He estado la semana pasada compartiendo con el equipo internacional de Freixenet su reunión semestral de directores de área. Me pidieron que les ayudase a plantearse qué proyectos estratégicos debían afrontar en los próximos años. El ejercicio fue magnífico, y el grupo (un verdadero “dream team”) se planteó en una sesión muy fructífera de una tarde hasta 19 proyectos a abordar en el corto, medio y largo plazo. Siempre es una experiencia enriquecedora trabajar con los mejores.
Freixenet, por si alguno de mis lectores no lo sabe, es la compañía líder mundial en el sector de los vinos espumosos. Tenemos pocos líderes mundiales en España, pero uno destacado es sin duda esta compañía familiar catalana.
La empresa tiene presencia en toda Europa (Alemania, Francia, Gran Bretaña, et.), Japón, Australia, Estados Unidos, México y Argentina, y vende vinos espumosos y tranquilos en prácticamente todos los países del mundo. Y tiene bodegas de vino en Argentina, EEUU, Francia, Australia y España. Probablemente sea una de las pocas empresas empresas españolas con huella comercial en todo el mundo. Y la principal exportadora del sector de alimentación y bebidas.
En pocas reuniones de trabajo me he encontrado con un equipo tan profesional, tan motivado y tan concienciado de la importancia de que todas las aciones de la empresa llevasen acarreado un beneficio. Un mérito sin duda de el director internacional de Freixenet, Bernd Halbach, y de su consejero delegado Pedro Ferrer.