My
generation.
Después
del estreno de una serie televisiva pueden suceder cuatro cosas: a)
que la audiencia responda favorablemente, consiga grandes cuotas de
audiencia, el producto se convierta en todo un fenómeno de éxito y
regalen cromos con el rostro de sus protagonistas en los paquetes de
phoskitos; b) que consiga una audiencia suficientemente aceptable lo
que, junto con un posible éxito de crítica y una pequeña legión
de fervientes seguidores, provoque que siga en antena con la
esperanza de que el resto de la población se interese por ella y de
el salto a la categoría anterior; c) que los datos de audiencia no
sean suficientes y que, a pesar de las buenas críticas y de un
residual grupo de incondicionales, la serie sea finalmente cancelada
(previo algún probable intento de cambio de horario e incluso de
canal); y d) que el producto estrenado no interese ni a crítica ni a
público, con lo cual sea fulminantemente finiquitado y toda la
población salga a las calles danzando el baile de la victoria y
entonando el “yes, we can”.
Pero
detengámonos un instante en la categoría “c”, que es la que nos
interesa. Los programas pertenecientes a este grupo jamás lograrán
convertirse en series de éxito ni lograrán grandes cuotas de
pantalla. A pesar de ello todavía les queda una última salida a la
que difícilmente podrán aspirar los productos del resto de
categorías: pueden llegar a convertirse en series de culto
(lo cual funciona más como título honorífico que otra).
Para ello lo ideal sería que la serie no cuente con demasiados
capítulos, que no sea muy comprendida por una gran mayoría de la
población, que la crítica especializada le haya dado su beneplácito
y que, a poder ser, fuera injustamente cancelada dejando la obra
parcialmente incompleta. Si además estamos hablando de un producto
americano nunca estrenado en nuestro país y que solamente se puede
encontrar en versión original subtitulada en ciertos programas de
descarga a través de la red (dudo mucho que por bajarme una serie
cancelada hace ya más de diez años me esté cargando la industria
de nadie), no hace más que añadirle épica al enorme placer que
produce poder ver, por fin, la fantástica FREAKS AND GEEKS.
El
título se podría traducir como COLGADOS Y PARDILLOS, o algo por el
estilo. Hace referencia a dos de los tipos de grupos sociales que se
pueden encontrar dentro de un instituto de secundaria. El primero
está compuesto por fumetas desencantados del colegio con ganas de
acabar sus estudios para no tener que seguir las estrictas reglas del
centro y que no logran sacarse de encima la sensación de estar
perdiendo el tiempo dentro de sus paredes. El segundo pertenece a los
empollones, víctimas constantes de abusos, aficionados a los cómics,
la ciencia ficción y los juegos de rol. A pesar de que la primera
impresión sería de que ambos grupos no podrían estar más alejados
el uno del otro, lo cierto es que guardan una estrecha relación:
ambos son unos inadaptados sociales incapaces de integrarse dentro la
estructura que se forma dentro del colegio.
La
serie empieza, justamente, con el traslado de un miembro de uno de
estos equipos hacia el otro. Lindsay es una buena estudiante y todo
un cerebrito en matemáticas, pero un buen día decide que está
aburrida, que necesita más emociones en su vida y empezará a
juntarse con los freaks del instituto. Allí conocerá a Daniel, Kim,
Nick y Ken, unos parásitos sociales en potencia, aficionados al
cannabis y al rock más puro (disco sucks!). Lindsay tiene un hermano
pequeño, Sam, que junto con sus dos mejores amigos, Neal i Bill, son
el ejemplo más claro de geeks que se puede uno tirar a la cara.
Ellos no están en contra del resto del instituto, al contrario,
ellos buscan encajar en todo momento, pero fracasan calamitosamente
una y otra vez. La serie girará en torno a estos personajes y sus
interacciones entre ellos, entre el resto de los alumnos y entre los
adultos, a quien cabría separar entre familiares i profesores.
La
primera referencia que me vino a la cabeza cuando empecé a ver
Freaks and geeks fue la serie Aquellos maravillosos años,
debido a la edad del protagonista, al tono melancólico/humorístico
de todo el conjunto y por el hecho de estar ambientada en una época
anterior, haciendo de ello un elemento determinante de la historia.
De hecho, Aquellos maravillosos años era una serie de 1988
ambientada veinte años antes, en 1968, mientras que Freaks and geeks
es una serie del año 2000 también ambientada veinte años atrás,
exactamente en 1980. Realmente creo que Freaks and geeks se adelantó
a su tiempo y a la moda de recuperar la década de los '80. Años
después todo el mundo se subiría al carro.
Siempre
que ves una serie juvenil te llegas a preguntar cuales de sus
protagonistas lograrán una fructífera carrera dentro de la
industria y cuales desaparecerán en el olvido. Lo bueno de ver
Freaks and geeks es que ya tienes la respuesta. En la serie
encontramos a unos pipiolos: James Franco, Seth Rogen, Jason
Segel, Linda Cardellini (Scooby Doo), Martin Starr
(Adventureland) y John Francis Daley (visto en la serie
Bones). La gran mayoría de ellos han tenido largas carreras,
aunque algunos bastantes más exitosas que otros (curiosamente han
triunfado bastante más los freaks que los geeks). Además algunos de
ellos han seguido trabajando a las ordenes del productor de la serie,
Judd Apatow, en sus trabajos
como director, que poco o nada tienen que ver con esta serie.
Uno
de los mayores logros de la serie es la sensación de normalidad que
transmite. Y por raro que suene, eso es muy de agradecer. Es cierto,
está ambientada en los ochenta, pero no viste a sus protagonistas
como auténticos mamarrachos disfrazados. Además trata el tema de la
adolescencia sin caer en los tópicos de cierta ficción americana
que tiende a exagerar sobremanera este tipo de tramas con productos
que: a) o nos muestra a unos protagonistas que se emborrachan hasta
las trancas después de ingerir accidentalmente un sorbo de cerveza
en una fiesta para, acto seguido, ingresar en alcohólicos anónimos
mientras, con lágrimas en los ojos, confiesan a sus padres que han
aprendido la lección (yo esto lo he visto); o b) nos muestra a unos
protagonistas descendiendo con esquíes una montaña de cocaína
mientras en la meta les espera un cuantioso grupo de compañeras de
clase, potenciales prostitutas de lujo, desnudas dentro de un jacuzzi
mientras ingieren grandes cantidades de alcohol y barbitúricos.
Y
es que la serie no va de eso. Va de adolescentes, sí, pero reales.
Con sus problemas, sus aspiraciones, sus dudas, sus gustos y sus
amores, de manera que muchos de nosotros nos veamos reflejados en
ellos en algún momento de la trama (y no solo en un único
personaje). Freaks and geeks es una serie que habla de las
primeras veces. El grupo de freaks está a punto de acabar el
instituto, les tocará tomar decisiones difíciles y salir al mundo
real, donde serán tratados como adultos, por primera vez. El grupo
de geeks está en plena edad del pavo y para ellos todo es nuevo (y
sí, estoy hablando de chicas). Para hacerlo la serie utiliza un
lenguaje amable, en tono de comedia simpática, que logra enganchar
desde su capítulo piloto, con un cierto punto de melancolía y
aderezado todo ello con la música de la época como Led Zeppelin,
The Who, Deep Purple, Van Halen o Kiss, entre otros.
Resumiendo:
Uno de los mejores productos sobre adolescentes de todos los tiempos.