SINOPSISEn un pueblo de los Alpes están apareciendo degolladas las ovejas, y la indignación y el miedo se van adueñando de sus habitantes. Pero Lawrence, un canadiense que estudia una manada de lobos en la zona, sabe que hay cosas que éstos jamás harían… Una noche, ante la sorpresa de todos, es una mujer la que aparece muerta.(Editorial Siruela. Traducción: Anne-Hélene Suarez Girard)
PRÓLOGO
El martes aparecieron cuatro ovejas degolladas en Ventebrune, en los Alpes.
CAPÍTULO 1
Era un hombre de la zona, bajito, moreno, un poco terco. Llevaba seis años cuidando los lobos del Mercantour.
CAPÍTULO 3
Absueltos también ese Mercantour recalentado y esa aldea de Saint-Víctor-du-Mont donde se había establecido provisionalmente con ella.
Esas últimas semanas, un viejo lobo solitario en final de trayecto, el venerable Augustus, cazaba en el monte Mournier.
CAPÍTULO 10
Un dogo alemán – dijo Lawrence -. El perro más grande. El único capaz de igualar o superar el tamaño de un lobo macho.
Jean-Baptiste Adamsberg, apostado en la ventana de su habitación, en el quinto piso de un edificio del Marais vetusto, cuya fachada se inclinaba peligrosamente hacia la calle, miraba el agua correr arroyo abajo, arrastrando detritus.
-¿Qué camión es? –preguntó volviéndose hacia Solimán.Un 508 D –dijo Sol-, menos de tres toneladas y medio. No necesitas permiso para conducir vehículos pesados.
-Norte, hacia el Mercantour.-¿Pasando por dónde?-El valle del Tinée.
-Massart ha dejado su furgoneta en el Mont Vence –empezó Solimán-. Bien pensado si quería hacer creer que estaba perdido en la montaña.
-No irá lejos con semejante equipo.-Es que no va lejos, jovencita. Va a Loubas, al lado de Jausiers.
Ahora debe de estar al norte del Mercantour, digamos a la altura del puerto de la Bonette.
-Esta noche bajará a Jausiers, veinticinco kilómetros. Alló lo esperaremos al amanecer, si no nos lo cruzamos antes en el monte.
-No me imaginaba así el Mercantour.-¿Cómo te lo imaginabas?-Creía que era cálido y moderadamente montañoso. Con olivos. Una cosa así.-Pues es frío y exageradamente montañoso. Hay alerces, y donde es demasiado alto para subsistir, no hay nada, sólo nosotros tres, con el camión.
CAPÍTULO 18
La pendiente era dura. (…) Oscuros pinos silvestres se arracimaban hasta perderse de vista por las laderas rocosas. Camille los encontraba siniestros, tan inquietantes como ríos de soldados en uniformes negros.
Y más arriba aún, los desnudos picos rocosos.
Se sintió algo aliviada al bajar hacia Saint-Étienne, el último pueblo antes de salir del valle y de iniciar el ascenso del macizo.
Dos kilómetros más allá, el camión se adentraba en el Mercantour. La carretera era más o menos como temía Camille, estrecha y serpeante, un delgado surco hendido en el flanco de la montaña, como una ligera cicatriz.
CAPÍTULO 19
Al llegar la noche anterior a Aviñón, Jean-Baptiste Adamsberg había encontrado un rincón ideal, al otro lado del Ródano. (…) Sentado en la hierba a orillas del Ródano, apartado de una pequeña carretera que bordeaba la ribera, en una especie de claro en el horizonte tapado por una hilera de sauces, Adamsber hundía en el río una larga rama, luchando con la punta contra la corriente.
CAPÍTULO 21
A la una y media, Camille dejó la ganadera a la entrada de Le Plaisse, la aldea más cercana a los pastos de Tête du Cavalier.
CAPÍTULO 22
La montaña había perdido sus últimos retazos de Provenza y, diez kilómetros antes del puerto de la Croix-Haute, habían entrado en una zona de niebla fría y algodonosa.
-Hay que levantar el campo-dijo-. Podemos ir a ver a los policías que se ocupan de ese Sernot. ¿Dónde están?-En Villard-de-Lans.
CAPÍTULO 26
-Nos vamos a Grenoble- anunció-. Tengo cita con el prefecto, extraoficialmente.
CAPÍTULO 27
-Aquí –dijo-, a Bourg-en-Bresse. Ciento veinte kilómetros hacia el norte. (…) Es el único pueblo grande por el que acepta pasar.
CAPÍTULO 33
Adamsberg renunció, con su brazo herido, a dormir doblado en el coche. Llamó a la gendarmería y pidió que lo llevaran, finalmente, al hotel de Montdidier.
PENSAMIENTOS CURIOSOS (extraídos de la novela)“Si quieres ser libre, cierra el pico.”“El amor te daba alas para luego estrellarte contra el suelo, así que no merecía la pena.”“En el amor, si no querías al otro, se quedaba, y si lo querías, se largaba.”“Nada, siempre es más sencillo que Algo. Más triste también, pero más sencillo.”“Una oveja guía que cojea hace que todo el rebaño vaya descompasado.”“Cuando uno hace una pregunta, es que tiene una respuesta. Si no, se calla.”
