Revista Comunicación
No quiero asesoramiento. Quiero saber quién soy.
No padres, no guardianes. Sólo un par de cientos de niños. Nos enviaron lejos.
Margaret, somos trabajadores sociales. No existe eso de hacer lo correcto.
Significa que a veces estás haciendo lo correcto y, a veces, oprimes al pobre con los valores de la clase media de un gobierno reaccionario.
A veces uno sólo esta cansado.
-Hubo una vez en que yo tenía un hermano.
-Entonces, ¿dónde está?
-Australia.
“Sólo eran niños” dijo Jack. Un gran barco lleno de niños de 5 a 13 años, todos enviados a Australia.
-No tenemos ninguna otra información.
-Entonces, ¿quién sabría?
-¿Por qué no le pregunta eso a su propio gobierno? Ellos son los que enviaron a los niños para allá.
-Disculpe, ¿es usted Vera Wilson?
-Ésa soy yo. ¿Cómo puedo ayudarte, mi amor?
-Me preguntaba si podría hablar con usted en privado. Es algo personal.
-Yo te puedo contar. ¿De qué se trata?
-Se trata de su familia.
-¡Oh, Dios mío! Sabía que ibas a venir un día. Eres tú, ¿verdad? Eres mi bebé.
-No, Vera, soy una trabajadora social.
-¿Por qué nunca he oído hablar de esto? ¿Por qué nadie ha oído hablar de esto?
-No creo que alguien estuviese realmente interesado.
Me casé, sabes. Tengo tres hijos. Nunca supe qué me pasaba, sabes. Yo pienso en mi madre todo el tiempo. Pero nunca pude hablar de ello. ¿Cómo se puede hablar de alguien de quien te dicen que no existe?
Yo estaba en casa de los niños en el Reino Unido. Sólo tenía diez años. Este hombre de traje, él vino a verme y me dijo: “¿Te gustaría ir a Australia? El sol brilla cada día”. Que viviría en una casa blanca, montaría a caballo a la escuela y podría arrancar naranjas de los árboles para el desayuno. Cuando yo no dije nada, dice: “Bueno, tu madre está muerta, ya sabes. Así que bien podrías...”.
Todo tipo de organizaciones benéficas diferentes planearon estos esquemas. Iglesias, comunidades. Los niños de medios desfavorecidos enviados afuera para una vida mejor en las colonias.
El plan se ejecuta desde el siglo XIX hasta (no lo vas a creer) 1970. Pero hubo una ola de migraciones a Australia entre mediados de los ‘50 y mediados de los ‘60.
¡Oh, Merv! Tengo los nombres de cientos de personas en mi maleta. Todos quieren saber quiénes son.
¿A quién le pregunto? ¿Por dónde empiezo?
-Me dieron el nombre equivocado.
-Te habían dado el nombre equivocado. Por eso está tomando tanto tiempo encontrar tu certificado de nacimiento.
-¿Entonces, que nombre debo usar? ¿Quién soy yo?
-Tú eres la misma persona.
-Pero tengo el nombre equivocado.
-Estás utilizando un nombre diferente del nombre en tu certificado de nacimiento.
-¿Cómo era ella? ¿Qué aspecto tenia?
-Déjame pensar. Se veía un poco como tú, en realidad.
-¿Tiene alguna idea de cuánta angustia han causado a hombres de edad avanzada que sólo buscaban lo mejor?
-Estoy escuchando mucho acerca del dolor causado a los hermanos. Nadie está hablando de la angustia causada a los niños que se supone estaban a su cuidado.
-No sé sobre el hombre sentado frente a mí. Pero estoy segura de que hay un niño herido en algún lugar dentro de si que me agrada mucho. Sólo vamos a tener que tomar el tiempo para encontrarlo.
-¿Y cómo sé que usted está calificada para ello, Sra. Humphreys?
-Va a tener que crear su propia opinión, Sr. Connolly. Y va a tener que confiar en mí.
-Bueno, la verdad es que, nuestras madres formaron parte de todo, ¿no? No nos caímos de nuestros cochecitos y volamos lejos como Peter Pan, ¿o si? No. Nuestras madres no nos querían. Y por eso que estamos aquí. ¿No es esa la verdad?
-No. La verdad es en realidad mucho más complicada en la mayoría de los casos.
-No, ella no me quería. Ella me puso en un hogar de niños. Bueno, eso está bien. Solo vamos a ponerle una cara a la vieja y querida.
-Mire, señora Humphreys, he pagado mis deudas. He suministrado a los hermanos las herramientas de granja a través de mi compañía. He hecho donaciones a los Hermanos Cristianos. He pagado mis deudas.
-¿Sus deudas? ¿Qué les debes?
-Oh, no. Mira, me criaron, me dieron de comer, me vistieron, lo que sea… Y lo he pagado todo de vuelta.
-No veo cómo un niño de ocho años de edad, que trabaja para cultivar su propia comida, que tiene un par de pantalones cortos, una camisa y sin zapatos, pueda decir que esté acumulando deudas.
-Bueno, nadie puede decir que les debo algo.
-No, no creo que usted lo haga. Pero tal vez ése es el monstruo que vive en su cabeza. No me gusta la idea de alguien caminando con un monstruo así en la cabeza.
Me temo que esto no servirá. Estoy aquí para dar a alguien una noticia muy importante. Para que se acuerden de este día el resto de sus vidas. ¿Me puede mostrar algo más?
-¿Has encontrado a mi madre?
-Sí.
-Llegamos demasiado tarde. Está muerta, ¿verdad?
-Sí, lo está. Sí.
-Uh... ¿Cuándo murió?
-El año pasado.
Señora Humphreys, nadie está sugiriendo, por un minuto, que la gente que ustedes representan no hayan sufrido. Pero esto tiene que ser colocado en su contexto histórico.
Estas personas fueron deportadas como niños, niños pequeños, que han sido privados de su familia, su identidad. Tienen que encontrar las familias que perdieron.
Tenemos que ser capaces de decirles a estos niños... bueno, ahora adultos... que están a salvo.
Usted dice que está hablando como una madre. Pero, por favor, tenga cuidado de su propia familia en lugar de meterse en todo esto. Quiero decir, ¿cómo es posible entender las circunstancias reales de estos niños desafortunados? Ellos vivían en barrios marginales. Eran hijos de borrachos y degenerados…
El hecho es que esto pudo haber sido sólo un episodio doloroso de la historia. Pero no hay ganancia en jugar el juego de la culpa.
Se trata de un cheque. Puede llenarlo con la cifra que quiera. Usted decide. Usted puede tener eso o puede tener mi lealtad. No me importa cual. Mientras estemos a mano.
-Creo que hay stress post-traumático.
-Lo siento pero eso es una tontería. No me pasó nada de lo que les haya pasado a ellos.
-Absorber el dolor de otras personas es un stress por si mismo.
No puedo parar. No hay nadie más.
Treinta años estuve trabajando en esa taberna. Y nunca supe que tenía una hija. Ella estaba realmente interesada en mí al venir a mi fiesta de jubilación pero no sabíamos lo que le íbamos a decir a la gente. Y luego, Bill dice (Bill es uno de los habitués): “¿Quién es esta jovencita encantadora, Vera?”. Él es uno de los más antiguos, ves, así que yo dije: “Ésta es mi hija, Bill. Mi hija Charlotte”. Y dice... ni siquiera parpadeó… “Ella se parece a ti”. Se podría decir. Cualquiera podría decirlo. Y allí estábamos en frente de todos ellos. Juntas. Madre e hija. Te digo, Margaret... fue el momento más feliz de mi vida. Las dos… simplemente... nos sentimos completas. Al fin no falta nada.
Usted es una mujer difícil de entretener, Sra. Humphreys.
-No, pero tienes razón en que... no es real. Porque usted no ha estado allí, ¿verdad? Usted ha oído hablar de nuestra infancia pero no has tocado nuestra infancia. Porque no has estado allí.
-¿Dónde?
-En Bindoon. Estoy, eh... te estoy pidiendo que vengas a Bindoon conmigo.
-Míralo desde aquí primero. ¿Es lo que esperabas?
-Yo no sabía que iba a ser tan grande. Y no sabía que iba a ser tan hermosa.
Construimos la estación de la cruz. Pero ¿quién fue crucificado, eh? Dime eso.
Tú sólo pensabas: “No soy nada ahora. Nada en absoluto. Quién va a... ¿Quién va a cuidar de mí? ¿Quién va a cuidar de mí? Soy un Don Nadie”.
¿Los he molestado, hermanos? ¿Los he asustado? ¿A que le pueden tener miedo?
Unos hombres adultos como ustedes…
Uno piensa, voy a sobrevivir esto. Lo dejaré algún día. Putos años.
Todo el mundo piensa que va a haber un gran momento catártico cuando todos los errores se reparan y todas las heridas se sanan. Pero no va a suceder. No puedo devolverte lo que has perdido.
Tuve que dejar de llorar cuando yo tenía ocho años. No sé cómo comenzar ahora.
Pero tú lo sientes. Lo sientes por todos nosotros, porque nosotros no podemos hacerlo. No. Estás luchando por nosotros, Margaret. Estás ahí por nosotros. Estás de nuestro lado. Así que deja que el resto se vaya. Sólo deja que el resto se vaya. Lo que estás haciendo es suficiente. Es más de lo que nadie me ha dado.