Revista Comunicación

frases de “El Lobo de Wall Street”

Publicado el 17 enero 2014 por Libretachatarra

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El mundo es un negocio. Y una selva.
Soy dueño de una mansión, jets privados, seis coches, tres caballos, dos casas para vacaciones y un yate de 170 pies. También apuesto como un degenerado, bebo como un pescado, tengo sexo con prostitutas (tal vez cinco o seis veces a la semana), tengo a tres agencias federales tratando de atraparme. Por cierto... me encantan las drogas.
Sí, a diario consumo suficiente droga como para sedar a Manhattan, Long Island y Queens por un mes.
Tomo analgésicos de 10 a 15 veces por día para mi dolor de espalda. Adderal para mantenerme enfocado. Zanax para no ponerme nervioso y adormecerme un poco. Cocaína para levantarme otra vez y morfina… bueno... porque es asombroso.
El dinero no solo te compra una vida mejor: mejor comida, mejores coches, mejores vaginas. También te hace una mejor persona.
¡Tres... dos... uno! ¡A cogerlos!
-Nos traerás dos Martinis. Ya sabes cómo me gustan: sin hielo. Luego, precisamente 7 minutos y medio después de eso, nos traerás dos más. Luego dos más después de eso cada 5 minutos. Hasta que uno de nosotros se desmaye.
-Excelente estrategia señor.
-¿Es capaz de drogarse durante el día y aun puede hacer su trabajo?
-¿Cómo mierda más lo podría hacer? Cocaína y prostitutas, amigo mío.
El nombre del juego: mover el dinero del bolsillo de tu cliente hacia el tuyo.
Regla número uno de Wall Street: nadie... no me importa si eres Jimmy Buffet… nadie sabe si las acciones van a subir, bajar, ponerse de lado o en jodidos círculos. Menos nosotros, los corredores.
Si tienes un cliente que compró acciones a US$8 y ahora valen US$16, por lo cual esta jodidamente feliz, quiere cobrar, llevarse el dinero y correr a casa. No lo dejes hacerlo. Porque eso lo haría real.
Él piensa que se está haciendo millonario, lo que es verdad, en papel. Pero tú y yo, los corredores, nos llevamos a casa dinero en efectivo. Por la comisión, malnacido.
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Para ser exitoso en este negocio, primero que nada, debes mantenerte relajado. ¿Te masturbas?
Nunca para el parque. Está abierto 24 horas, 365 días al año. Cada década, cada maldito siglo. Eso es todo. Es el nombre del juego.
Son un par de hermanos haciendo tecnología en su cochera. Tal vez sean microondas, no estoy seguro pero si llamas a su teléfono fijo responde su mamá y es muy dulce. En realidad yo no sé nada más de ellos.
-¿Seis centavos la acción? Vamos… ¿quién compra esto?
-Bueno, para ser honesto, más que nada imbéciles.
Si vendes diez mil dólares de estas acciones, personalmente te la chuparé gratis.
John… una cosa que te puedo prometer incluso en este mercado, es que nunca les pido a mis clientes que me juzguen por mis victorias: les pido que me juzguen en mis derrotas. Porque tengo pocas.
Los otros tipos me miraban como si hubiera descubierto el fuego. Le vendía basura a recogedores de basura.
-¿Cuánto dinero ganas?
-No lo sé. ¿Setenta mil el mes pasado?
-No me jodas.
-En serio.
-Yo también pregunto en serio: ¿cuánto dinero ganas?
-Ya te lo dije. Setenta mil. Bueno técnicamente setenta y dos mil. El mes pasado o algo por ahí.
-¿Haces setenta y dos mil por mes?
-Sí.
-Te diré algo. Enséñame una prueba que has ganado esa cantidad y dejo mi trabajo ahora mismo. ¿Te parece?
-Sabes, si eres feliz que Dios te bendiga amigo.
-No lo soy. Nadie casado es feliz.
Es más fácil de lo que creen. Todas las personas en el teléfono quieren hacerse ricos y rápidamente. Nos dan algo por nada.
-Véndeme esta lapicera, vamos.
-¿Qué te venda esta lapicera?
-Ése es mi chico. Esta lapicera. Puede vender cualquier cosa.
-Hazme un favor, escribe tu nombre en esa servilleta.
-No tengo lapicera.
-Exacto. Oferta y demanda, amigo mío.
-¿Ven lo que digo? Es crear necesidad. Hacer que quieran comprar las acciones. Como si lo necesitaran. ¿Entienden?
Aun así… dénmelos jóvenes, hambrientos y estúpidos. En poco tiempo, los haré ricos.
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Debes estar seguro que finalmente encontraste un corredor en Wall Street, en quien puedes confiar. Y que consistentemente puede hacerte ganar dinero. ¿Te suena bien?
El único problema que vas a tener, es que no compraste más.
Ya sabes cada vez que alguien sube a la cima en este mundo siempre habrá un idiota que intente arrastrarlo hacia abajo.
Era una casa de locos. Un festival de la avaricia de partes iguales entre cocaína, testosterona y fluidos corporales.
Se puso tan mal que debí declarar la oficina zona libre para coger entre las 9 y 7 del día.
No puedes verlo directo a los ojos.
Fueron construidos para ser lanzados.
-Dios mío, ¿podemos jugar bolos con este tipo?
-Ése es su hermano. Él se dedica a los bolos.
Seguridad primero. Quiero a alguien con una pistola tranquilizante listo para tumbar a este malnacido.
Yo digo que nos mantengamos con el truco legal, ¿OK? Si no lo consideramos un humano, sólo lo consideramos un acto, estaremos bien.
Cuando venga lo tratamos como uno de nosotros.
-¿Qué prostituta acepta tarjetas de crédito?
-Una rica.
En Stratton había tres tipos de prostitutas. La primera clase, lo mejor de lo mejor. Madera de modelo. Costaban entre US$300 a US$500. Debías usar condón a menos que les dieras buena propina. Que por supuesto yo siempre les daba. Luego venían las Nasdaq. Que estaban bien pero no geniales. Costaban entre US$200 a US$300. Finalmente las hojas rosadas: costaban de US$100 para abajo. Sino usabas un condón, tenías que inyectarte penicilina al día siguiente. Sino se te caería el pene. No digo que no las cogiéramos. Créeme, lo hacíamos.
Así es el mundo, ¿ves? Me hubiera gustado nacer después. Nunca fui un fan del arbusto para ser honesto.
Sé que son tontos pero necesito que quieran vivir como yo, ¿entiendes?
-Uno de estos días habrán consecuencias.
-Me miras como si estuviera loco.
-Esto no es loco: es obsceno.
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Lo era. En el mundo normal. ¿Pero quién quería vivir ahí?
Me cogería a esa chica así fuera mi hermana. Le permitiría darme SIDA.
Como pueden adivinar, le hice el amor con toda la fuerza… por once segundos...
Su vagina era como heroína para mí.
Chester y Toby se volvieron unos Yakuza contra Nicolás. Totalmente locos. Tuve que llamar a los policías para que no lo maten. Le di a cada uno US$1.000. Les conté lo que Nicolás había hecho. Ellos le patearon el trasero.
¿Era todo esto legal? Por supuesto que no. Pero hacíamos tanto dinero que ni sabíamos en qué gastarlo.
Recuerda lo que te dije: involucra tu pene y su vagina. Tú sabes lo que puedes hacer.
Polvo en la nariz. Yo viví en los sesenta, cariño. Disfruta el día.
-Mami está muy cansada y aburrida de usar ropa interior.
-¿Sí?
-Sí. De hecho... de hecho, ella ha decidido tirarlas todas a la basura. Así que mira bien, papi, vas a ver mucho de esto por la casa.
-Sí, mami.
-Pero sin tocar.
Stratton Oakmont iba a evolucionar. Ya no era basura de charco.
No hay nobleza en la pobreza. He sido un hombre rico y un hombre pobre. Pero escojo la vida de rico a cada momento. Al menos como un hombre rico encaro mis problemas y los meto atrás en la limosina, usando un traje de dos mil dólares y un reloj de cuatro mil.
Si alguien aquí cree que soy superficial o materialista. ¡Ve a buscar trabajo en el maldito Mc Donalds! Porque ahí perteneces.
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Pero antes que dejes esta sala llena de ganadores, quiero que mires bien a la persona a tu costado, vamos. Porque en algún momento en el futuro no tan cercano, cuando pares en una luz roja en tu auto maltrecho, esa persona se va a estacionar a tu lado en su Porsche nuevo, junto a su hermosa mujer… que tendrá tetas voluptuosas. ¿Pero tú al lado de quien estarás? Una bestia desagradable con una provisión de afeitadoras llena de pelos sentada junto a ti, en un auto lleno de compras de un mercado barato. Estarás sentado al lado de eso.
¿Estás atrasado en las cuentas de tu tarjeta? Bien, agarra el teléfono y empieza a marcar. ¿Tu arrendador te va a echar? Bien, agarra el teléfono y empieza a marcar. ¿Tu novia piensa que eres un inútil perdedor? Bien, agarra el teléfono y empieza a marcar. Quiero que lidien con sus problemas, haciéndose ricos. Todo lo que tienen que hacer hoy día es agarrar ese teléfono. Y digan las palabras que les he enseñado. Los haré más ricos que el CÉO más poderoso del maldito Estados Unidos.
¡Sean unos terroristas del maldito teléfono!
Él es listo. Tú eres tonto.
No veo por qué no sentarnos así, un momento, no sea rentable para ambos.
-¿Puedes decir eso otra vez? De la forma en que lo dijiste. De la misma forma.
-No sé de qué hablas.
-Sabes de que hablo.
-No.
-Esa cosa que Jordan acaba de hacer es, si no me equivoco, es que trataste de sobornar a un oficial federal.
-Técnicamente no soborné a nadie. Técnicamente eso no fue...
-No...
-De acuerdo al código criminal de los Estados Unidos, debe haber una cifra exacta para un intercambio de servicios. Eso no les servirá en una Corte.
-No lo escuché así.
-No, esa es la verdad.
-Muchos de los idiotas de Wall Street que he atrapado, no tienen modales.
-No me digas.
-Sí. Sus padres son imbéciles. Al igual que sus padres antes que ellos. Pero tú, Jordan, lo conseguiste por ti mismo.
Seguro, buena suerte camino a casa en el subte para ver a sus miserables y horribles esposas. Haré que Heidi lama caviar de mis bolas mientras tanto.
¡Oigan, chicos! ¡Miren lo que encontré en mi bolsillo! ¡Miren! ¡Un año de su salario! Aquí mismo, ¿saben cómo les llamo? Cupones de descuento.
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-Jesucristo creo que tienes un problema de drogas.
-¿Dónde están los Ludes?
-En mi trasero, no te preocupes. Yo me encargo.
-Gracias a Dios.
-¿Bajo qué circunstancias estarías obligado a cooperar con el FBI o con el Departamento de Investigación americano, por ejemplo? ¿Nunca?
-Sí.
-¿Cómo que nunca?
-A menos que quieran invadir Suiza en los próximos meses.
Si el Departamento de Justicia americano nos manda una citación, se convertiría en papel higiénico. Nos limpiaríamos el trasero con ella.
Resultó que los ingleses no eran muy diferentes de los suizos. El dinero habla y las tonterías se van en bus.
Él riesgo nos mantiene jóvenes, ¿verdad, querido?
Algunas veces, me pregunto si has dejado que el dinero se adueñe de ti. Entre otras sustancias.
Estabilidad, querido. Familia. Cuida a mi sobrina, cariño. Yo me encargaré de todo aquí.
Cariño, tienes mi dinero pegado a tus tetas.
-¿Eres eslovaca o e eslovena?
-Eslovena.
-Eslovena. ¿A quién le importa? Eres rubia.
¿Qué hacen en Villa Idiota cuando su emperador no está?
-¿Sientes algo?
-No.
-Ya pasaron 35 minutos. Tal vez desarrollamos inmunidad después de tantos años.
-¿Qué carajo dices?
-Dije...
-¿Estas drogado? Jordan, ¿estás drogado?
Estos bastardos eran tan fuertes que descubrí una nueva fase: la fase de pausa cerebral.
Vamos, párate. OK. No puedo caminar. Está bien piensa. Piensa. ¿Qué otra opción hay? Sí, puedo gatear.
Conduje tan lento como pude. Vi gelatina moverse más rápido.
Por algún milagro, llegué a casa con vida. No tenía ningún rasguño ni tampoco el coche.
Jordan. ¿Qué tienes que pensar? Eres importante, ya ganaste. No tienes que trabajar más. ¿Quieres pasar el resto de tu vida en la cárcel?
Ésta es su familia. Quiénes son, de dónde vienen, si sus parientes vinieron del maldito Mayflower o en un barco de Haití. Esta es la tierra de la oportunidad. ¡Stratton Oakmont es América!
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-Vamos Kimmy… lo que no sabían es que es una de las primeras corredoras de aquí. Una de los veinte originales. Muchos conocen a la mujer sofisticada que es hoy en día. La mujer que usa trajes Armani de tres mil dólares, que conduce un Mercedes Benz nuevo, la mujer que pasa los inviernos en las Bahamas, los veranos en The Hamptons. Esa no es la Kimmy que yo conocí. La Kimmy que yo conocí no tenía dos centavos para frotarlos entre ellos. Era una madre soltera en aprietos con un hijo de 8 años. Debía tres meses de alquiler. Cuando vino a mí y me pidió un trabajo, pidió un adelanto de cinco mil dólares sólo para pagar la educación de su hijo. ¿Qué hice Kimmy? Vamos diles.
-Me escribiste un cheque. Por veinticinco mil.
-Así es. ¿Sabes por qué? Porque creí en ti. Porque creí en ti, Kimmy. Justo como creo en cada uno de ustedes aquí presentes.
Por años les he venido diciendo que nunca acepten un no por respuesta, ¿verdad? Que sigan presionando, nunca cuelguen el teléfono. Hasta que obtengan lo que quieren. Porque se lo merecen. Este maldito trato que voy a firmar, que me prohíbe participar en la industria de seguridad y en Stratton… Mi casa. ¿Qué carajo es eso? Les diré lo que es... Soy yo tomando un no como respuesta. ¿Saben? Son ellos vendiéndome a mí. No al revés. Soy yo siendo un hipócrita, eso es lo que es. Así que... ¿saben qué? No me iré. ¡No me voy a ir! ¡Mierda! ¡El show continúa! ¡Ésta es mi casa! ¡Van a necesitar una demoledora para sacarme de aquí! ¡Tendrán que mandar a la Guardia Nacional o a un equipo S.W.A.T..! Porque no me iré a ningún sitio. ¡Que se jodan!
Disculpa, debo preguntar... ¿Es tu cabello real?
Nos dijeron específicamente que no dejáramos el país. Así que llevamos a nuestras esposas a Italia.
Solo debía llegar allá por la mañana o perder veinte millones de dólares.
No voy a morir sobrio. ¡Ve por los malditos Ludes!
Lo mejor de ser rescatados por italianos, es que te alimentan, te hacen beber vino rojo. Luego bailas.
Piénsenlo un momento. Si no tienen las agallas para ir al seminario de Jordan Belfort, ¿entonces como quieren hacer dinero? Serás un millonario algún día. Anímate, toma la decisión.
Nadie te detiene de hacer millones. No te sientes en casa con una vida llena de sueños. Porque así se acaba.
Hay como diez mil banqueros en Ginebra. Pero Rugrat elige al idiota que se deja arrestar en América.
Te diré algo. Nunca volveré a comer en un Benihana otra vez. No me importa de quien sea el cumpleaños.
-¿Qué es eso? Una cerveza sin alcohol.
-No tiene alcohol.
-¿Es cerveza?
-Si. Sin alcohol.
-Pero si tomas lo suficiente… ¿te emborrachas?
-No tiene alcohol. Ése es el punto.
-No entiendo de que mierda hablas.
-Lo único, que me fastidio un poco es esta pequeña idea de tener que dar información sobre mis amigos.
-Como dijiste: no hay amigos en Wall Street.
-Bebé, eso fue genial. Dios…
-Ésa fue la última vez.
-¿A qué te refieres?
-Ésa fue la última vez que tuvimos sexo.
-¿De qué hablas?
-Quiero el divorcio.
-¿Qué tipo de persona eres?
-Dímelo. Tú te casaste conmigo.
“No te incrimines. Llevo un micrófono”.
Cuando llegué a prisión estaba aterrorizado. Pero no debí estarlo.
Verán por un breve momento, me olvidé de que era rico. Vivía en un lugar en que todo estaba a la venta.


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