Revista Cultura y Ocio

Frases memorables: El regalo

Publicado el 16 diciembre 2022 por Laura Coll Rigo
Frases memorables: El regalo1. «Un sistema educativo heredado de cuando tenían que preparar a la gente para ser trabajadores de grandes fábricas. Por eso, si te fijas, el colegio no es más que el ensayo de lo que después será una jornada laboral. Si eres capaz de doblegar a un niño para que esté sentado sus ocho horas al día —con media hora de descanso—, conseguirás a un adulto preparado para estar ocho horas trabajando —con media hora de descanso—. Nos preparan desde pequeños para ser carne de multinacional.Saben que si nos hacen trabajar ocho, nueve, diez horas al día, cuando lleguemos a casa ya no nos quedarán fuerzas para perseguir nuestros sueños. Saben que cuando lleguemos a casa no tendremos fuerzas ni para cocinar —y así venderán más productos preparados—, ni para leer un libro —y así nos engancharán a una televisión cuya misión final no es entretener, sino que compremos productos—, ni para contarles un miserable cuento a nuestros hijos… en lugar de eso los colocaremos junto a nosotros, en el sofá, frente a la tele… para que, de mayores, sean también carne de empresa.»

2. «Cada instante que fotografío, de alguna forma dejo de vivirlo. Si ahora mismo una mariposa se posase sobre esa ventana durante unos segundos, yo podría hacer dos cosas: observarla o fotografiarla. Y si hiciera lo segundo solo tendría una imagen en un trozo de papel, pero la realidad de ese momento me la habría perdido. Por eso, muchas veces, cuando estoy a punto de hacer una gran instantánea, me quito la cámara de los ojos para disfrutar de lo que va a ocurrir. Con el tiempo he aprendido que a veces las fotografías que no se hacen son las que más se recuerdan.»

3. «—Si nadie te enseña a manejar el dinero, lo lógico es que te engañen mucho más fácilmente. Hoy en día los alumnos, y hablo también de los universitarios, son unos auténticos inútiles en temas económicos. Sí, sabrán muchas matemáticas, o idiomas, o se sabrán de memoria los cuatro ríos que aún pasan por sus ciudades, pero no sabrán absolutamente nada de lo más importante en esta vida, de lo que va a depender su futuro, no tendrán ni idea de cómo generar dinero, en cambio, sí les enseñamos mil formas de gastarlo.Sonreí.—Y eso es peligroso, muy peligroso. Porque cuando uno no tiene conocimientos financieros es cuando el sistema te coge y te aplasta como una hormiga. Ahí es donde te cuelan los impuestos, las preferentes, las hipotecas, los planes de pensiones, los seguros, los mantenimientos de mil productos, los préstamos personales, las loterías, las tarjetas de crédito, los pagos aplazados… ahí es donde te dicen que lo mejor que puedes hacer es gastarte todo el dinero que no tienes en un coche, una casa, un viaje… y después pasarte toda la vida trabajando para devolverlo.»

4. «—Y ese hombre que lleva más de veinte años —y varias hernias en la columna— cargando sacos en una cantera, ¿no ha prostituido su cuerpo? ¿O esa mujer que pasa varias horas diarias en una cámara frigorífica y no pega ojo por las noches porque le duelen demasiado los huesos? ¿O esa persona que carga tantas cajas de fruta o verdura que nota cómo va perdiendo movilidad en sus muñecas? ¿O esos mineros que, con el paso de los años, asumen que la tos será su compañera de por vida? ¿Todas esas personas no prostituyen también su cuerpo?»

5. «Tenemos vergüenza cuando, en un restaurante, nos sirven un plato que está a medio hacer, o cuando nos ponen esos entrantes que no hemos pedido, pero sí nos cobran. Seguro que sabes a qué me refiero. La mayoría de la gente al coger la cuenta ve que se lo han incluido y no protesta, nos contentamos diciendo: bueno, con tal de no volver… Casi nadie se planta y dice: oye, yo esto no te lo pago porque no lo he pedido. No, la mayoría de gente no hace nada. Afortunadamente, también están los héroes, las personas que hacen algo para cambiar las cosas. Y eso sí, cuando lo han conseguido, entonces todos los demás nos aprovechamos de su esfuerzo como parásitos.»

6. «Te quiero, quizá las dos palabras más complicadas de decir a un padre, quizá las dos palabras más complicadas de decir a un hijo. Sobre todo, cuando se ha superado la infancia y llega la adolescencia. Es como si, con el avanzar de los años, esas dos palabras tuvieran cada vez más letras. Se vuelven, sin razón aparente, más incómodas, más complicadas… y se quedan escondidas en algún lugar perdido a la espera de utilizarlas con la pareja, es entonces cuando vuelven con una fuerza desmedida.Las utilizamos al besar, al hacer el amor, al abrazar, al apretar un cuerpo ajeno que sentimos propio. Pero pasan los años y, poco a poco, vuelven a perderse entre la rutina del día a día hasta que llega un hijo y, en la cuna, en la cama, en cada pequeño momento las vuelves a decir sin mesura… hasta que crece, llega la adolescencia y vuelven a desaparecer… Desaparecen y ya solo regresan ante hechos trágicos: ante una enfermedad, en la cama de un hospital, tras un accidente… justo cuando creemos que el tiempo se acaba.»

Las citas que os traigo hoy son de El regalo, de Eloy Moreno. Este autor ha centrado su carrera literaria en la crítica social, tanto en sus novelas más adultas como en las juveniles. El libro me gustó, pese a ser muy idealista y utópico. Como podéis ver, cuenta con buenas reflexiones que hacen que nos demos de frente con la realidad, que nos veamos de otra forma y que pensemos acerca de nuestro futuro. Además, los personajes son muy reales (pese a que el protagonista está un poco alelado). Las críticas me parecen muy acertadas, pero las soluciones que propone el autor no me convencen por su carácter utópico. Os recomiendo darle un vistazo a mi reseña para saber más, aunque os adelanto que es bastante peculiar. Aquí os dejo el enlace.

Sobre las citas, tengo poco que decir porque son bastante claras. Muy de acuerdo con la crítica al sistema educativo en la primera cita. Sin duda, la mayoría de metodologías docentes nos preparan para no pensar y ser un número más, para adaptarnos con facilidad al trabajo de ocho horas en una oficina, donde no podemos rechistar. Por otra parte, las metodologías innovadoras que están surgiendo últimamente tampoco me gustan, pues te lo dan todo mascado, de manera que cuando empiezas a trabajar en el mundo real te das de bruces con la realidad. ¿Qué creéis que es mejor? 

Sobre lo de las fotografías, también estoy muy de acuerdo. En mis viajes hago muy pocas fotografías, en parte porque me resulta poco natural, pues todo es fachada, y en parte porque los pocos momentos reales me los pierdo por estar detrás de la cámara. Prefiero vivir el momento que no hacer fotografías que nunca volveré a mirar.

Con la tercera cita también coincido plenamente. En la escuela falta una asignatura en la que te hablen sobre las finanzas del día a día. Sí, gracias a la asignatura de economía descubrí qué era un albarán y el IVA, entre otras cosas, pero la mayoría de cosas estaban centradas el mundo empresarial y no en lo cotidiano. ¿Con qué problemas financieros os habéis encontrado? Para mí, descubrir cómo hacerme una cuenta bancaria fue todo un mundo, así como el tema de los autónomos.

De la cuarta cita, me pareció muy curioso ver cómo el autor identificaba los trabajos físicos con la prostitución del cuerpo. Al igual que las mujeres que prostituyen su cuerpo, muchas de estas personas lo hacen porque no tienen alternativa, pero la diferencia radica en que alguien tiene que hacer estos trabajos sí o sí. No veo una fácil solución al asunto, más allá de la mecanización, aunque entonces se destruirían muchos puestos de trabajo. ¿Qué creéis que es mejor?

Admito que me siento muy identificada con la quinta cita. Yo nunca me quejo por vergüenza, a no ser que sea algo muy descarado. Simplemente, decido no volver a ese lugar. Admiro mucho a aquellos que se plantan y se quejan. Es la gente que, como dice el autor, será el motor del cambio. ¿Vosotros soléis quejaros en estos casos?

La última cita me parece un buen análisis de la evolución de las palabras "te quiero". No sé si de pequeña lo decía mucho, pero es cierto que con mi familia es algo que no suelo decir en voz alta, en parte porque se da por hecho, en parte porque no me gusta expresar mis sentimientos. A mi pareja se lo digo más, pero tampoco muy a menudo, por los mismos motivos. No he pasado por la fase empalagosa, por suerte. Quizás debería esforzarme en expresarlo más, pues es cierto que me gusta que me lo digna. ¿Vosotros sois como yo, más de guardároslo todo dentro o sois más de expresarlo?

Y bueno, hasta aquí la entrada de hoy. Espero que os haya hecho reflexionar un poco, así como ver el mundo de forma distinta. ¡Nos leemos en los comentarios!


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