Revista Libros
Capítulo 18
Sencillamente Perfecta
"Venganzas"Después de que Edward dejara a Isabella sola en la habitación de invitados, a esta le fue prácticamente imposible conciliar el sueño. El miedo latente de que James estaría buscándola a esas alturas de la noche, no le permitía cerrar los ojos; así que se dedicó a observar las grietas pequeñitas y casi imperceptibles del níveo y aburrido techo de su habitación.
Su mente comenzó a divagar sobre lo que era en realidad su vida, se encontró preguntándose en qué es lo que había hecho durante los últimos años ¿dónde había quedado la niñita que se desvivía por complacer a su madre, sin importar cuantos desaires le hiciera esta? Se recordó a sí misma que aquella niña había muerto el día en que Charlie la había dejado, porque para ella eso es lo que había hecho el único hombre al que alguna vez podría considerar como un padre; la habían abandonado.—Desearía que estuviera aquí —susurró contra la almohada, dejando que una lágrima rodara por su mejilla. Nunca había llorado realmente la muerte de su padre y era extraño hacerlo después de tantísimos años, pero su alma se sintió bien al dejarlo salir, era como un descanso para su cuerpo también—. Desearía que no se hubiera ido.En ese momento escuchó los gritos provenientes del piso inferior. Secó sus lágrimas con el dorso de su mano y se incorporó a medias mientras agudizaba el oído para escuchar mejor. Quienes gritaban eran Edward y su padre, no sabía duda. Seguramente Carlisle estaba ordenandole a Edward que la echara de inmediato de su casa, sinceramente ¿quién en su sano juicio la querría a ella bajo su techo? ¡Ni si quiera su propia madre la soportaba! La pobre Isabella comenzaba a creer que la del problema era ella y no los demás.Las heridas en sus brazos comenzaron a arder, el pequeño lapso de adormecimiento comenzaba a pasar y estaba a punto de experimentar el verdadero dolor. El calor que sentía debajo de su piel era intenso y la hizo soltar un ligero sollozo, suspiró profundamente mientras presionaba las heridas palpitantes de su antebrazo, dolía como el infierno pero el dolor no era absolutamente nada comparado con la quemazón que envolvía el área.Los gritos que subieron por la escalera la hicieron despreocuparse de sus heridas, se metió bajo las sabanas y apretó sus ojos con fuerza, deseaba ignorarlos a todos; la tensión que se vivía bajo el techo Cullen no le hacía para nada bien a su mente sensible. Escuchó cosas rompiéndose y cosas se estrellaron del otro lado de su pared, se estremeció con cada ruido y apretó más fuerte sus ojos, deseando ser sorda para no escuchar nada más.Pronto todo el barullo cesó y sus músculos parecieron relajarse un poco, pero aun así le fue imposible dormir.{…}Mientras tanto en la antigua casa Swan, Renata descansaba desnuda en la cama después de haber 'borrado' la marca de Isabella en su hombre. James la veía descansar y mientras más tiempo pasaba más asqueado se sentía ¿en realidad prefería eso en lugar de la suave y delicada piel de Isabella? Ver lo que Renata había hecho le había abierto los ojos de cierta manera, en su oscura mente Isabella era el amor de su vida y estar con ella era lo que en realidad deseaba, no se daba cuenta de que aquello era totalmente retorcido y asqueroso. Salió de la cama lo más despacio que le fue posible y se vistió en tiempo record, lo menos que quería era que Renata despertase y comenzara con sus griteríos.Las llaves del auto descansaban en la mesita de centro en la sala de estar, quitó la alarma y salió de la casa casi de puntillas. Iba a ir en busca de la chica que amaba, a su rara y retorcida manera, pero estaba seguro que la amaba, y le importaba una reverenda mierda si era su hija biológica o no, ante todos ella era hija de Charlie Swan y no había nada que lo vinculara con ella de manera legal. La loca idea de ir a buscarla, proponerle huir de las garras dementes de su madre y construir un futuro juntos, se había sembrado en su cabeza.
{…}La puerta de la habitación de Isabella se abrió, y ésta rápidamente se hizo la dormida. El dulzor del aroma de Edward llegó hasta su nariz, y lo inhaló gustosa. Trabajó fuertemente en relajar su semblante para que Edward no sospechara nada, y al parecer función porque él se acercó a ella y acarició su cabello con la confianza misma que le daría ver a alguien dormir tranquilamente.—De haber sabido que todo esto ocurriría no habría dejado sola. Habría luchado por quedarme o por regresar en el tiempo pactado.Los largos dedos de su mano acariciaron su rostro y apartaron un mechón de su cabello. La caricia podría ser casual pero para ella era tan íntima y relajante que sin querer soltó y ligero y casi imperceptible suspiro.—No sabes cuánto lamento todo esto… —no tanto como yo, pensó amargamente ella—, me sient tan culpable de lo que sucedió.La voz de Edward se quebró, y ella fue capaz de percibirlo. Isabella sabía que le costaba hablar, siempre había sido así con él. Los labios de Edward besaron su cabello, pero no se despegó de inmediato de ella, se quedó lo suficiente como para aspirar su aroma y suspirar profundamente.Conociéndolo como lo hacía, Isabella podría apostar que Edward estaba sonriendo.—Te amo, Bella. Siempre te he querido y siempre te querré, no importa lo que digas no lo que hagas para mantenerme alejado de ti… mi corazón siempre será tuyo.Ella deseo moverse, decirle que ella también lo que quería y necesitaba, que a pesar de todo él seguía significando lo mismo que significó para la antigua Bella. Pero no fue capaz, no tuvo el valor de moverse un solo milímetro. Se paralizó, quedándose totalmente quieta y respirando tranquilamente.Sintió la proximidad del rostro de Edward, su aliento estaba muy cerca del suyo. Una chispa rozó con sus labios cuando él la besó fugazmente, quiso sonreír en el acto, pero se mantuvo quieta. En el interior de ambos algo sucedió con ese ligero e inocente beso. Ella sintió que el alma volvía a su cuerpo vació, fue como si Edward le hubiese devuelto la lucidez a su vida; se sintió tan ligera y blanda y una ola de paz se desató en su interior. Él se llenó de felicidad y amor, ella era lo correcto, aunque todo el mundo dijera que ella había cambiado y que no era buena para él, incluso ella misma; la sentía real y cálida, perfecta y agradable… Besarse para ambos se sentía tan correcto.—Nos vemos pronto, cariño —susurró contra sus labios. Isabella tomó gustosa su aliento y lo saboreo dentro de su boca, era como darle un beso sin tener que tocarlo, la sensación no se comparaba con el acto de hacerlo, pero era algo.Él volvió a besarla, pero esta vez fue un dulce y casto beso de despedida en la frente.—Tengo cuentas que cobrar.Antes de que Isabella se diera cuenta de qué estaba hablando; él salió de la habitación, cerrando la puerta cuidadosamente.Esperó solo dos segundos antes de sentarse en la cama y considerar sus palabras. ¿Qué cuentas tendría Edward por cobrar? Él no parecía ser del tipo con cuentas pendientes…, entonces algo hizo clic en su cabeza y supo a dónde iba Edward y a quién buscaría.James, su padrastro y agresor.{…}Edward salió de su casa por la puerta trasera y montó su volvo. Lo único que había en su mente en ese instante era encontrar al maldito que había lastimado a su Bella, y él sabía muy bien dónde encontrarlo. Condujo a máxima velocidad hasta la antigua mansión Swan y, justo como cuando era más joven, saltó la barda trasera y entró al terreno de la casa. Desde la muerte de Charlie el jardín había sido totalmente descuidado, la maleza crecía por todas partes y los árboles que anteriormente fueron podados cuidadosamente, ahora denotaban la despreocupación de sus habitantes.Caminó entre la hierba crecida, tratando de no caer y esquivando las espinas de la maleza. No deseaba alertar a los habitantes de la casa de su presencia, su plan era cogerlos desprevenidos y vengar a su amada.En el momento que estaba por entrar a la casa, escuchó que un auto llegaba. Se apartó de los focos para no ser visto y se escondió entre la hierba, desde ahí espió al recién llegado, se trataba de James. A lo lejos fue capaz de ver su rostro preocupado, observó cómo golpeaba el capo caliente de su coche y jalaba sus cabellos en medio de una rabieta. Pensó salir de su escondite y sorprenderlo, pero James no era su único blanco. Renata también tenía que pagar.Pensó en vengarse de otra manera de Renata y decidió aprovechar lo que el destino le ofrecía al ponerle a James tan vulnerable frente a sí. Estuvo a punto de salir de donde se ocultaba cuando los faroles de un coche llegando lo frenaron. Volvió a ocultarse mientras esperaba ver de quién se trataba, y vaya sorpresa que se llevó al ver que se trataba nada más y nada menos que de su Bella.{…}Luego de que Edward se fuera, Isabella bajó y tomó las llaves de su trasto para ir en su persecución. Sabía que él iría a casa de James y Renata, así que se dirigiría ahí. Tenía que estar ahí para cuando Edward llegara y salvarlo de lo que pudiera sucederle.Al llegar a su antigua casa vio a James en el porche, golpeando el capo de su auto y dándole de patadas a las llantas. Se preguntó qué es lo que podría sucederle, pero pronto decidió que eso no le concernía a ella; sólo estaba ahí para salvar a Edward cuando este llegara. Antes de bajar tomó una gran bocanada de aire y abrió la puerta de su trasto.James alzó la vista y cuando vio que se trataba de su ángel, sonrió como imbécil a su encuentro. Ella se veía realmente mal con el rostro todo mallugado y los brazos vendados. Se sintió terriblemente mal al verla y fue ahí cuando se dio cuenta del daño que le había hecho durante todos esos años.—Has vuelto —susurró cuando solo se encontraba a un par de pasos de ella.—No por ti, tenlo por seguro —respondió, con voz carente de emoción.— ¿Dónde fuiste?Isabella no supo qué contestar. Estaba frente a él, con unos diez pasos de por medio. Le tenía miedo, pero lograba hacerlo a un lado pensando en que si lograba hacer que él bajara la guardia, lograría terminarlo antes de que Edward llegara, lo que ella obviamente no sabía era que Edward la observaba inquieto a la distancia.—Lamento lo sucedido —dijo James, cuando ella no contestó.—Yo igual.Sabía que no se referían a lo mismo, pero nuevamente no supo qué más decir. Su cerebro no parecía funcionar muy bien.—No creí que te hiciera tanto daño… Yo… Yo realmente lo siento —un nudo creció en la garganta de James y por primera vez sintió sus ojos llenarse de lágrimas.—El mayor daño me lo hice yo misma —confesó ella, pero no se refería tanto a sus heridas físicas; sino al haber permitido que todo eso sucediera, si ella hubiese sido más fuerte las cosas habrían sido diferentes.—Tal vez sea muy tarde, pero yo necesito pedirte que me…Un ruido detrás de ellos hizo que James dejara de hablar. Ambos miraron hacia el jardín y vieron a Edward aparecer en escena. Su rostro estaba imponente, con la mirada fija en James, había lágrimas en sus ojos y sus manos temblaban mientras empuñaba un arma.Sí, un arma que había tomado del despacho de su padre justo antes de salir de casa. Solía estar bajo llave cuando él era pequeño, pero cuando todos crecieron su padre los considero suficientemente sensatos como para no dispararse entre ellos.—Creí… creí que estarías en casa —susurró Edward.Lo que los ojos de Edward veían no era más que una notable traición. Isabella había ido corriendo a pedir asilo a su casa, pero en la primera instancia había vuelto corriendo a los brazos de su eterno agresor.—Edward… que… Baja eso, por favor —pidió ella.—No lo entiendo —continuó hablando—. Este maldito hijo de puta te ha lastimado durante años y tú aun acudes a su lado ¡Mira lo que te ha hecho, en lo que te ha convertido! ¿Cómo puedes seguir queriéndolo?— ¡Yo no lo quiero! —protestó ella rápidamente.— ¿Entonces? ¡Dime qué haces aquí!—Baja el arma, por favor —pidió.Edward tomó la pistola con más fuerza y apuntó a James, quien había estado callado hasta entonces.—Hazlo —gesticulo, luego alzó la voz—. Dispara, me harías un enorme favor.—No lo hagas, Edward —el miedo a que él se ensuciara las manos con la sangre de ese pedazo de escoria, la inundó.—Dispárame, sólo así ella estará a salvo. Hazlo. Si no me matas tú, terminaré haciéndolo yo mismo; no puedo vivir más —James volteó a ver a Isabella y la miró con el dolor reflejado en todo su rostro—. No puedo vivir sabiendo que he lastimado tanto a lo único que he amado y lo único bueno que me ha sucedido —volvió su atención a Edward—. Mátame, por favor.—James —murmuró Isabella—. Edward, baja el arma. Te lo pido.El dialogo entre los tres había sido bajo, murmullos y siseos. Pero aun así Renata había sido despertada y al no encontrar a su amante a su lado, salió en su búsqueda. Llegó al momento justo para escuchar la confesión de James. Los celos que la embargaron fueron dirigidos todos hacia Isabella; la mocosa que le había robado todo en su vida, incluido a su único amor.Y entonces el sonido de una bala llenó el lugar. Una bala había sido incrustada en un cuerpo que pese a todo, siempre fue frágil. La sangre comenzó a manar, y si no se atendía deprisa, una vida sería arrebatada.