¿Dónde estabas cuando cimenté la tierra? ¿Cuando cantaban las estrellas del alba y los hijos de Dios se regocijaban?
Job 38: 4-7
Hermano. Madre. Ellos me llevaron a tu puerta.
Las monjas nos enseñaron que hay dos sendas en la vida: la de la naturaleza y la de la gracia. Hay que elegir cuál se seguirá. La gracia no trata de complacerse a sí misma. Acepta que la desaíren, que la olviden, que le tengan aversión. Acepta insultos y agravios. La naturaleza es interesada. Hace que otros la complazcan. Le gusta dominarlos. Para salirse con la suya. Encuentra razones para ser infeliz cuando el mundo brilla a su alrededor, cuando el amor sonríe a través de todo. Nos enseñaron que nadie que ama la senda de la gracia termina mal. Te seré leal. Pase lo que pase.
No te alejes de mí, porque la angustia está cerca.
El Señor da y el Señor quita. Y así es Él. Envía moscas a las heridas que Él debería sanar.
Veo el niño que fui. Veo a mi hermano.
¿Cómo pudo soportarlo ella?
Señor. ¿Por qué? ¿Dónde estabas tú? ¿Lo sabias? ¿Qué somos para ti? Respóndeme. Te lo suplicamos. Mi alma. Mi hijo.
Hablaste conmigo desde el cielo. Los árboles. Antes de saber que te amaba y que creía en ti. ¿Cuándo tocaste mi corazón por primera vez?
-¿Quieres a tu padre?
-Sí, señor.
No hagas lo que yo hice. Prométemelo. Soñé con ser un gran músico. Me distraje. Mientras que te quedas esperando a que algo ocurra, se te pasó. Se te pasó la vida. La viviste.
Job imaginó que construiría su nido en las alturas, que la integridad de su conducta lo protegería contra la desgracia. Y sus amigos creyeron, equivocadamente, que el Señor solamente había podido castigarlo porque había hecho algo malo en secreto. Pero no. La desgracia también les ocurre a los buenos. No podemos protegernos contra ella. No podemos proteger a nuestros hijos. No podemos decirnos: “Aunque yo no sea feliz me aseguraré de que ellos lo sean”. Vamos con el viento en popa. Creemos que nos empujará para siempre. No será así. Nos desvanecemos como una nube. Nos marchitamos como la hierba de otoño y, como un árbol, nos arrancan de raíz. ¿Hay algún fraude en el orden del Universo? ¿No hay nada imperecedero, nada que no fallezca? No podemos quedarnos donde estamos. Tenemos que seguir adelante. Tenemos que hallar aquello superior a la fortuna o al destino. Solamente eso puede traernos paz. ¿El cuerpo del sabio o del justo está exento del dolor, del desasosiego, de la deformidad que podría arrasar su belleza, de la debilidad que podría destruir su salud? ¿Confían en Dios? También Job tenía un lazo estrecho con el Señor. ¿Sus amigos y sus hijos son su estabilidad? En el mundo entero no hay un escondite donde los problemas no te alcancen. Nadie sabe cuándo visitará su casa la aflicción, así como le pasó a Job. En el instante que todo le fue arrebatado a Job, supo que había sido el Señor quien se lo había arrebatado. Dejó de buscar las recompensas materiales fugaces de la vida. Buscó lo eterno. ¿Él que ve la mano de Dios solamente nota que Él da? ¿O él que ve la mano de Dios también no ve que Él quita?
La gente equivocada padece hambre, muere. La gente equivocada recibe amor. El mundo vive de las artimañas. Si quieres tener éxito, no puedes ser demasiado bueno.
¿Vas a seguir desafiándome?
¿Dónde estabas tú? Dejaste que un niño muriera. Dejas que ocurra cualquier cosa. ¿Por qué he de ser bueno si tú no lo eres?
Ayúdense entre ustedes. Amen a todos. A toda hoja. A todo rayo de luz. Perdonen.
No voy a hacer lo que me ordenes. Voy a hacer lo que yo quiera.
No me digas “papá”. Me dirás “padre”.
Es tu casa. Puedes echarme cuando quieras. Te gustaría matarme.
Lo que quiero hacer, no puedo hacerlo. Hago lo que odio.
¿Qué fue lo que me enseñaste? No sabía cómo llamarte entonces. Pero veo que eras tú. Siempre me llamabas. Anhelaba que me quisieran porque yo era fantástico. Un gran hombre. No soy nada. Miren la gloria que nos rodea. Los árboles, los pájaros. Pasé la vida en la vergüenza. Lo deshonré todo y no noté la gloria. Un tonto.
-¿Sabes, Jack? Lo único que quise para ti fue hacerte fuerte, para que crecieras y fueras independiente. Quizá he sido duro contigo. No me enorgullezco de eso.
-Soy tan malo como tú. Me parezco más a ti que a ella.
-Ustedes mis hijos, son mi único logro en la vida. No hice nada más. Son todo lo que tengo, todo lo que quiero tener.
La única manera de ser feliz es amando. Si no amas, la vida se te pasará volando.
Sé bueno con ellos.
Cuídanos, guíanos, hasta el final de los tiempos. Sígueme. Te lo entrego. Te entrego a mi hijo.