Revista Comunicación
¿Yo? Yo soy yo. ¿Y tú? Tú estás en casa.
Das, das y das. Nunca es suficiente.
-Yo soy su padre.
-¡Y yo soy su madre!
-¿Por qué no quieres hijos?
-¿Disculpe?
-Vi cómo reaccionaste antes. Sé lo que es cuando estás empezando. Y piensas que tienes todo el tiempo del mundo, y... ya sabes, no vas a ser joven para siempre. ¡Ten niños! ¡Entonces estarán creando algo juntos! Sólo es... ajuste. ¡Oh…! Tú quieres hacerlo…
-No sólo tropezó con nosotros. Tiene fotos tuyas en su equipaje.
-¿Qué hacías con su equipaje?
-¿Voy a perderte?
-Nunca.
¡Haz que se vayan!
Tu amor... ¿todavía está allí, no?
¡Oh, la inspiración! Mátala.
-¿Qué quieren?
-Están esperando.
-¿Esperando qué?
¡Sólo quiero darle vida a esta casa! ¡Abrir la puerta a nuevas personas, a nuevas ideas!
-Ellos vienen a verme.
-¡Eres un enfermo! ¡Ellos son enfermos! ¡Asesinos!
-Pasamos todo nuestro tiempo aquí. Quiero hacer un paraíso.
-Ella remodeló todo, hasta el último detalle. Le devolvió la vida a todas las habitaciones.
-¿Eres feliz?
-Te amo.
Realmente lo amas. Que Dios te ayude.