El debate está abierto como cuando han ocurrido otras tragedias en las que el protagonista de los hechos sufría depresión y estaba bajo tratamiento de fármacos antidepresivos. ¿Fue el trastorno del copiloto alemán Andreas Lubitz lo que provocó el accidente aéreo en Francia o tuvo algo que ver el propio tratamiento?
Han aparecido recetas y pruebas que componen un amplio historial de depresión debido a una “crisis existencial” y demuestran que Lubitz se estaba en tratamiento hasta el mismo día que estrelló el avión. No sabemos exactamente qué tomaba el piloto que se suicidó matando sin contemplaciones a 150 personas. Hoy publica la prensa que se han encontrado sus restos y con probabilidad se harán pruebas para saber en la medida de lo posible si actuó bajo los efectos de la medicación.
Lo cierto es que hay probados nexos entre suicidios, casos de violencia y antidepresivos. ¿Os acordáis de Adam Lanza, el asesino de Newton? La relación entre el uso de medicación o su discontinuación reciente y episodios de violencia en escuelas o lugares de reunión colectiva, se ha probado al parecer, en más de 30 casos en los USA.
En el de Adam Lanza, las primeras informaciones dadas en prensa fueron que tenía un síndrome de Asperger y que había tomado medicación psicotrópica. Esto se negó en las primeras revelaciones de las autoridades que no detectaron drogas legales o ilegales en sus análisis.
Ante la insistencia de Ablechild, una organización americana crítica en estos temas y su intento de obtener acceso a su historia médica, el asistente del fiscal general del Estado de Conneticutt contestó que la apertura de la historia médica de Adam Lanza al escrutinio publico “podría hacer que mucha gente dejara de tomar la medicación”. ¿Qué quiere decir esto y qué implicaciones tiene?
Al publicar sobre la semblanza psíquica del autor de la matanza escolar en Estados Unidos, ofrecí un enlace interesante sobre las conexiones entre medicamentos psiquiátricos y asesinatos en serie (podéis clicar sobre la foto para ampliarla).
Existe una actitud poco crítica con los daños que pueden provocar tantos psicofármacos. Suele darse por hecho que estos son buenos, beneficiosos y ya está, que no tienen contraindicaciones, que no pueden causar adicción y favorecer conductas violentas como se ha documentado hasta la saciedad. Los psicofármacos están en la antesala de muchas matanzas y ojalá sepamos si también en el brutal suceso de los Alpes franceses.
Los asesinos adolescentes de Columbine en 1999, Eric Harris y Dylan Klebold que mataron a doce compañeros y un maestro y luego se suicidaron, eran medicados con Luvox (luvoxamina) que es un medicamento antidepresivo, inhibidor de la recaptación de serotonina. Cuando se supo, las ventas de su fabricante Solvay Pharmaceuticals, cayeron. Solvay fue acusada ante los tribunales pero los juicios se solucionaron con “acuerdos”.
En los asesinatos por tiroteos que se han analizado, existen tres cosas en común que también puede cumplir el copiloto alemán:
1) Sus protagonistas son hombres jóvenes
2) Los tiradores exhiben una desconexión con la realidad
3) Los asesinos tienen un historial de uso de medicamentos psiquiátricos.
Es curioso que sobre Lanza, la limitada discusión respecto al seguimiento médico del muchacho parece indicar que se seguían modelos muy poco personales con al menos siete diagnósticos psiquiátricos y ningún profesional que hubiera tenido una relación con el paciente.
Eso sí, la madre de este muchacho ha sido en la práctica declarada culpable, no víctima y se la está llevando a los tribunales. Insisto, a ella, no a las farmacéuticas ni a la Asociación del Rifle o al departamento de Educación o a la facultad de Yale que lo trataba, no, a la madre, que fue la primera víctima cuyas llamadas de ayuda no se oyeron.
En cuanto a Andreas Lubitz, me comenta un psiquiatra que no es necesario que una acción así esté premeditada:
Tiene algo del llamado “suicidio por precipitación”, una persona harta de la vida más o menos deprimida o habiendo dado algún tropezón grave, ve la oportunidad que le da el abismo, su “llamada” y por allí se va, ni carta de despedida ni nada, yo he visto alguno así.
Las medicaciones antidepresivas ISRS tienen acciones muy diversas en diferentes individuos, sus efectos según los últimos estudios son irrelevantes desde el punto de vista estadístico y pueden facilitar este tipo de actos.
En algunos individuos tienen efectos “positivos” en tanto que psico-analgésicos o energizantes pero y este es un gran pero, la persona sigue pensando lo mismo, por ejemplo, la vida, la gente, el mundo, todo es una mierda y esto sin el “retardo” y el “peso” subjetivo que produce la depresión sin tratar y que ahora aligera el tratamiento dejando así de ejercer como freno”.
No hay que olvidar tampoco que los fármacos antipsicóticos y la benzodiacepinas (por sus efectos de desinhibición y distanciamiento), pueden llevar a o facilitar actos suicidas.
Esperemos acontecimientos para saber si Lubitz tomaba alguna droga que le hubiera “empujado” a cometer tamaña aberración. De confirmarse no podremos cambiar el pasado pero sí tomar medidas para mejorar el futuro.