El lobo se vestía con piel de cordero y el rebaño consentía el engaño – Mary Shelley
Prometeo es el Robin Hood del fuego: roba el fuego a los dioses para dárselo a los mortales – Centrifugado de Letras
Consabida es la historia de Frankenstein, escrita por Mary Shelley en el siglo XIX. Se trata de una obra incluida dentro del marco de la «novela gótica», un género amado por muchos y dentro del cual pueden ubicarse obras españolas como «El Príncipe de la Niebla», «Marina» o «La Sombra del Viento», todas ellas del escritor catalán Carlos Ruiz Zafón (uno de los mayores escritores dentro de este género, desde mi apreciación personal).
No hay duda que pueda albergarse respecto al éxito de Frankenstein. Por todos es conocido el relato de este personaje tan rechazado y repudiado de forma constante por una sociedad incapaz de valorar la belleza en algo tintado de grotesco y deforme. Llevada a las grandes pantallas, la novela es el espejo que muestra el reflejo de las adversidades de su autora: dificultades que tuvo que enfrentar en una vida que fue la realmente escogida por ella y de la que pudo enorgullecerse en algunos aspectos, para lamentarse en otros (supongo que como todos nosotros, en definitiva).
También es bien conocida la leyenda de que «Frankenstein» nació de la mente de Mary Shelley basándose en un sueño que tuvo durante la noche previa a iniciar la novela. Lord Byron, Polidori (el médico que atendía al Lord), Percy (el compañero sentimental de Shelley) y la propia Mary, se propusieron matar el tiempo en la mansión de Lord Byron durante unos días de tormenta, escribiendo cada uno de ellos una novela. En la noche previa al «concurso», Mary tuvo la brillante idea de tratar como tema secundario en su obra, la posibilidad de revivir a los muertos por medio de avances tecnológicos. Digo «como tema secundario», porque en principio la reanimación de los muertos era la base de su novela, pero finalmente terminó por volcar en ella muchos de los sentimientos y experiencias que había ido reteniendo en su memoria y corazón durante sus primeros 18 o 19 años de vida, dando lugar a una novela que se centra más bien en la soledad y aislamiento en un entorno de incomprensión y en las consecuencias de vivir en una sociedad incapaz de acoger una innovación tan avanzada como lo sería el supuesto caso de la «resurrección».
La obra tuvo un gran clamor, aunque en un principio fue publicada bajo el nombre de Percy (por ser ella mujer). No obstante, él terminó reconociendo la verdadera autoría de Mary en una reunión con motivo de presentación del libro a los lectores, celebrada en la librería del padre de Mary. Por su parte, la obra escrita por John William Polidori (médico de Lord Byron) fue publicada bajo el nombre del propio Lord, sin que se reconociera la autoría de Polidori, hecho que junto con otros le empujaron al suicidio.
Hecho este gran prólogo, demos paso al resto del artículo, en el que analizaremos el título de Frankenstein y la razón de conocerse también como «El Moderno Prometeo».
FRANKENSTEIN Y PROMETEO
Como en todo lo tocante a la mitología, hay varias versiones que explican los distintos mitos. En el caso del mito de Prometeo, lo voy a explicar a grandes rasgos, para que entendáis en qué consiste este mito y qué relación podemos establecer pues, con Frankenstein.
Para comenzar, podemos decir que había varios grupos de dioses. Los que más conocemos son los titanes y los dioses del Olimpo (encabezados por Zeus). Los titanes se definen como un grupo de 6 hombres y 6 mujeres, todos ellos creados a pares. Entre los titanes destacan Crono y Rea, quiénes tuvieron varios hijos. No obstante, Crono se comía a todos sus hijos, con tal de que no lo destronaran. Sin embargo, Zeus sobrevivió gracias a su madre, que lo protegió de Crono. Con Zeus se inicia la dinastía de los dioses del Olimpo. Llega un momento en que Zeus desea destronar a Crono, cumpliéndose de este modo lo que Crono había querido evitar durante tanto tiempo. Finalmente, Zeus toma poder. Pero, lo que no espera es la aparición de la figura de Prometeo.
Prometeo pertenece a la dinastía de los titanes, no a la de los dioses olímpicos. El caso es que llega un momento en que los dioses se deciden a crear a los animales, sin distinción entre bestias y seres humanos. En este momento de la historia, hay algunos mitos que apuntan a que fue Prometeo quien creó al hombre y, otros mitos en los que se apunta a Zeus. La cuestión es que los hombres eran seres tan «primitivos» como los animales. Se hizo un reparto desequilibrado de las cualidades entre los animales: a unos se les dotó de fuerza, a otros se les dotó de rapidez… de tal manera que las virtudes de unos compensaban sus propias carencias. No contento con ello, Prometeo se dijo, tras supervisar toda la creación de los animales, que el hombre se encontraba bastante desprotegido, porque mientras que a las «bestias» se les había otorgado virtudes que paliaran sus defectos, los hombres se encontraban desnudos y sin protección alguna frente a dichos fallos. Así es que Prometeo se decide a robar el fuego que custodia Zeus. Gracias a su astucia e inteligencia, Prometeo consigue burlar la seguridad con la que el fuego permanecía protegido en el Olimpo, y tras robarlo, se lo da a los hombres. El fuego, aparte de ser un sistema que va a permitir a los seres humanos el resguardarse del frío y el evolucionar, les dota de inteligencia y autonomía. El fuego permite que el ser humano deje de ser una bestia más y pase a igualarse a los dioses, aunque no en su inmortalidad.
Cuando Zeus advierte de lo sucedido, se decide a vengarse de Prometeo. Pero esta venganza ya es harina de otro costal, pues es lo que se conoce como «El mito de Pandora».
¿QUÉ RELACIÓN PUEDE TENER EL FUEGO CON FRANKENSTEIN?
Debemos recordar primeramente que Frankenstein no es el monstruo creado, sino el apellido del doctor que lo crea, Víctor Frankenstein, quien desea convertirse en el primer doctor capaz de poder crear vida de entre los muertos. Finalmente, lo consigue (de lo contrario, no estaríamos hablando del monstruo de Víctor Frankenstein), pero es tanta su aversión hacia el resultado obtenido, que llega a repudiar a la criatura que él mismo ha creado. Esto genera que, desde su nacimiento y primera toma de contacto con la vida (vida que se le manifiesta por medio de la figura de su creador), la criatura sufra de la primera muestra de rechazo. Esta primera muestra le lleva a consumar una venganza para con el doctor, escapándose así del taller en el que es creado, para llevar a cabo una serie de crímenes, uno de los cuales (en concreto) afectará a Víctor Frankenstein de forma directa, en su vida personal.
El «Fuego» se hace patente en la obra por medio del doctor. A su vez, la obra no se titula «El Monstruo de Frankenstein», sino «Frankenstein o el Moderno Prometeo», porque no puede recibir otro título que refleje mejor el argumento y objetivo de la obra, ya que en ambos casos , el título debe indicarnos que Frankenstein (el doctor) es el Prometeo actual, el Prometeo de inicios del siglo XIX. Del mismo modo que Prometeo, Frankenstein roba algo que le corresponde a Dios: la posibilidad de crear vida. Dios (en el Génesis) o los dioses (titanes u olímpicos, según la versión mitológica) crean a los hombres del barro, destacando el barro como materia inerte. De igual forma, Frankenstein crea a una criatura a partir de un cuerpo inerte formado por distintas partes de cadáveres obtenidos por el doctor.
Frankenstein roba el fuego de los dioses, igual que Prometeo. Pretende realizar algo que corresponde solamente al poder divino, y que genera que dé lugar a una criatura capaz de pensar por sí misma, con inteligencia suficiente como para poder hablar y consumar su venganza. Pero, del mismo modo que Prometeo es castigado con la caja de pandora (que es una caja que abre todos los males con los que los seres humanos de Prometeo, se verán afectados), Frankenstein es castigado por su propia criatura o «engendro» (como él la llama a lo largo de la obra), a través de crímenes. La criatura que él mismo ha creado al darle el «fuego de la vida», se venga de él abriendo una caja de pandora metafórica, de la que salen crímenes y crímenes. Como conclusión, Víctor Frankenstein intenta usurpar el poder de Dios, haciendo que lo que era inerte y libre ya de inteligencia alguna, se reviva, y le pague (en venganza) con la moneda opuesta a la de la vida, que es la de la muerte, patente en los crímenes cometidos por la criatura de Frankenstein, alterando así la conciencia del doctor.
Hasta aquí el artículo. «Frankenstein» ha sido una obra vital, hasta el punto de que aparte de ser versionada en forma de películas, ha servido como base de inspiración para animaciones como «Frankenweenie» (de Tim Burton) o la aparición de los «Zombies», que en mi opinión, no son una invención novedosa, sino una actualización de lo ya propuesto por Mary Shelley en su día.