Revista Comunicación
-Me pregunto si pudiera ayudarme a buscar esta muñeca para mi hija.
-Bright Betsy. Ella llora y se moja encima. Pero me temo que no tenemos en existencia.
Pero tenemos muchas otras muñecas. De todo tipo realmente...
-¿Cuál fue su muñeca favorita cuando tenía cuatro años?
-¿La mía? Yo nunca... No con muchas para ser honesta.
-¿Qué querías tú a esa edad?
-Un juego de trenes.
Amo la Navidad. Envolver regalos y todo eso. Y luego, de algún modo, acabas quemando el pavo de todas formas.
-¿Dónde aprendiste tanto de trenes?
-Yo leo... demasiado probablemente.
-Tú tienes trabajo, Phil.
-¿Llamas a eso trabajo? Yo lo llamo ilusión.
-Pero te pagan.
-La esposa de Cy Harrison...
-Jeannette.
-Jeannette preguntó por ti.
-¿Es la empleada 645-A, Therese Belivet?
-Sí.
-La estamos comunicando.
-¿Hola?
-Así que eras tú.
Lo que quería decir era... ¿Toman el almuerzo ahí? Déjame llevarte a almorzar. Es lo menos que puedo hacer.
-¿Harge es su esposo?
-Bueno... técnicamente nos estamos divorciando.
-Lo siento.
-No lo estés.
-¿Y tú vives sola, Therese Belivet?
-Sí. Bueno. Está Richard. Le gusta vivir conmigo. No... no es nada de eso. A él
le gustaría casarse conmigo.
-Ya veo. ¿Y a ti te gustaría casarte con él?
-Bueno, apenas sé qué pedir para comer.
-Qué chica tan extraña eres.
-¿Por qué?
-Salida del espacio.
-Eres siempre la mujer más hermosa de la habitación.
-Dile eso a tu madre.
-¿Cómo son tus fotografías?
-No sé. Probablemente no muy buenas.
-No. ¿De qué son? ¿De qué tomas fotos?
-Pájaros, árboles, ventanas. De todo en realidad.
-Siempre me siento rara tomando fotos de personas. Es como un tipo de...
-¿Una invasión de su privacidad?
-Todos tenemos afinidad por las personas. Nos gustan ciertas personas. A ti
te gustan ciertas personas, ¿no?
-A veces.
-Y no te gustan otras. Y no sabes por qué estás atraída por algunas y no por otras. La única cosa que sabes es si eres atraída... o no lo eres. Es como la física. Rebotando unos con otros como bolas de pinball. Pero no todo es tan simple como bolas de pinball reaccionando entre sí.
-No.
-Algunas cosas ni siquiera reaccionan. Pero todo está vivo.
-¿Puedo hacer algo?
-Sólo déjalo ser.
Justo cuando crees que no se puede poner peor, se acaban los cigarros.
-¿Él puede hacerlo? ¿Es correcto?
-No sé si correcto. Pero sí legal.
-¿Cuántas veces te has enamorado?
-Nunca.
-Dos personas que se enamoran el uno del otro. Digamos un chico y un
chico. Así como así.
-No conozco a nadie así. Pero te diré esto: siempre hay una razón para eso, en el fondo.
-¿Entonces no crees que pueda pasarle a alguien, a cualquiera?
-No. No lo creo. ¿Qué quieres decir? ¿Estás enamorada de una chica?
¿Crees que tienes lo que se requiere para manejar una pelirroja?
-¿Dime que sabes lo que haces?
-No lo sé. Nunca lo supe.
¿Tienes algo en el refrigerador además de los químicos de fotos?
¿Tiene algún sentido... no sé... en luchar contra eso?
-Me voy a ir por un tiempo.
-¿Cuándo? ¿Dónde?
-Donde mi auto me lleve. Al oeste. Pronto. Y pensé que tal vez te gustaría venir conmigo. ¿Quisieras?
-Estás muy enamorada de esa mujer. Es por eso que actúas como una colegiala.
-No es así. Sólo me agrada. Es todo. Me gusta cualquier persona con la que pueda hablar.
Nunca he estado más despierta en toda mi vida.
¿Por qué no tomar la suite presidencial? Digo... si el precio es atractivo...
-Siempre pasaba año nuevo sola. En la multitud... Este año no estoy sola.
-Llévame a la cama.
-Mi reputación se basa en mi eficiencia, señora Arid.
-¿Cómo sé que no mientes?
-No lo sabe, señora.
-¿Cómo pudiste?
-Soy un profesional, señorita Belivet. No es nada personal.
-Y debí decirte que no. Pero nunca digo que no. Y es egoísta porque... porque tomo todo y no sé nada, no sé qué quiero. ¿Cómo podría cuando todo lo que hago es decir que sí a todo?
-Tomé lo que me diste voluntariamente. No es tu culpa, Therese.
Todo vuelve a su punto de partida. Agradece que fue más temprano que tarde.
Nuestras vidas están puestas delante de nosotros, un amanecer perpetuo.
Hago lo único que puedo... te libero.
Quiero que seas feliz. No te di eso, yo... Te fallé, los dos pudimos
haber dado más, pero... Ambos nos regalamos a Rindy. Y eso es lo más impresionante, el más generoso de los regalos. Entonces, ¿por qué pasamos tanto
tiempo alejándola uno del otro?
Y te ves muy bien, ¿sabes? Como si hubieras florecido de repente. ¿Es lo que pasa cuando te alejas de mi?
-Esperaba que podría gustarte venir a vivir conmigo. Pero supongo que no.
¿Te gustaría?
-No lo creo.