A saber el tiempo que llevaba pendiente de que esta obra llegara a mis manos. Había oído buenas recomendaciones y tras lo ya leído por mí de su autor con tantísima satisfacción, se me hacía la boca agua (o su equivalente a mis ojos) al tenerla por fin a mi alcance. Sin embargo, nada más descubrir el tema que trata se me cayó el alma a los pies. No tiene nada que ver con el cómic que es un trabajo sensacional, sino porque el Destripador nunca me llamó la atención.Dejando a un lado este incidente, me centraré en lo positivo de este cómic, que como decía antes, es una pasada en cuanto a elaboración, entrelazando de manera magistral los diferentes puntos de vista de la trama (asesino, víctimas y policia), a la que vez que diferenciándolos en cuanto a lenguaje y costumbres. Y según dice Moore, todo con el proposito de que una ficción dé respuesta a una posible realidad, empeño que logra por completo.Además, es bueno comenzar encontrándome de nuevo con el inspector Abberline, un personaje al que ya le tengo cariño y considero de la familia por la cantidad de veces que ha aparecido en diferentes obras que han ido pasando por el blog. Y por supuesto, siempre es un placer para mí volver a las calles de Londres, ciudad que me acogió durante una buena temporada y que siempre tengo en mi mente como escenario y como realidad. Por esto destaco el capítulo cuarto de la obra, donde de la mano del Doctor Gull realizamos un paseo en carruaje por distintos puntos de la ciudad con simbología oculta (en algunos estuve y no me enteré de nada, bendita ignorancia): calles, monumentos, iglesias... Más parecía un libro de Juan G. Atienza que un cómic.En cuanto a las ilustraciones, los trazos finos donde abundan las lineas y el contraste total dan un aire siniestro a la historia como no podía ser de otra forma, salvo en contadas excepciones en las que la acuarela sirve para distinguir el tipo de vida de las clases sociales más privilegiadas de las menos favorecidas. Todo ello con el enorme pero de la diminuta tipografía empleada en la edición de Planeta DeAgostini, que me ha dejado un poco más ciego de lo que ya estoy.