Tras muchos años de dura lucha por la democracia y la libertad, la Transición reforma el viejo edificio donde se cobijaba esa coalición de poder. La amplia mayoría de la sociedad consiguió de nuevo, aunque con muchas limitaciones, derechos, libertades y democracia.Más de treinta años después, la crisis económica es utilizada para acabar con conquistas duramente conseguidas haciendo a su vez que el marco político entre también en crisis.El poder del mercado determina al poder político, desmantela los avances políticos y sociales y limita la democracia. El sistema político, con la ley electoral como punta de lanza, constriñe y falsea la participación y la voluntad popular. La reciente reforma constitucional consagra el sometimiento del bienestar social a los intereses de los especuladores y los banqueros.Sin embargo, la contestación crece. La memoria, pese a quien pese, no se ha perdido. Sabemos que sólo a través de la lucha y la movilización podemos conseguir los derechos que nos están quitando. Sabemos que sólo juntándonos podremos darle la vuelta a esta situación. Porque somos más.Frente a un modelo de país basado en la especulación y el ladrillo, sometido al poder económico, donde los principales partidos monárquicos compiten a la hora de satisfacer las necesidades de uno u otro sector económico, es necesario poner en pie un nuevo proyecto de país.Un nuevo proyecto de país que ponga en el centro de su política y su economía la participación activa y el bienestar social de la mayoría, la democracia participativa y los derechos sociales.Para esto, apostamos por abrir un proceso constituyente.La apuesta por un proceso constituyente es una llamada a luchar por nuestro futuro, a recuperar la soberanía popular y dar poder a la mayoría social trabajadora como realización de la democracia.


