Revista Comunicación
Las noches de domingo en verano, nos sentábamos en el cine y apagaban las luces. Un mundo en Tecnicolor, hecho de música y maquinaria, me llamaba a estar en esa pantalla y vivir dentro de cada escena. Sin tener un centavo, subí a un autobús y vine aquí. Si soy valiente o sólo estoy loco, ya lo veremos. Tal vez en ese pueblo aburrido, un día se siente, apaguen las luces, verá mi rostro y pensará en que me conocía.
Subo estas colinas. Mi meta son las alturas. Y perseguir todas las luces que brillen. Y cuando te desilusionen… levántate de nuevo. Porque llega la mañana. Y es otro día más de sol.
El micrófono polvoriento y la luz de neón son todo lo que necesito.
-¿Cuánto más verás a todos los clichés de Hollywood juntos?
-¡Nos burlaremos juntas!
Un pequeño encuentro casual, podría ser lo que has estado esperando. Sólo esfuérzate un poco más.
Si causas la impresión correcta, todo el mundo sabrá tu nombre. Estás en la vía rápida. Alguien en la multitud, puede ser a quien debes conocer, quien al fin te dé el empujón. Alguien en la multitud podría llevarte a dónde quieres ir. Si estás lista para que te encuentren.
Haz lo que tengas que hacer hasta que te descubran. Y te conviertan en más de lo que ves ahora.
Debes ir a buscar a esa persona en la multitud.
Observas mientras el mundo sigue girando. En alguna parte hay un lugar, dónde descubriré quien voy a ser... Alguien que sólo está esperando a ser encontrada.
No puedo creer que lo convirtieran en un lugar de samba y tapas.
-¿Le gusta el jazz?
-Probablemente no.
-Entonces, ¿de qué vamos a hablar?
La cosa es... me tratas como si la vida me tuviera contra las cuerdas. Quiero estar contra las cuerdas. ¿De acuerdo? Sólo permito que la vida me golpee hasta que se canse. Luego la voy a golpear.
-Escucho lo que dices. Pero no creo que sea lo que quieres decir.
-Si. No me estás oyendo. Estás despedido.
-Eso dices, pero lo qué quieres decir es...
-Estás despedido.
-…toca la lista, Seb.
-Es Navidad.
-Sí, veo la decoración. Buena suerte en Año Nuevo.
La gente habla de mí. Es muy emocionante.
-Está bien. Te recuerdo. Y admito que fui un poco cortante esa noche…
-¿Cortante?
-Bien... fui un idiota. Lo admito.
-De acuerdo.
-Pero pedirle “I ran” a un músico serio… es demasiado.
Eres actriz. Me pareces conocida. ¿Te he visto en algo? En una cafetería dentro de los Estudios Warner. Es un clásico.
¡George Michael!
-Es bastante extraño que nos sigamos encontrando.
-Tal vez significa algo.
-Lo dudo.
-Sí, no lo creo.
-Pon eso contra tu barbilla.
-¿Esto?
-Sí. Tu cabeza funciona como una antena. Te da cáncer, pero hallas tu auto más rápido.
-¿Qué?
-Vives menos, pero llegas más rápido a donde quieres ir.
-No es la gran vista, ¿verdad?
-He visto mejores.
Nos topamos con una vista hecha a la medida para dos. Lástima que esos dos, seamos tú y yo. A alguna otra chica y chico les fascinaría este cielo agitado. Pero sólo estamos tú y yo.
Que forma de desperdiciar, una noche encantadora.
Así es Los Ángeles. Se venera todo y no se valora nada.
-Sí... debería de haber sido abogada.
-Como si el mundo necesitara a más abogados.
-No necesita a más actrices.
-Por ejemplo, Louis Armstrong. Podría haber tocado la música de banda que le pedían. Pero no lo hizo. ¿Qué hizo?
-¿Qué hizo?
-Hizo historia, ¿no?
Debo decirte algo de una vez, para sacarlo del camino: odio el jazz.
Yo creo que cuando la gente dice que odia el jazz es porque no tiene contexto, no sabe de dónde viene. ¿Sabes? El jazz nació en una pensión de mala muerte en Nueva Orleans y la gente amontonada ahí, hablaba cinco idiomas distintos. No podían hablar entre sí. Su única forma de comunicarse era con el jazz.
-Así que creo que eso es parte del problema… es que no sólo debes oírla. Tienes que verla. Ver qué está en juego. Mira a estos tipos. Mira a ese saxofonista. Secuestró la canción. Está en su propio viaje. Todos están componiendo, haciendo arreglos, escribiendo y tocando la melodía. Sólo... Ahora mira al trompetista. Él tiene su propia idea. Es conflicto, es hacer concesiones, y es... es nuevo cada vez. Es nuevo cada noche. Es muy, muy emocionante. Y está muriendo. Está muriendo, Mia. Muerte prematura. Y el mundo dice: “Déjenlo morir. Ya pasó su tiempo”. Pero no lo voy a permitir.
-¿Qué vas a hacer?
-Abrir mi propio club de jazz.
Ciudad de estrellas ¿Brillas sólo para mí? Ciudad de estrellas. Hay tanto que no puedo ver. ¿Quién sabe? ¿Será el comienzo de algo nuevo y maravilloso? O un sueño más que no puedo realizar.
-Creo que deberías llamarlo “Seb's”.
-¿Qué?
-Nadie irá a algo llamado “Brocheta de Pollo”.
-No puedo permitir que bailen samba sobre su historia. No puedo.
-Si puedes. Pero te rehúsas.
Lo sé. Es diferente. Pero dices que quieres salvar al jazz. ¿Cómo vas a salvarlo si nadie lo escucha? El jazz está muriendo por gente como tú. Tú tocas para personas de 90 años en “The Lighthouse”. ¿Dónde están los chicos? ¿Los jóvenes? Sigues obsesionado con Kenny Clarke y Thelonious Monk. Fueron revolucionarios. ¿Cómo vas a ser revolucionario, si eres tan tradicionalista? Te aferras al pasado, pero el jazz es cosa del futuro.
Lo sé. El otro tecladista no era tan bueno como tú. Pero tú eres un dolor en el trasero, hombre.
Ciudad de estrellas... hay una sola cosa que todos quieren. Allá en los bares. O a través de la cortina de humo de los restaurantes abarrotados. Es el amor.
Una mirada en los ojos de alguien que ilumine los cielos. Que abra el mundo y lo haga girar. Una voz que diga: “estaré aquí y vas a estar bien”.
-Digo, ¿qué creías que iba a hacer?
-Yo no... no lo había pensado. No sabía que el grupo...
-No creíste que tendríamos éxito.
-¿Te gusta la música que tocas?
-Yo no... no sé... ¿Por qué es importante?
-Bueno, importa porque si vas a renunciar a tu sueño... creo que importa que te guste lo que toques en el camino, por años.
-¿Te gusta la música que toco?
-Sí. Así es. Sólo no me pareció que a ti te gustara.
-¡A nadie le gusta el jazz! ¡Ni siquiera a ti!
-¡Ya me gusta el jazz, gracias a ti!
-¡Toma tus ganancias y abre un club!
-¿Al que nadie querrá ir?
-La gente querrá ir porque a ti te apasiona. Y eso le gusta a la gente. Les recuerdas lo que han olvidado.
-No en mi experiencia. Bueno, no importa. Es momento de madurar. Tengo un empleo estable. A esto me dedico. ¡Si te molesta, lo hubieras dicho antes de que firmara el maldito contrato!
-Sólo digo que tenías un sueño que querías llevar a cabo...
-¡Esto es el sueño! Esto es el sueño.
-¡No es tu sueño!
-Hombres como yo trabajan toda su vida por estar en algo exitoso, que le agrade a la gente. ¿Sabes? Al fin estoy en algo que le agrade a la gente.
-¿Desde cuándo eso te importa?
-No importa que no me guste.
-¿Por qué te importa tanto que les guste?
-¡Tú eres actriz! ¿Qué estás diciendo? Quizás te gustaba cuando era un fracaso porque te sentías mejor contigo misma.
Ahora, muerde así tu labio como si te concentrarás en algo… en tu música.
Bien, toca algo. Toca algo, tú sabes. Lo que sea. Eres pianista, ¿no? Toca algo.
-Se acabó.
-¿Qué cosa?
-Se acabó.
-¿Qué?
-Todo esto. Ya no quiero pasar vergüenzas. Ya no. Ya no. No vino nadie.
-¡He ido a miles de audiciones y siempre sucede lo mismo! ¡Me interrumpen porque alguien quiere un sándwich! ¡O estoy llorando y se burlan! ¡O hay personas en la sala de espera y son… y son... son como yo, pero más bonitas... y mejores… porque tal vez no soy suficientemente buena.
-Sí lo eres.
-No. Tal vez no lo sea.
-Sí lo eres.
-Tal vez sea de esas personas que siempre han querido actuar... pero para mí es un sueño imposible, ¿me entiendes? Tú lo dijiste: Tal vez deberíamos dejar los sueños y empezar a madurar. Tal vez yo no deba ser actriz. Puedo volver a la Universidad y encontrar otra cosa que hacer. Porque me fui, para hacer eso... ya pasaron seis años… y no quiero seguir haciéndolo.
-¿Por qué?
-¿Por qué, qué?
-¿Por qué ya no quieres hacerlo?
-Porque me duele demasiado.
Tienes una audición mañana a las 17:30. Estaré aquí afuera a las 8:00 a.m. Tú saldrás. O no. No lo sé.
-¿Cómo me encontraste aquí?
-La casa frente a la biblioteca.
Pensamos que podrías contarnos una historia.
Para todos los soñadores tontos sin remedio. Por los corazones que sufren. Por el caos que provocamos.
Ella me dijo que un poco de locura es la clave para poder ver nuevos colores. ¿Quién sabe adónde nos llevará? Y por eso nos necesitan. Que vengan los rebeldes. Las olas hechas por las piedras. Los pintores, los poetas y las obras de teatro. Y para todos, los tontos soñadores. Tan locos como puedan parecer.
Eso fue el origen de todo. Ella y la nieve y el... el Sena.
-¿Tú que vas a hacer?
-Tengo que seguir mi propio plan. ¿Sabes? Quedarme aquí y poner en marcha lo mío. Estarás en Paris. Allá hay buen jazz. Y ahora te encanta el jazz.
-Tendremos que esperar y ver qué pasa. Te voy a amar siempre.
-Yo también te amaré siempre.
¿Quieres tomar esta salida e ir a cenar?
-¿Quieres quedarte a oír otra?
-No. Mejor vámonos.
(Mañana, lo mejor de la banda de sonido de "La La Land"