"Pienso en el pintball y en que ser un niño es como que te disparen por el pasillo del lanzador, pero sin desviarte ni a izquierda ni a derecha: solo te lanzan. Pero una vez que llegas a la parte superior, que es como cuando cumples dieciséis, diecisiete o dieciocho, de repente te encuentras que puedes tomar miles de caminos diferentes, unos increíbles, otros no. Hay mínimas diferencias de ángulo y velocidad que alterarán lo que te ocurra después, así que una fracción de centímetro a la derecha y la bola se dará contra un cacharro, contra otro, y se escurrirá entre los flippers, sin más, diez centavos echados a perder. Pero te vas un milímetro hacia la izquierda y te metes de lleno en la acción del área de juego, con sus bumpers y su pateador, con sus rampas y sus bandas de rebote, y la fama te espera en la tabla de clasificación"
"Un escritor flirtea con la esquizofrenia, nutre la sinestesia y abraza el trastorno obsesivo compulsivo. Tu arte se alimenta de ti, de tu alma y, sí, hasta cierto punto, de tu cordura. Escribir novelas que merezca la pena leer te joderá la mente, pondrá en peligro tus relaciones y te dilatará la vida. Advertida quedas."
Las citas que os traigo hoy son de un libro bastante extraño. No se podría esperar menos del autor de El atlas de las nubes. En su momento no me convenció, pero quizás en un futuro, si hago relectura, mi perspectiva cambie. El libro es Relojes de hueso, de David Mitchell y podéis leer la reseña completa aquí. Por lo que recuerdo, era un libro al que le sobraban muchas páginas. Pese a la prometedora sinopsis, el libro era mucho más de personajes que de tramas y mezclaba distintos géneros. Me quedé con la impresión de que tenía potencial para varias historias, pero el autor había decidido juntarlas en una, pese a ser algo inconexo. No le puse muy buena puntuación pero, a diferencia de otras historias, esta ha ido ganando con el tiempo.
Pasando, ahora sí, a hablaros un poco de las frases, me gusta mucho la metáfora que podemos encontrar en la primera. Es cierto que durante nuestra infancia todo es seguro y claro, pero es precisamente durante esa infancia cuando se calibra el camino que tomaremos. La familia, las amistades y las decisiones que hemos ido tomando a lo largo del tiempo, por muy minúsculas que sean, son lo que marcará la ruta que tomaremos. Aunque para mí, el objetivo final no es conseguir la fama, sino ser feliz.
En cuanto a la segunda cita, me flipa cómo está escrita y cómo describe la tarea del escritor. Es cierto que el arte se alimenta de nosotros como creadores, pero también lo es que no hace falta alcanzar la locura. Pese a todos los ejemplos que tenemos de autores clásicos que parece que la escritura les llevó al límite, hay otros tantos que tuvieron vidas pacíficas. ¿Solo las personas rotas pueden escribir novelas que pasarán a la historia? No. Creo que para ser un escritor realmente bueno tienes que tener una sensibilidad concreta, pero que eso no te llevará inevitablemente a una vida de sufrimientos. ¿Perdurar en la memoria fugaz de la humanidad a cambio de una vida de padecimientos? No me parece que merezca la pena. ¿Acaso la gente corriente no tiene grandes cosas por decir?
Bueno y con estas dos reflexiones me despido hoy de vosotros. ¿Qué opináis acerca de ambos temas? Nos leemos en los comentarios^^