Frontera: la humanidad venciendo al mal

Por Vera Carrasco.

Frontera, dirigida por Judith Colell, propone un retrato de la solidaridad silenciosa que tuvo lugar en 1943 en un pequeño pueblo del Pirineo catalán, convertido en punto clave para aquellos que huían del horror nazi rumbo a Francia. La película parte de un contexto poderoso y emotivo, aunque su desarrollo resulta irregular. Frontera: la humanidad venciendo al mal Ambientada en un espacio fronterizo entre Cataluña y Francia, la historia sigue a un grupo de vecinos que arriesgan sus vidas para ayudar a los judíos que buscan refugio. La premisa es fuerte, pero el guion no siempre consigue estar a la altura. En varios momentos se percibe confuso, con tramos narrativos poco definidos. Aun así, la película logra sostenerse gracias a dos pilares fundamentales: la fotografía y el sonido. Estos elementos técnicos son, sin duda, lo más destacable de Frontera. La fotografía crea un ambiente envolvente, casi asfixiante, que sitúa al espectador en la tensión constante del peligro. El diseño sonoro refuerza esa sensación: ruidos ambientales, silencios y atmósferas auditivas que potencian la angustia del relato. Ambos elementos elevan escenas ya de por sí impactantes, intensificándolas y dotándolas de una contundencia emocional que el guion no siempre consigue transmitir por sí solo. Frontera: la humanidad venciendo al mal El reparto reúne a varias de las figuras más conocidas del panorama catalán actual: Miki Esparbé, Maria Rodríguez Soto, Bruna Cusí, Jordi Sánchez… El trabajo interpretativo en general es correcto, aunque se echa en falta un mayor brillo teniendo en cuenta el talento de los actores implicados. Miki Esparbé vuelve a demostrar su capacidad camaleónica, si bien no estamos ante el papel más memorable de su carrera. En el caso de Maria Rodríguez Soto, su actuación funciona pero deja una ligera sensación de oportunidad perdida; sigue siendo una intérprete excepcional —y una de las más prometedoras del cine español—, pero aquí se percibe algo contenida respecto a todo lo que puede dar.La película incorpora además pequeños detalles emocionales que aportan humanidad al relato: los niños del pueblo empeñados en ayudar a los fugitivos, o el personaje de Rodríguez Soto elaborando pomadas naturales para aliviar a quienes cruzan la frontera. Son fragmentos que equilibran muy bien la tensión constante y añaden una capa de ternura necesaria. Frontera: la humanidad venciendo al mal
Frontera es una propuesta irregular pero con momentos de gran fuerza visual y emocional. Una película que mezcla tensión y emotividad a partes iguales y que, pese a sus debilidades, deja imágenes difíciles de olvidar. Pero, sobre todo, arroja un poco de luz sobre la humanidad y recuerda un mensaje que trasciende su marco histórico: la tragedia de los refugiados —ayer judíos que huían del nazismo, hoy víctimas de otros conflictos— sigue siendo un problema vigente que afecta a nuestra sociedad.