Revista Cultura y Ocio
Para ser mago, hay que ser mago.
La clave de la magia es la magia.
Me haces reír en los momentos más extraños.
Había tomado su decisión, hacía diez años cuando se encontraron por primera vez, y había vuelto a tomarla todos los días desde entonces.
Cambiamos lo que tocamos.
¿Por qué había dejado que él la cambiara?
Ella habría sido feliz, sola con su magia.
Cuando llegue la vejez, la vejez cuyo hielo mortal ya has empezado a sentir en tus huesos, aprieta ese oro contra tu corazón y recuerda la oportunidad que perdiste.
El dolor le cerró la garganta. El dolor de los caminos que nunca se tomaron,
de las puertas que nunca se abrieron,
de las canciones que no se cantaron... El dolor humano de las opciones.
Mirar en las profundidades de los ojos de él era como caer en el corazón de una estrella. Los dragones no engañan con mentiras,engañan con la verdad.
Mi magia te llamó y el dragón que hay en ti contestó.
¿No conoces tu propio poder, mujer maga?
¿No sabes lo que podrías ser?
Antes estaba celoso de ella, ¿sabes? No de otro hombre, sino celoso de ella misma, de esa parte de ella que no me daría nunca. Pero eso fue lo primero que tuve que aprender sobre ella y tal vez lo más difícil que haya aprendido jamás sobre cualquier cosa: que ella es de ella misma y que lo que me da, me lo da porque quiere dármelo y por tanto es más precioso.
A veces, una mariposa viene a sentarse en tu mano abierta pero si la cierras, de una forma o de otra, la mariposa, y su decisión de estar allí, se van.
-El diamante no puede amar a la flor, porque la flor vive un día y luego desaparece. -La flor muere, pero también ha vivido. El diamante no puede hacer ninguna de las dos cosas.
Mi alma está marcada por este amor,
aunque no entiendo lo que es y, como tú,
nunca podré volver a ser lo que había sido.