazz aún es algo pobre, pero la música popular había visto hasta el momento pocos alardes de creatividad como este.
A continuación la banda se verá en la obligación de ponerse pastelosa, avanzando por terreno más seguro. “Go Cry on Somebody Else’s Shoulder” es una balada burlesca que pretende parodiar los éxitos del Doo-Wop y el pop tradicional. Entraña menos desvaríos que las previas, al igual que “Motherly Love”, con estructuras incluso fáciles de memorizar, y sobre todo instrumentos improvisados con la lengua. La íntima “How Could I Be Such a Fool?” es menos histriónica, con arreglos para trompeta que podrían haber colado en un álbum de The Platters, si no fuera por la letra.
“Wowie Zowie” hace cosquillas desde el principio, no es de extrañar que fuera una de las favoritas de los seguidores. Responde a un esquema próximo al de los segmentos contenidos en “Chunga’s Revenge”, aunque no tan cambiante. Algo más exótica es “You Didn’t Try to Call Me”, donde los músicos empiezan a entrar en una peligrosa mitosis. Hay más. De momento no son suficientes para armar jaleo, la comida se puede repartir y que toquen a menos. Luego regresan a la vena más tradicional: “Any Way the Wind Blows”, que recuerda inevitablemente a los primeros éxitos de los Beatles. No chocaría bajar a un bar y escuchar este tema a la banda invitada. De hecho, éste y otros del mismo álbum serían regrabados en un intento de rizar el rizo en “Cruising With Ruben & The Jets” donde el afán de ironizar arribaría a un Doo-Wop puro y duro. Prescindible. Siguiendo con “Freak Out!” encontramos revertido el Rock & Roll de “I’m Not Satisfied”, que no termina de saciar tan bien las ganas de vandalismo como “You’re Probably Wondering Why I’m Here”, atiborrada de los registros del vocalista principal Ray Collins, acompañado de Zappa. Estratégicamente colocada, es una de las más llamativas del LP.
Zappa no concebía las limitaciones de los géneros, y si bien era un apasionado de la guitarra y la música electroacústica, también lo era de los compositores clásicos, lo que trató de aunar en sus composiciones abriéndose paso a través de una senda única, no sólo al nivel del rock o el jazz, sino de la música en general.
Notará en el momento en que la banda se tome un respiro para cambiar de LP que éste está mucho más sucio que el otro. Normal. El verdadero núcleo del “Freak Out!” reside ahí. A medida que vaya cruzando su desierto comprobará cómo las voces se distorsionan más y más, los músicos se multiplican y sus comentarios se vuelven más absurdos que de costumbre. Querrán que se confíe al oír “Trouble Every Day”, y así piense que mientras no vayan a más no tiene por qué echarlos de su casa. Un ritmo repetitivo de guitarra, una armónica, algún solo del maestro y unas frases correctas en contra del racismo de cualquier clase le convencerán de que está a salvo. Pero de un momento a otro cambiarán el tiempo, se le echarán encima. Para el momento en que decidan tocar “Help I’m a Rock” estará completamente hipnotizado, azotado por el calor y el idioma de ruidos guturales a través del que se comunican. Una obscenidad tras otra. Cuando comiencen a corear “It Can’t Happen Here” alrededor de su cabeza amordazada estará entrando en el universo de sus captores. Imitaciones de animales, dadá, el busto de Edgar Varèse resurgiendo de la arena, la improvisación jazzística… De pronto austeridad, de pronto exceso.
La voz de Susie Creamcheese será vulgarmente suplantada, hasta que en “The Return of the Son of Monster Magnet” responda la única y original. Este instante de confusión será aprovechado por las madres para introducirse dentro de su cabeza. Demasiado tarde. Lo melódico y lo artificioso conviven en el interior, los elementos robotizados suplantan a las neuronas originarias. La batería va tripulando por todas las regiones cefálicas, voces infernales o amigables, placenteras, comentarios que la pobre Susie aún percibe del exterior. Pero el halo de destrucción que van dejando estos desarrapados se deja ver enseguida: lavado mental (America’s wonderful), improvisación, ideas incompletas que campan a sus anchas como si tuvieran pleno derecho. Todas estas nociones vienen a imbricarse en un entramado homogéneo, efectivo. Llegando al final regresamos a una infancia de pesadilla que recuerda al “Visage” de Berio y al “Canto de los Adolescentes” de Stockhaussen, repleta de coros chillones, voces de los adultos y terrores nocturnos. Zappa nunca dejó de demostrar su descontento por el apremio al que fue sometido y que le impidió terminar la obra, como dejó reflejado en el sobretítulo que ésta acarrea: “Unfinished Ballet in Two Tableaux”.
La oposición que el músico halló en la industria musical sólo sirvió de aliciente para afianzarse en alguien más crítico, agresivo y experimental. No concebía las limitaciones de los géneros, y si bien era un apasionado de la guitarra y la música electroacústica, también lo era de los compositores clásicos, lo que trató de aunar en sus composiciones abriéndose paso a través de una senda única, no sólo al nivel del rock o el jazz, sino de la música en general. Cierto que en este primer trabajo no encontramos al maestro de “Over-Nite Sensation”, “The Grand Wazoo” o “Hot Rats”, y la influencia del jazz aún es algo pobre, pero la música popular había visto hasta el momento pocos alardes de creatividad como aquél, que servirían de base para el nacimiento del rock progresivo y vanguardista, y aún hoy día es citado como referencia por bandas y compositores de renombre.
El Quinto Beatle
Lista de Temas:
1. Hungry Freaks, Daddy? (3:27)
2. I Ain't Got No Heart (2:30)
3. Who Are The Brain Police? (3:22)
4. Go Cry On Somebody Else's Shoulder (3:31)
5. Motherly Love (2:45)
6. How Could I Be Such A Fool (2:12)
7. Wowie Zowie (2:45)
8. You Didn't Try To Call Me (3:17)
9. Any Way The Wind Blows (2:52)
10. I'm Not Satisfied (2:37)
11. You're Probably Wondering Why I'm Here (3:37)
12. Trouble Comin' Every Day (6:16)
13. Help, I'm A Rock (Suite In Three Movements) (8:37) :
- 1st Movement: Okay To Tap Dance
- 2nd Movement: In Memoriam, Edgar Varese
- 3rd Movement: It Can't Happen Here
14. The Return Of The Son Of Monster Magnet (Unfinished Ballet In Two Tableaus) (12:17) :
- I. Ritual Dance Of The Child Killers
- II. Nullis Pretii (No Commercial Potential)
Alineación:
- Frank Zappa / guitar, vocals, kazoo, leader, composer, arranger, orchestrations & conductor
- Ray Collins / lead vocals, harmonica, tambourine, finger cymbals, kazoo & Fx
- Elliot Ingber / lead & rhythm guitars
- Roy Estrada / bass, guitarrón, soprano (boy) vocals
- Jim Black / drums, vocals
With:
- Carol Kaye / 12-string guitar
- Neil LeVang / guitar
- Eugene DiNovi / piano
- Les McCann / piano (uncredited)
- Mac Rebennack / piano (uncredited)
- David Anderle / violin
- Benjamin Barrett / cello
- Edwin V. Beach / cello
- Emmet Sargeant / cello
- Joseph Saxon / cello
- Kurt Reher / cello
- Paul Bergstrom / cello
- Raymond Kelley / cello
- John Rotella / clarinet, saxophone
- Plas Johnson / saxophone, flute
- George Price / French horn
- Arthur Maebe / French horn, tuba
- David Wells / trombone
- Virgil Evans / trumpet
- John Johnson / tuba
- Kenneth Watson / percussion
- Gene Estes / percussion
- Kim Fowley / sounds ( "hypophone")
- Motorhead Sherwood / noises
- Carl Franzoni / freak actor voice
- Vito Paulekas / freak actor voice
- Jeannie Vassoir / voice of "Cheese"