Revista Comunicación
Sé que éramos una maldita industria. De la clase que es la piedra angular de este país.
Dios… trabajamos duro en este negocio, a veces para nada. Me despierto cada mañana y me digo a mi mismo: “No tengo que hacer esto. Puedo hacer esto”. Y entonces sólo hay... cielos azules.
-Si toman un segundo para ver la geología, van a ver lo que yo veo. Y eso es dinero.
-No el nuestro.
La compañía que hizo a mi padre un verdadero jugador, casi estaba perdida. Casi. Ya había perdido mi casa y estaba viviendo con Kay. Y también estábamos a punto de perderla. Tenía medio galón de Seagrams que había tomado. Mierda, la mayoría de la gente se habría muerto. Pero yo no. En lugar de eso, tuve un sueño.
Fue la llamada del oro. Les puede sonar como algo loco. Pero si conocieran cómo se siente, lo sabrían.
Espero que hayas oído de mis mejores éxitos. Lo del “Fuego” ya no es uno de ellos.
No hay correcto o incorrecto en este negocio. Sólo son éxitos o fracasos.
-El Anillo de Fuego es verdad, Mike. Lo supe desde la primera vez que lo oí. Me impactó como un maldito rayo y jamás lo olvidé. Ahora ríete si quieres. Ya estoy acostumbrado. Pero escucha esto: yo no lo creo simplemente. Lo sé.
-No lo sabes.
-Lo he visto.
Mike, mi padre arañó de una maldita roca todo lo que alguna vez tuvo. Murió con tierra debajo de las uñas. Yo trato de hacer lo mismo.
Bien, quizás no tienes una buena racha en tu carrera ahora. Así que vamos a probarles lo contrario. Tú y yo, vamos a probar que se equivocan. ¿Sabes por qué? Sí lo sabes, porque lo del Anillo de Fuego es verdad, Mike. Tú lo llamaste. Simplemente no lo has hallado.
-¿Tienes un sombrero, Wells?
-Sí, tengo un sombrero. ¿Vamos a alguna parte?
-Río arriba.
Esta selva te pondrá a prueba. Te retendrá, te pesará y decidirá tu valor en una onza.
¿Siempre hablas así, Mike, como un audiolibro?
Algo pasó allá, Wells. Algo caliente y furioso. Ahí es donde encontraremos las buenas muestras.
Mi sueño... está allá. Podía sentirlo en mis huesos. Estaba vendiendo algo en lo que creía.
Mike, estamos vendiendo una historia. Ahora la historia eres tú.
-¿Trabajas en un bar, Wells?
-Mantengo a raya los gastos, Mike. Hago que el dólar rinda.
-¿Alguna vez leíste el diario de Cristóbal Colón?
-Claro que no.
-En su petición a la Reina de España, prometió una conversión a la Santa Fe de un gran número de personas. Y continuó mencionando el nombre de Dios 26 veces. La palabra oro, por otro lado, la mencionó 114 veces.
-Gallego listo.
No me dejes morir aquí por nada del mundo, ¿sí?
-No nos dejemos llevar.
-¿Qué dice el reporte? ¿Hay noticias?
-Sacamos 17 muestras más.
-¿Y qué pasó? ¿Nada bueno?
-Nada bueno. Más tirando a lo grande.
-Vamos, Mike, no juegues conmigo…
-Ocho onzas por tonelada.
-¿Ocho... ocho onzas por… qué?
-Ocho onzas por tonelada.
-¿Qué? ¿Qué estás diciendo, Mike?
-Descubrimos una veta.
-¿Tenemos una mina de oro? ¿Tenemos una mina de oro?
-Tenemos una mina de oro.
¡Váyanse al carajo, mosquitos!
Es increíble cómo un poco de polvo de oro puede cambiarlo todo. Para bien o para mal, el viaje había empezado. Y era todo un viaje.
-¿Algún mensaje que quiera darle a los lectores de la revista Gold Digger?
-La última carta que volteas es la que importa.
Ahorra un poco. Por primera vez en tu vida, piensa en los días complicados, Bobby. ¿Sí?
¿Qué hacen los bancos? ¿Quién sabe? Pero lo que hacen a este país, no son los idiotas con trajes… sin ofender… esos del camino fácil, sino tipos como yo y Mike, que se arriesgan.
Ahora, si los números siguen saliendo bien... y así será... el cielo es el límite en esto.
¿Alguno de ustedes ha puesto uno de sus mocasines hechos a mano en un agujero al lado de una montaña? ¿No? Nosotros sí.
Hay algo en descubrir oro. Es muy difícil ponerlo en palabras. Muy difícil. El sabor en la lengua... el sentimiento entre tus dedos... Es eléctrico. Es como una droga. Porque te engancha. Y es precisamente lo que les falta aquí en la ciudad. Es lo que hace que sea tan difícil para nosotros tener esta conversación porque nunca lo han sentido. Es por eso que les tengo una propuesta. Reúnan a sus inversionistas institucionales.
Los tipos que representan el gran capital. Quienes necesitan impulsar esta cosa. Y los llevaremos a un pequeño viaje río arriba.
Mi vecino, Hart Hubbard. Es un cuidador de césped profesional. Usualmente sólo preocupado por el árbol de moras de Kay, inclinado sobre la parte trasera de su cerca. Pero ahora habla términos mineros. “Oye, Kenny, ¿cómo está el grado de pureza allá?”.
¿Ven esto? Un poco más de esto y pueden pavimentar Wall Street.
Cuando Jackson sacó esa pepita... los teníamos.
Es como si un mapache borracho hallara el Diamante de la Esperanza. No quieres acercarte demasiado, pero no vas a dejar que se escape tampoco.
Nunca creíste en mí, ¿verdad, Kay? Te gusta que fracase, ¿no?
Vamos, Kay. Yo encontré el oro. Ahora ganamos, nena. ¿Me dejarías quedarme con la victoria? ¡Estamos ganando! ¿Se te ocurrió alguna vez que sé lo que estoy haciendo?
Aquí es donde Washoe Mining se convierte en jugador. Justo aquí, en este maldito momento.
¿Ves estas manos, Brian? Éstas son las manos de mi padre. Arañé y desgarré la tierra con estas manos. Te voy a enterrar con estas manos. Ahora ve a decirle a aquel sable sedoso de Hancock, que él trabaja para Kenny Wells. ¡Es mi maldito día! ¡Mi día!
Sabes… casi respetaba a este tipo.
Estás a muy poco de vivir en tu auto. ¿Rechazaste 300 millones de dólares por derechos de nombres?
Era mi sueño. Yo lo soñé. Si vendes tu sueño... ¿qué te queda?
¡Maldición! Se lo robaron. Eso fue lo que hicieron. Se lo robaron los malditos.
¿Crees que quiero escuchar a un maldito niño dorado, parado ahí con su maldito brillo dorado que me diga lo jodidas que están las cosas?
-Necesito decirte lo que realmente pasó. Estamos en el norte de Sulawesi. Estación de monzones. Es 1980.
-Sí, la famosa veta de cobre.
-Sólo buscábamos bauxita. Cuando estábamos empezando a perforar, nos atoramos. Cinco metros y medio de lodo. Estábamos bajo la lluvia día tras día, viendo oxidarse el metal.
-¿Qué hiciste?
-Bajo la teoría de que es mejor hacer algo que nada, reporté que ése era el lugar. Un lugar cualquiera se convirtió en algo significativo.
-¿El lugar donde te quedaste atorado?
-Tuve suerte.
-Amo eso, carajo. Estabas buscando bauxita y encontraste cobre. Yo estaba buscando oro y... encontré un amigo.
-Eso es lo más cursi que he oído en toda mi vida.
Resulta que Suharto tenía un hijo. El menor, Darmadi. Alias Danny. Un inútil. Todo un problema para el viejo. Se puede decir que nos entendimos. Suharto había tratado de lograr por años que Danny se encaminara. Pero todo lo que Danny tocaba lo echaba a perder. Así que pensé que podíamos incluir a Danny como socio. Y quizás podía hacer que el padre cambiara de parecer y moviera las cosas a nuestro favor. Era un Ave María de nuestra propia línea de yarda. Pero era todo lo que teníamos.
El Presidente Gerald Ford: un hombre alto. George H.W. Bush: un hombre muy alto. Mark Hancock… también un hombre alto. Mi padre: un hombre bajo. Bajo en estatura. Pero ama su familia.
Ése es el trato, si tienes las pelotas. Sin pelotas: no hay trato.
Estoy tocando un tigre.
-El 15% es un trato terrible.
-¿Sí? ¿Cuál es el 15% de 30 billones de dólares?
Ahora eres el mejor minero del mundo. Y estoy seguro que, en alguna parte, tu padre está sonriendo.
Cada uno de nosotros que llama hogar al gran estado de Nevada, llegó aquí con un sueño. Fue mi tatarabuelo quien llegó aquí en un vagón. Tenía un caballo y dos mulas. Cuando finalmente se detuvo y dijo: “Éste es el lugar”.
¿Qué es un buscador? Es alguien que cree que está allá afuera. Es alguien que se despierta cada mañana, una y otra y otra vez, creyendo que está allá afuera. Y luego no está, ¿verdad? No está. Se para al borde del desierto... mirando el amanecer del nuevo día justo a los ojos. Escucha esa pequeña voz y la voz le dice: “Adelante. Sigue caminando”.
No hay oro. Kenny, no hay oro. Nunca lo hubo.
Se denomina “salar”. Literalmente, quiere decir. Cuando alguien esparce polvo de oro en una muestra de roca, como cuando usted sala un bistec. Es el truco más viejo del libro.
No fuimos engañados. Simplemente no miramos.
-¿Kenny Wells, un tonto o una mente maestra?
-Esa es una muy buena pregunta, Roger.
Con 164 millones de dólares se hace mucho en Indonesia.
Así que los Suhartos son más ricos ahora. Mike Acosta es ostensiblemente muerto y enterrado. Ciento sesenta y cuatro millones de dólares siguen desaparecidos. Y la única pregunta que me queda es: ¿estuvo usted involucrado o no?
No hay manera de que se propusiera estafar a nadie. Sólo necesitaba comprar un poco de tiempo. No quería decepcionarme.
¿Quieres hablar de la verdad? Bien, hablemos de la verdad. La única verdad aquí es que cuando todo el mundo se hace rico, a nadie le importa un carajo la verdad. ¡Vamos, carajo! Todo lo que tenían que hacer era mirar. Abrir los ojos. El oro estaba mal. El descubrimiento era demasiado bueno. Hay banderas rojas por todos lados. ¿Por qué nadie vio nada? Porque nadie quería saber. Todos queríamos creer... yo, tú, todo el mundo. ¿Por qué? Porque todos estábamos ganando muchísimo dinero. Ésa es la verdad. ¡Ha sido así por siglos!
Mis amigos perdieron dinero. Mis vecinos perdieron dinero. ¿Yo? Yo lo perdí todo. ¿Sabe cuál es verdad de esto? En realidad nunca me importó el dinero. Lo que importa es el oro.
-Es libre de irse.
-Helo ahí. Alguien me cree.
"Pruébales lo contrario. 50-50. Cueste lo que cueste”.