Los últimos días del pasado año y los primeros de este 2015 que acabamos de estrenar, se han caracterizado por la estabilidad meteorológica, con un anticiclón situado sobre la Península Ibérica que prácticamente no se ha movido durante las últimas semanas. Estas condiciones han propiciado que la mayoría de los días amanecieran completamente despejados o con unas pocas nubes altas.
Cuando la temperatura desciende de 0ºC, el aire está cargado de humedad y hay poco viento, se producen las llamadas heladas blancas. En este caso, se forma hielo sobre la superficie de las plantas y del sustrato. Cuando miramos de cerca, veremos que los cristales de hielo varían en forma y en tamaño dependiendo tanto de la temperatura como de la superficie sobre la que se encuentran.
Las heladas pueden causar daños a las plantas, sobre todo por los desgarros celulares producidos por la formación de cristales de hielo y por desecación celular. De todas formas, las heladas no afectan de igual forma a todas las plantas, ya que algunas han desarrollado mecanismos muy efectivos para resistirlas. Los dos mecanismos fundamentales que proporcionan resistencia a las heladas son la concentración de los fluidos celulares, con lo que se disminuye la temperatura de congelación y por otra parte el endurecimiento de ciertas estructuras.
Esta tolerancia a las heladas también puede ser inducida. Muchas plantas aumentan su resistencia a las heladas si pasan por un periodo de temperaturas bajas, generalmente entre 0º y 10ºC. Asimismo, esa tolerancia al frío también dependerá del momento de desarrollo de la planta, siendo más sensibles durante la floración y la fructificación.
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