Revista Libros

Frederik pohl & c.m. kornbluth; "mercaderes del espacio".

Por Malaventura
Frederik pohl c.m. kornbluth; Ya sabes el dicho: "el poder ennoblece, y el poder absoluto ennoblece de un modo absoluto". Ningún poder supera a la publicidad, capaz de crear un mundo nuevo. La técnica publicitaria es un arte con base científica: ensaya, prueba, investiga, analiza, está íntimamente relacionada con las obsesiones y las neurosis de la sociedad a la que presta servicios; su finalidad consiste en convencer a amplias masas de gente sin que estas se den cuenta de que las están convenciendo. La publicidad debe ocupar el lugar correspondiente junto a la religión, la medicina y el derecho. El valor de la propaganda supera al valor de cualquier otra actividad. Las grandes compañías de publicidad son capaces de crear una necesidad donde no la hay, alimentan el deseo de comprar lo innecesario sin atender a la razón; la razón es peligrosa, no se puede confiar en ella, han renunciado a ella hace mucho tiempo y nunca la han vuelto a echar de menos. La propaganda es el medio capaz de desarrollar cualquier sistema para conseguir un fin: las ventas, para ello el cliente tiene que creer lo que la publicidad quiere que crea. Se emplean sistemas que proyectan directamente el anuncio en la retina del ojo; brillantes imágenes de una cadena de planetas explotados por las megacorporaciones industriales y económicas responsables de la grandeza de la civilización. 

El gobierno desea continuar con la expansión por el espacio. La raza humana necesita a Venus, un planeta virgen, nuevo e intacto. Venus es una zona salvaje, precisa de conocimiento y coraje para poder dominarlo; se proyecta enviar un arca para mil ochocientos hombres y mujeres con todo lo necesario para convertir el nuevo mundo en un nuevo hogar. Venus significa futuro, riqueza, materias primas, minas, turismo, negocios. La conquista de Venus obliga a un esfuerzo tecnológico, logístico e industrial sin precedentes, un sacrificio nacional histórico. Pero… ¿quién quiere viajar a millones de kilómetros para pasarse el resto de su vida metido en una cabaña de latón?, ¿quién desea convertirse en un trabajador de una empresa multinacional a la que debe todos sus derechos? La idea de instalar una colonia en Venus genera dudas entre los potenciales colonos y está dominada por un cierto derrotismo. Solución: se contrata a una compañía de publicidad que revierta la situación. 

Venus es el producto a vender, la marca de un plan propagandístico. Se estudian las colonias conocidas: clase de individuos que viven allí, densidad de población, distribución de grupos, conflictos sociales, grado de satisfacción, salud, ingresos, índices de mortalidad y sus causas, etc. se analizan, se extraen conclusiones para saber que programa hay que ofrecer y se establecen estrategias. Después se inyectan imágenes, sonidos, olores, gustos, texturas, vender el producto como quien inyecta una droga; y sobre todo palabras, las palabras son más eficaces, palabras que entusiasmen, que deleiten, que hagan soñar con viajes exóticos, extraordinarios, misteriosos, con espacios ilimitados, con mundos maravillosos. Palabras de deseos y esperanzas, palabras que realcen, glorifiquen y prestigien la decisión de ir a Venus. Los poetas son redactores de publicidad. Hermosos fragmentos líricos que sacudan los corazones y las almas de los humildes consumidores, cuanto más simples y menos se cuestionen la oferta mejor para los beneficios. 

"Éramos gente común. Nos gustaba la Tierra. Nos gustaban los placeres terrestres. Pero eso no nos bastaba. Queríamos ver nuevos mundos, conocer cosas nuevas… Estamos muertos, pero hemos visto mundos lejanos y hemos aprendido cosas nuevas. No nos tengan compasión".


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