Fue una gran cantidad de trabajo, más de 150 consultas publicadas, y una enorme experiencia de aprendizaje que me llevé y que quiero compartir con vosotros, publicando algunas de las consultas más destacadas que tuve la oportunidad de contestar.
Esta semana: Frustración y Culpa al Emigrar. Un caso real que nos demuestra lo difícil que es salir de un país para mejorar profesionalmente, las repercusiones psicológicas y emocionales que conlleva, y cómo podemos sobrellevarlas y ser felices a pesar de estar alejados de las personas a las que más queremos.
CONSULTA
Soy uno de esos jóvenes que ha tenido que dejar su casa para buscar trabajo en países con mayores oportunidades laborales. Ésta es la situación real y nada idealista de los jóvenes españoles, en una gran mayoría, sobre todo de los titulados superiores universitarios. Ahora bien, mi consulta es acerca de la sensación de frustración y culpabilidad al dejar mi casa. Es decir, abandonar tu hogar implica dejar a tu familia, el tiempo que puedes pasar con ellos, con tus amigos, con tu pareja si la tienes, y algunas veces nos damos cuenta de que podremos tener trabajo fuera, pero nos falta todo lo demás, y eso me deja con un sentimiento de culpa muy grande, por no estar pasando este tiempo tan valioso con las personas que de verdad queremos, y me hace ver como un egoísta que sólo ha pensado en su carrera profesional.
RESPUESTA
Emigrar es una experiencia dura: precisa de un periodo de adaptación, que en muchos casos se convierte en una fuente de estrés importante, además que se echa de menos a familiares, amigos, el clima, la gastronomía… Sin embargo, que sea una experiencia dura, no implica que tenga que ser negativa. Puede significar una oportunidad para desarrollarte en lo profesional, pero también en lo personal: experiencias nuevas, conoces a gente que vas incorporando a tu vida, aprendes un idioma.