Ella volvía cuando le apetecía,en sueños, en mentiras y en sensaciones vagas de algo ya vivido.
Lo que pasó antes de conocerte no cuenta.Y no me puedo imaginar un después.
Cuando la escuchaba, Eleanor tenía la sensación de que todo, el mundo entero, no era como ella había creído hasta entonces.
Y eso era bueno.
Eso era genial.
Sostener la mano de Eleanor era como sujetar una mariposa. O un latido.
Como tener en la mano algo completo y vivo.
Nada más oírlo, Eleanor sonrió.
Y cuando Eleanor sonreía, algo se rompía dentro de Park.
Algo se rompía siempre.
No estoy listo para que dejes de ser mi problema.
Cruzaré el cielo por ti.
Eleanor tenía razón. No era guapa exactamente.
Emanaba algo artístico, y el arte no busca ser bonito; busca despertar tus sentimientos.
¿Qué posibilidades hay de conocer a alguien que te inspire esos sentimientos? ¿Una persona a la que amar por siempre, alguien que te quiera por toda la eternidad?
¿Y qué haces si esa persona ha nacido a medio mundo de distancia?
El rostro de Park, en cambio, era puro arte.
Y no arte abstracto precisamente.
Park tenía el tipo de facciones que se trasladan a un lienzo para que pasen a la historia.
Nada termina nunca
No podía existir en el mundo ningún lugar tan horrible como para que renunciase a la compañía de Park.
Trató de recordar qué había pensado la primera vez que la vio.
Intentó discernir cómo había sucedido;cómo había pasado de ser una desconocida a convertirse en la persona más importante del mundo.
Una cree que si abraza a alguien con todas sus fuerzas, lo tendrá más cerca.
Una cree que se puede abrazar a alguien con tanta fuerza como para seguir sintiendo su presencia, grabada en ti, cuando te separas.