Revista Comunicación
Ahora que los blancos están acostumbrados a ver a negros con armas, luchando a su lado y pueden tolerar que los negros cobremos lo mismo. Quizás en unos años puedan tolerar oficiales negros. En quince años, un coronel negro. En cien años... el voto.
Ahora estamos inmersos en una gran guerra civil, probando si esta nación o cualquier nación tan dedicada puede llegar a perdurar.
Nadie ha sido tan amado como usted. Nadie ha sido amado tanto por las personas. Usted podría hacer lo que quisiera. No pierda ese poder modificando un proyecto de ley que seguro perderá.
Ése es el barco que está navegando. La Decimotercera Enmienda. No necesito que digas que estoy en lo correcto. Sé que lo estoy.
La parte que se me asignó es levantar la bandera que, si no hay fallos en la maquinaria, lo haré. Y una vez arriba será deber de las personas mantenerla.
-Todavía nos faltarían veinte votos.
-¿Sólo veinte?
-¿Por qué empañar su lustre invaluable con una batalla en la Cámara de Representantes? Es un nido de ratas. La misma pandilla de hombres talentosos que rechazó la Enmienda diez meses atrás. Perderemos.
-Me gustan nuestras posibilidades ahora.
Desde la última votación sobre la Enmienda, ha habido una elección. Sesenta y cuatro demócratas perdieron su puesto en el Congreso, eso significa sesenta y cuatro demócratas buscando trabajo en marzo.
-Pero no podemos, uhm... comprar el voto a favor de la Enmienda. Es demasiado importante.
-No dije nada de comprar algo. Necesitamos veinte votos. Eso fue todo lo que dije.
Diferentes abogados, diferentes opiniones.
Decidí que la Constitución me otorga poderes de guerra. Pero nadie sabe exactamente cuáles son esos poderes. Algunos dicen que no existen. No sé. Yo decidí que los necesitaba para sostener mi juramento de defender la Constitución. Decidí que puedo quitarle los esclavos a los rebeldes como propiedad confiscada de guerra. Eso podría levantar la sospecha que estoy de acuerdo con los rebeldes, que esos esclavos son propiedad en primer lugar. Pero claro no es así. Nunca lo he hecho. Me alegro de ver a cualquier hombre libre y si llaman propiedad a un hombre o contrabando de guerra, hago el truco… porque tomé la oportunidad. Ahora aquí es donde se pone realmente contradictorio. Yo uso la ley que permite el embargo de bienes en una guerra sabiendo que sólo se aplica a la propiedad de los gobiernos y a los ciudadanos de las naciones beligerantes. Pero el Sur no es una nación. Es por eso que no se puede negociar con ellos. Así que, si en efecto, los negros son propiedad de acuerdo a la ley, tengo el derecho de tomar la “propiedad” de los rebeldes. ¿Y si insisten en que sólo son rebeldes y no ciudadanos de un país beligerante? Aún más contradictorio: sostengo que no son nuestros estados reales del Sur en rebelión. Sólo los rebeldes que viven en esos estados. Las leyes de los estados siguen vigentes. Las leyes de los estados siguen vigentes. Eso significa, que, desde esos estados las leyes determinan que los negros pueden ser vendidos como esclavos, son propiedad, el gobierno Federal no tiene nada que decir a eso. Al menos, no todavía. Entonces los negros en esos estados son esclavos. Por lo tanto, son propiedad. Por lo tanto, mis poderes de guerra me permiten confiscar como tal por lo que confisque. Pero si no respeto las leyes de los estados, entonces, ¿cómo puedo legalmente liberarlos con la proclamación que hice? Cancelo las leyes de los estados. Siento que la guerra lo demanda. Mi juramento lo exige. Me sentía bien conmigo mismo y esperaba que fuera legal hacerlo. Aún lo espero. Hace dos años proclame a estas personas emancipadas, “entonces, a partir de entonces y para siempre libre”. Pero digamos que los tribunales deciden que yo no tenía autoridad para hacerlo. Bien podrían decidir eso. Decir que no hay enmienda a la abolición de la esclavitud. Digamos que es después de la guerra y ya no puedo usar mis poderes de guerra, para ignorar las decisiones de los tribunales como algunas veces siento que debería. ¿Podría esa gente que liberé regresar a la esclavitud? Por eso me gustaría presentar la Decimotercera Enmienda a la Cámara y de este modo, ratificada por los estados, acabar con la esclavitud, de una vez por todas, tan pronto como sea capaz. ¡Ahora! ¡Al final del mes! Y me gustaría que estuvieran detrás de mí como mi gabinete siempre lo hace.
Como dijo el predicador, podría escribir sermones cortos pero una vez que empiezo me da pereza parar.
-Me parece a mí, señor, que usted se describe precisamente como el tipo de dictador que los demócratas han estado anunciando hace tiempo. Los dictadores no son susceptibles a la ley. ¡Ni él lo es! ¡Usted mismo lo dijo! Ignorando los tribunales, torciendo significados, que riendas tiene de, de...
–Bueno. La gente hace eso, supongo. Firmé la proclamación de emancipación un año y medio, antes de mi segunda elección. Sentí que tenía el poder para hacerlo. Sin embargo, también sentí que podría estar equivocado. Sabía lo que las personas me dirían. Les di un año y medio para pensarlo. Y me reeligieron. Y el primero de febrero, tengo la intención de firmar la Decimotercera Enmienda.
-Usted sabe que no es de fiar.
-¿Confianza? Lo siento. Yo tenía la idea errónea de que su profesión era la política.
Lincoln, el holgazán empedernido. Lincoln, el sureño. Lincoln, el conciliador capitular. Nuestro adversario y líder del partido republicano abandonado por Dios, nuestro partido. Abraham Lincoln nos ha pedido que trabajemos con él para llevar a cabo el fin de la esclavitud en América. Conserven, incluso en la oposición, su capacidad de asombro.
El Presidente nunca debe ser mencionado.
No es ilegal sobornar a congresistas. Sino se morirían de hambre.
-¡Los congresistas son baratos! Unos cuantos dólares compran todo lo que necesitas.
-El Presidente sería infeliz si escuchara lo que hiciste.
-Bueno, ¿va a ser infeliz si perdemos?
¡El Congreso nunca debe declarar la igualdad de aquellos a quienes Dios creó desigual!
Fui a Richmond para hablar con traidores, para sonreír y suplicar con traidores, porque será primavera en dos meses. Los caminos serán transitables: la masacre de primavera comienza.
Es la Enmienda o esta paz confederada. No se pueden tener ambas.
El tiempo es un gran espesante de las cosas, Willum.
Consigue esos 13 votos. Esos confederados aún no llegan.
He descubierto que profetizar es una de las ocupaciones menos rentable de la vida.
¡Personas que aman a mi esposo, que acuden por millares a verlo en sus apariciones públicas! Nunca lo amarán a usted de la forma que lo aman a él. ¡Qué difícil debe ser para usted saberlo! Y más importante es tener que recordarlo.
-Ya que tenemos el tema para el siguiente debate, pensaba en sugerirle que modere sus contribuciones. Así no asusta a nuestros amigos conservadores.
-Ashley insiste en que está asegurando la aprobación del dispensando patrocinio para los indignos demócratas.
-No puedo garantizar una sola maldita cosa, si asusta a toda la Cámara hablando sobre apropiaciones de la tierra, tribunales revolucionarios, impuestos...
-Cuando la guerra termine, tengo la intención de presionar por una completa igualdad, el voto del negro y mucho más. El Congreso promulgará la incautación de cada metro de tierra rebelde y de cada dólar de su propiedad. Usaremos las riquezas confiscadas para establecer a cientos de miles de agricultores negros libres, al lado de soldados armados, que ocuparán y transformarán las propiedades de los traidores. Construiremos allí abajo una tierra de hombres y mujeres libres, con hijos libres y con libertad. La Nación necesita saber que tenemos tales planes. Esa es la versión sin censura de la reconstrucción.
-No es... no es exactamente lo que pienso. Pero con el tiempo, nos opondremos uno a otro. Ahora estamos trabajando juntos y le estoy pidiendo... que seas paciente. Cuando las personas discrepan, poder juntarles requiere ir despacio hasta que estén listos para dialogar.
-¡Ah, me cago en la gente y en lo que desean y para lo que estén listos! ¡Me importa un carajo la gente y lo que quieren! Éste es el rostro de alguien que ha luchado mucho y arduamente por el bien del pueblo sin preocuparse demasiado por cualquiera de ellos. Y me veo bastante peor sin mi peluca. ¡El pueblo me eligió a mí para representarlos! ¡Para guiarlos! ¡Y lo hago! ¡Debería intentarlo!
-Admiro su entusiasmo, Sr. Stevens. Y trato de mejorar con su ejemplo. Si lo hubiera escuchado, habría declarado libre a todos los esclavos al minuto de ser atacado Fort Sumter. Entonces los estados fronterizos habrían pasado a la Confederación, la guerra se habría perdido y junto con ella la Unión. Y en vez de abolir la esclavitud, como esperamos hacer en dos semanas, veríamos como nuestros jóvenes se esparcen desde los estados del sur hacia Sudamérica.
De una brújula, aprendí cuando estaba estudiando, que si se le indica como verdadero Norte donde estás parado, no te advierte sobre los pantanos, desiertos y abismos que encontrarás en el camino. Si en la búsqueda de tu destino, te zambulles de inmediato, desatendiendo los obstáculos, no conseguirás nada más que hundirte en el pantano. ¿De qué sirve entonces saber dónde está el verdadero Norte?
Y finalmente el Lord no pudo resistir y preguntó al Sr. Allen si había notado el retrato de Washington (colgado en el baño). Lo hizo. Y qué pensaba él de su colocación y si le parecía apropiadamente ubicado. El Sr. Allen dijo que lo estaba. ¡Su anfitrión estaba anonadado! ¿Apropiadamente? ¿George Washington cerca de un retrete? “Sí” dijo el Sr. Allen “Donde hará un buen servicio. Todo el mundo sabe que nada hará a un inglés cagarse más rápido que la presencia de George Washington”.
¿Quiénes, entre los aquí presentes, piensan darle el voto a los negros? ¿Qué seguirá después de eso? ¿Emancipación universal? ¿Votos para las mujeres?
Dice: “Asegurar la paz para nuestros dos países...”. Y continúa de esa manera. Yo no sé ustedes... ¡pero hay sólo un país! Y ustedes y yo somos ciudadanos de ese país.
-Él no debería haber hecho eso. Lisiar su caballo. Eso fue cruel. ¡Pero no cuelgas a un niño de 16 años por eso!
-Pregunta al caballo que piensa de la crueldad.
-No habría de esa forma niños de 16 años de edad entonces.
¿Crees que elegimos nacer? Yo no lo creo. ¿Encajamos en los tiempos en los que hemos nacido? Bueno, yo no sé de mí mismo.
Euclides dice que es “evidente por sí misma”. Ves, ahí está. Incluso en ese libro de la Ley Mecánica de dos mil años: “Es una verdad evidente por sí misma, que las cosas que son iguales a la misma cosa son iguales entre sí”. Comenzamos con la igualdad. Ése es el origen, ¿no es así? Ese equilibrio, eso es... eso es lo justo. Eso es justicia. Sólo vuélveme a leer la última frase de dicho telegrama, por favor.
Una corrección menor, ¿sí? Por favor, Sam: “El capitán Saunders ha invitado los caballeros a bordo del River Queen hacia Hampton Roads, Virginia. Y esperen, hasta más noticia de mí parte. No procedan a Washington”.
No espero igualdad en todas las cosas… sólo se quiere la igualdad ante la ley y nada más.
¿Quién iba a adivinar que esa vieja pesadilla sería capaz de tal control? Podría ser algún día un político...
Quiero que la enmienda se apruebe. Para que en la Constitución, la primera y única mención de la esclavitud es denotando que está absolutamente prohibida. Por esta enmienda, por lo que he trabajado toda mi vida y para la que innumerables hombres y mujeres de color han luchado y muerto... Y ahora cientos de miles de soldados.
No puedo tolerar que llores tanto a Willie porque no puedo permitírmelo a mi mismo... aunque quisiera, Mary. Quise meterme bajo la tierra hasta su ataúd. Y todavía quiero hacerlo. Todos los días. No me digas como es estar de duelo. Debo tomar decisiones, así como Bob y tú deben tomar las suyas. Y sobrellevarlo, cargando lo que nos corresponde. Lo que cargo conmigo debes dejar que lo cargue... yo solo. Y sólo tú Mary... sólo tú puedes alivianar esta carga o volverla insufrible. Es tu decisión.
Usted tiene el derecho a esperar lo que yo espero...
Qué será de mi gente, no lo sé. Nunca me preguntaron que va a traer la libertad. La libertad es lo primero para mí.
Vengo a alertarles que la hora de la verdad está cerca.
-Coffroth... votará afirmativo... pero Coffroth seguirá siendo demócrata luego de ello.
-¿Por qué esperar para darse vuelta? Estoy feliz en darme vuelta...
-¡Queremos mostrar que la reforma tiene apoyo de ambos partidos, idiota! En el próximo período, cuando le avise, se cambiará de partido. Ahora lo felicito por su victoria y largo de aquí.
Una vez vi una barcaza, Sr. Yeaman, llena de hombres de color encadenados yendo por el Mississippi hacia el mercado de esclavos de Nueva Orleans. Eso me angustió. Y además proyectó una sombra, un paño mortuorio sobre mis ojos. La esclavitud me ha afligido desde que tengo memoria. De un modo que nunca afligió a mi padre. Aunque él la odiaba a su modo. Él sabía que ningún agricultor pequeño podía competir con plantaciones de esclavos. Él nos sacó de Kentucky para escapar de ellos. Él quería que Indiana fuera libre. No fue un hombre generoso pero había una tosca moral, un deseo de justicia, de libertad en él. Eso lo aprendí de él, supongo.
-Yo la odio también señor... a la esclavitud. Pero no estamos preparados para la emancipación. Hay demasiadas preguntas...
–¿No estamos listos para la paz, cierto? Cuando llegue se nos presentará como un misterio y más peligros que cualquiera que hayamos enfrentado durante la guerra, sangrienta como ha sido. Tendremos que improvisar y experimentar con lo que es, cuándo sea. Leí tu discurso, George. Negros y el voto. Es un acertijo.
-No puedo lograr ni una maldita cosa que tenga algún significado o valor hasta que nos curemos de la esclavitud y terminemos esta guerra pestilente. Y si cualquiera de ustedes o alguien más lo sabe, ¡yo sé que necesito esto! ¡Esta enmienda es la cura! Estamos de pie en el escenario del mundo ahora, ahora. ¡Con el destino de la dignidad humana en nuestras manos! ¡Se ha derramado sangre para brindarnos este momento! ¡Ahora! ¡Ahora! ¡Ahora! ¡Pero se quejan, interrumpen y se arrastran como los charlatanes escandalosos de Tammany Hall! ¡Vean lo que está ante ustedes! ¡Vean el aquí y ahora! ¡Eso es lo más difícil, lo único que cuenta! Abolir la esclavitud con una garantía constitucional define el destino, para siempre, no sólo para los millones que hoy están encadenados sino también para los millones que nacerán en el futuro. ¡Dos votos se interponen y estos votos deben obtenerse!
-Necesitamos dos “Sí”, tres abstenciones o cuatro “Sí” y una abstención más y la Enmienda se aprobará.
-Tienen una noche un día y una noche y varias horas perfectamente buenas. Ahora… ¡salgan de aquí y consíganlos!
-Si. ¿Pero cómo?
-Maldita sea, hombre. Soy el Presidente de los Estados Unidos de América, ¡investido con un inmenso poder! Ustedes me conseguirán estos votos.
Les damos la bienvenida, damas y caballeros, primeros en la historia de esta Cámara del Pueblo, ¡a su Casa!
-“Según tengo entendido, no hay comisionados de paz en la ciudad y tampoco es probable que los haya”. ¿“Según tengo entendido”? ¡Eso no significa nada! ¿Hay comisionados del Sur o no?
-El Presidente le ha respondido, señor. ¡Su oferta de paz es ficción!
-Eso no es una negación ¡es una treta de abogados!
¡Maldita sea! ¡Voto que si! ¡No me importa si me matan de un disparo! ¡Aunque me maten, voto que si!
-Por favor, llámeme. Quisiera declarar mi voto.
-¡Objeción! ¡El Orador no puede votar!
-El Orador puede votar si así lo decide.
-Es bastante inusual, señor.
-Esto no es inusual, Sr. Pendleton. Esto es historia.
-¿Cuál es su voto Sr. Schuyler?
-Sí. Por supuesto.
El voto final. Ocho no votantes. Quince votos en contra. Ciento diez y nueve votos a favor, con un margen de dos votos...
Arrugada pero ilesa. Un presente para usted. El mayor logro del siglo XIX. Aprobada por la corrupción, con la ayuda del hombre más pobre en América.
Una Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos. Sección Primera: Ni la esclavitud ni servidumbre involuntaria, excepto como castigo de un delito del que el responsable haya sido debidamente condenado, existirá dentro de los Estados Unidos o en cualquier lugar sujeto a su jurisdicción.
-Ríndase Y podremos discutir la reconstrucción
-No pensaremos en la rendición a menos que se nos asegure por escrito que seremos readmitidos a tiempo para bloquear esta Enmienda.
-Ésa es la demanda arrogante de un conquistador. Ustedes no serán gente conquistada, Sr. Hunter. Serán ciudadanos restituidos a las leyes y las garantías de derechos de la Constitución. La cual ahora extingue la esclavitud.
-Y con ella nuestra economía. Todas nuestras leyes serán determinadas por un congreso lleno de yanquis vengativos. Todos nuestros derechos estarán sujetos a una Suprema Corte baqueados por radicales republicanos negros. Todas nuestras tradiciones serán destruidas. No podremos reconocernos a nosotros mismos.
La esclavitud, señor... terminó.
-Mantuvieron la fe en el proceso democrático por frustrante que pudiera ser...
-Vamos señor, concédanos al menos esa última petición. ¿Acaso nos vencieron con votos? ¿Cómo ha mantenido unida a la Unión? ¿Mediante democracia? ¿Cuántos cientos de miles han muerto durante su administración? Su Unión, señor, está forjada en fuego de cañones y muerte.
-Quizá esté en lo correcto. Pero decir que lo único que hicimos es demostrarle al mundo que la democracia no es caos, que hay una gran fortaleza invisible en la unión del pueblo, decir que hemos demostrado que un pueblo puede soportar un terrible sacrificio ¿y aún así unirse? ¿No será posible que eso salve al menos la idea de democracia a la que aspiramos volviéndose eventualmente digna de eso?
Una vez que se rinda, envía a sus hombres de regreso a sus casas, sus granjas, sus tiendas.
Cuando llega la paz no debe ser sólo ahorcamientos.
Nos hicimos posible, el uno al otro, el hacer cosas terribles. Y ganamos la guerra. Ahora debe guiarnos fuera de ella.
Debemos intentar ser más felices. Debemos hacerlo. Ambos. Hemos sido demasiado miserables por tanto tiempo.
Supongo que es hora de partir. Aunque preferiría quedarme.