La caída del PP en algunas comunidades autónomas e importantes ciudades, pero también la pérdida de peso relativo del PSOE, facilita que grandes administraciones giren hacia una izquierda más cercana al radical Frente Popular de la II República que a la socialdemocracia europea.
Han triunfado parcialmente los grupos de comunistas, anarquistas, antisistema y okupas que son la base principal, aunque sea con otros nombres, de Podemos.
Exigen “conquistar el cielo” y se aliarán con un PSOE famélico de poder que sólo tiene como brújula internacionalmente homologable a Felipe González, buen conocedor del SPD, y deseoso de repetir aquí su coalición con Merkel.
Decía Don Fabrizio Corbera, el Gatopardo de Lampedusa, que “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”, y a largo plazo eso ocurrirá en España.
Así que, durante cuatro años esos Frentes Populares autonómicos y locales seguramente producirán perdidas irreversibles por huida de inversiones.
Como pasó en Guipúzcoa, donde EH-Bildu gobernó un cuatrienio tan desastrosamente como prometen los podemitas: acaba de ser derrotado por un PNV inusualmente moderado.
Antes, cayeron los bipartitos, tripartitos y pentapartitos de izquierdas en otros territorios.
Los previsibles Frentes Populares son tan heterogéneos y tan autistas ante el mundo globalizado que durarán como mucho otro cuatrienio con sus proteccionismos e ideas chavistas, castristas y sovietizantes.
Está ocurriendo en la Grecia de Syriza, hermana de Podemos, de la que comienzan a renegar sus votantes: en la UE nadie está aislado, y depende de la tranquilidad de los inversores y de las troikas.
Queda por saber si el PSOE está dispuesto a “conquistar el cielo” con los Frentes Populares para morir definitivamente, o prefiere los consejos prudentes de González.
Mientras, al PP le quedan unos seis meses para aparentar limpieza y recomponer el electorado.
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SALAS