Revista Opinión
¿La izquierda es realmente posible hoy?
Ya sé que la mayoría de todos esos fantasmas que pueblan los foros y los blogs se autoproclaman de izquierdas, pero ¿es verdad, practican realmente la ideología que afirman profesar?
Llevo siglos diciendo por aquí que la izquierda no es ni más ni menos que la búsqueda real de la verdad y la entrega total a la consecución de la justicia.
A ver, coño, que levante la mano todo aquel que suscriba este presupuesto progresista.
La verdad, joder, casi nada. Recuerdo aquel maravilloso chiste que describía el diálogo entre 2 tipos sobre qué era realmente el comunismo.
-Verás, el comunismo es que si tú tienes 2 casas y yo, ninguna, tú me des una de tus casas a mí.
-Perfecto.
-Pero, claro, también si tú tienes 2 panecillos, me tienes que dar uno de ellos a mí.
Y el otro se puso a llorar desconsoladamente:
-Pero, hombre, ¿qué te ocurre, por qué lloras?
-Porque ya no puedo ser comunista, ya que tengo 2 panecillos pero no estoy dispuesto a darle uno de ellos a nadie.
Es un cuento sencillo pero más real que la vida misma.
Tan real es que el jodido cuento se ha cargado ni más ni menos que la mejor defensa que se haya hecho nunca de la solidaridad humana: el comunismo.
Marx, Engels, Lenin, Trostky, creyeron que habían encontrado la piedra filosofal para resolver todos los problemas sociales de la humanidad.
Seguramente es el mayor fracaso de la historia.
La idea era tan buena, estaba tan profundamente basada en la filosofía de la historia y en la ciencia de la economía política que parecía que aquella teoría que alumbraron aquellos auténticos superhombres iba a arrasar de tal manera el devenir del género humano que, ellos no lo dijeron así nunca, pero pensaban sinceramente que habían acabado para siempre con las desigualdades humanas.
Pero andaba también por allí, por los rincones de la ciencia, un tipo raro que se habían empeñado en bucear en todos los rincones del alma humana y había encontrado pulsiones irresistibles que condicionaban mucho más aún que las circunstancias económicas el comportamiento de este animal tan extraño como impredecible que es el hombre.
Es por eso que este frustrado aprendiz de comunista del cuento le dijo a su amigo, rompiendo a llorar, que no podía seguir esta ideología porque él tenía 2 panecillos, o sea, porque ante el razonamiento de la inteligencia se había impuesto el instinto de propiedad.
Puede parecer una historia banal pero es el mismo instinto que ha acabado hasta ahora con todos los intentos políticos serios de instituir la propiedad común, el insobornable egoísmo del hombre no acepta de una manera definitiva perder un átomo, por muy pequeño que sea de su propiedad personal, en aras de adscribirla a la propiedad colectiva que no ha podido superar, hasta ahora, la fase de entelequia.
De modo que es el jodido y mezquino interés personal, individual, el que se ha cargado la mejor de las ideologías políticas que ha sido capaz de alumbrar el genio humano.
Y aquí estamos, jodidos y descontentos, contemplando con una sensación de rabia y de asco como 4 jodidos tipejos están esclavizando a todo el género humano aprovechándose de ese instinto egoísta y canalla que se manifiesta incapaz de hacer algo realmente desinteresado.