Revista Comunicación
No empecé esta guerra. Te ofrecí la paz. Te mostré misericordia. Pero ahora estás aquí para acabar con nosotros.
Toda la historia humana ha llevado a este momento. La ironía es que nosotros lo creamos. Y la naturaleza nos ha castigado desde entonces. Ésta es nuestra última posición. Y si perdemos... será un planeta de simios.
Simios… juntos… ¡Fuertes!
¡Somos el principio! ¡Y el fin!
No empecé esta guerra. Pero la terminaré.
Hay momentos en que es necesario abandonar nuestra humanidad para salvar a la humanidad.
-¿Has venido a salvar a tus simios?
-He venido por ti.
Simio Malo.
Ésta es mi pelea. Puede que no regrese. Asegúrate de que mi hijo sepa quién era su padre.
Eres impresionante. Inteligente como el infierno. Eres más fuerte que nosotros. Pero lo tomas demasiado personalmente… ¡Tan emocional!
No somos salvajes. Los monos pelean sólo para sobrevivir.
Dentro de años a partir de ahora sus hijos le preguntarán: “¿Qué hiciste en la Gran Guerra?” Y podrán decirles: “Yo luché para proteger este mundo”.
Ella es una de nosotras.
Tengo un mensaje para su Coronel: “Déjanos los bosques y la matanza puede parar”.
Maurice tenía razón. Soy como Koba.
Eres él. Eres Caesar. Te hemos estado buscando por tanto tiempo.
-¿Quién es niña?
-No lo sé.
-¿Pero ella contigo?
-No tiene a nadie más.
¡Oh, no! ¡Oh no! No, no. No no no no… De acuerdo.
Prepárense para la batalla. Tomaron demasiado de mí. Hogar, familia… más monos mueren todos los días.
Deben pagar. Terminaré esto.
¿Qué te prometieron los humanos? No importa lo que hagas, nunca serás uno de ellos. Eres un mono.
Koba comenzó esta guerra. Sólo lucho para proteger a los simios.
-No podemos llevarla, Maurice.
-Lo sé. Pero no puedo dejarla sola.
Los simios necesitan comida y agua.
Los monos son fuertes con o sin mí.
Humano se pone enfermo, simios se ponen inteligentes, entonces los humanos matan mono. No a mí. Yo corrí.