Revista España

Fray José de la Canal, vanguardia de la Ilustración española

Publicado el 09 septiembre 2020 por Dpl71

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Religioso y literato español, nacido en Ucieda (Santander) el 11 de enero de 1768 y muerto en Madrid el 17 de abril de 1845, que fue uno de los hombres más eruditos de la Ilustración española.

Vida

Hijo de los labradores Domingo de la Canal y Antonia Gómez, a los que se define como honrados, pero desprovistos de fortuna. Cuando tenía ocho años marchó a Burgos, en donde profesó de agustino calzado el 14 de octubre de 1785. Pasó luego a Salamanca, donde continuó sus estudios en Teología y recibió el presbiterado en Ciudad Rodrigo del obispo Fr. Benito Uría en 1792. Ganó la lectura del colegio de Doña María de Aragón, en el que estuvo un año, y la de su convento de Burgos, tras lo cual volvió a Salamanca en 1797 para ser profesor de Filosofía, bibliotecario y prefecto de estudiantes. Su labor al frente de la biblioteca fue muy provechosa, pues halló en ella las obras de San Jerónimo que Fray Luis de León anotó cuando estaba en la cárcel. En 1799 pasó al convento de Toledo, en el que enseñó Teología durante cuatro años; durante este tiempo tradujo de Louis Guidi Conversaciones filosóficas sobre la Religión, que no llegaron a publicarse, aunque habían aparecido en francés en 1772-1780. Fue también autor de Pintura de un jansenista, un manuscrito en verso que circuló ampliamente hasta que la Inquisición la puso en el Índice por decreto de 23 de junio de 1805.

En 1804 se encontraba en Alcalá como lector en Teología, pero no estuvo demasiado tiempo porque inmediatamente fue llamado a la Corte para trabajar en la obra España Sagrada, lo cual no le impidió traducir el Catecismo para uso de todas las Iglesias del Imperio francés (Madrid, 1807-1808), y publicar el Sermón que en la solemne fiesta celebrada el día 23 de agosto de 1808 por el real cuerpo de Correos de Gabinete, para desagraviar a Dios ultrajado por las tropas francesas, para implorar su protección en favor de la Patria, y de nuestro amado rey Don Fernando el VII. Y para darle gracias por las victorias de nuestros ejércitos (Madrid, 1808).

Fue retratado por Goya, probablemente en 1812. Tradujo de Athanase René Merault Los apologistas involuntarios o La religión cristiana probada y defendida por los escritos de los Filósofos (Madrid, 1813), obra en la que nuestro autor muestra cierta inclinación hacia Voltaire, continuada en Los apologistas o la religión cristiana probada por sus enemigos como amigos (id. 1825) y, asimismo, tradujo también el Manual del cristiano para asistir al santo sacrificio de la Misa (id. 1813, 2ª ed.1841). De Antoine Sabatiertradujo Los tres siglos de la literatura francesa, de J.J. Barthelemy el Viaje del joven Anacharsis a la Grecia a mediados del siglo IV antes de la era vulgar (id., 1813-1814) y, finalmente, de Barruel Memorias para servir a la historia del jacobinismo (Madrid, 1814), obra de la que dos años más tarde se hizo una nueva edición.

Ya en Madrid, estuvo como suplente del catedrático de Filosofía Moral en el Colegio de San Isidro y fue redactor de dos periódicos de marcadas tendencias liberales, El Ciudadano y El Universal (Madrid, 1814). Por haber publicado en este último algunos artículos, al regreso de Fernando VII, en los que contaba que el brigadier Juan Antonio Barutell y otros oficiales eran constitucionales, Fray José fue condenado a seis años de reclusión en el convento más rígido de su orden, Nuestra Señora del Risco, a seis leguas de Ávila; además, se le condena en costas y se le apercibe de que se abstenga de cometer los excesos que resultan de la causa, «so pena de ser tratado con más rigor».

Hacia 1815 se ejercieron en su favor discretas influencias y volvió a Madrid. Fue promovido a Maestro de número en su orden y se le encomendó que ayudase en colaboración con el P. Antolín Merino al P. Fernández de Rojas en la publicación de la obra La España Sagrada, tomos 43 y 44 (1819 y 1826), y por sí solo los tomos 45 y 46 (1832 y 1836).

Fue luego prior de San Felipe el Real de Madrid, cuya biblioteca intentó salvar desesperadamente cuando la invasión francesa, vicepresidente de la Academia Nacional de Sagrados Cánones, Liturgia, Historia y Disciplina eclesiástica (1821), miembro de la Academia Nacional en la Sección de Ciencias Morales y Políticas (1822-1823). Traduce de Agustín Macedo: El velo alzado para los curiosos, o el secreto de la Revolución francesa manifiesta con la Francmasonería (1826).

Académico de la Historia, leyó su discurso de ingreso sobre Fe crítica que merece la Historia Compostelana en 1834. Tradujo al latín la Teología dogmática de Klupfel en 1836, el mismo año que renunció al obispado de Gerona para el cual había sido nombrado. Fue autor de Manual del cristiano para asistir a la misa (Madrid, 1841). En 1844 sustituyó a Fernández Navarrete en la dirección de la Academia de la Historia. Dejó manuscritas sus Cartas contra el Abate Masdeu, y acaso la Apología del Catecismo dispuesto por Don Miguel de Echegaray. Su Ensayo histórico de la vida literaria del Mtro. Fr. Antolín Merino (id., 1850), que apareció de forma póstuma. Fue académico correspondiente de la de Bellas Artes de Barcelona y de la de Anticuarios de Normandía. A veces se llamaba a sí mismo el «Ermitaño de la Puerta del Sol».

FUENTE: texto extraído de http://www.mcnbiografias.com

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