Revista Opinión

Frío

Publicado el 04 junio 2013 por Pisabellina
El fuego es algo maravilloso, pero que, tarde o temprano, se apaga. Ya sea por el paso del tiempo; por el cambio de temperatura; por el viento imparable; o por el esfuerzo de alguien... Pero se apaga.

Es difícil darse cuenta de que los propios sentimientos se apagan, o cuál de ellos lo hace. Pero, irónicamente, no cuesta mucho sentir el frío a causa de que se está debilitando -sino es que ya se apagó- la llama de quienes están cerca de nosotros. No me refiero a la cercanía física, claro está... Esa es la que menos calor aporta, contrario a lo que la mayoría cree.¿Por qué no sé si se apaga mi fuego, pero podría asegurar que el tuyo es, si acaso, la débil llama de una vela?¿Será que me bautizaron con el nombre equivocado, y mi nombre real es Frialdad? ¿Será que nunca ha habido fuego en mi interior? ¿No proyecto calidez?¿El calor ajeno es lo que me mantiene con vida?¿Desapareceré por completo si se apaga el fuego de quienes están cerca de mi corazón?¿Cómo puede alguien tan débil evitar algo así?Qué patética esta dependencia.Qué desalentador comprender que no tengo fuego propio, ni lo tendré, pues en este corazón sólo hay frío.


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