Después de 75 años de unos hechos que provocaron la muerte de 140.000 personas aún se plantean las siguientes preguntas: ¿Realmente fue necesario lanzar las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki? El lanzamiento de las bombas ¿realmente acortó la guerra y evitó millones de muertos?
Responder a estas preguntas siempre trae gran controversia. Pero también cabría preguntarnos si todos los responsables aliados estaban de acuerdo con el uso de estas terribles armas para llevar a Japón a firmar su rendición o si el Imperio del Sol Naciente ya estaba realmente rendido.
La historia "oficial" dice que el presidente de los Estados Unidos Harry S. Truman buscaba un golpe definitivo para acabar con el Imperio del Japón, a pesar de las victorias en el Pacífico. Iwo Jima y Okinawa había costado 76.000 bajas y Washington vaticinaba que el coste de la invasión de Japón, la Operación Downfall, sería devastador.
En su autobiografía, Truman escribió que "en Postdam dimos a los japoneses la posibilidad de rendirse y la despreciaron", así antes de decidirse a lanzar la bomba sobre Hiroshima (lo decidió el 3 de agosto) se reunió con expertos de todas las áreas para "escuchar sus opiniones y consejos" y consultó sobre las bajas que se producirían en una invasión a Japón. Tambien habló con Churchill y este era partidario del uso de la bomba. Los científicos cerradores de la bomba le propusieron, sin éxito, que el lanzamiento se realizara en una zona despoblada, ante observadores japoneses. El 6 de agosto se lanzó una bomba sobre Hiroshima y el 9 una segunda bomba sobre Nagasaki.
Las cifras que se barajaban durante la Operación Downfall estaban en más de 1 millón de bajas, con unas 1000 bajas diarias, según el Almirante Chester Nimitz y el General Douglas MacArthur. Mucho peores eran las que barajaba el Departamento de Marina que las elevaba a los 4 millones. Entre los defensores japoneses las cifras llegarían a alcanzar los diez millones de bajas. Esto puede resultar excesivamente simplista.
Otro motivo que se considera sobre el uso de las bombas es que los soviéticos podían tardar unos tres meses en abrir un frente contra Japón y además eran militarmente los amos de Europa oriental y central, y las tropas estadounidenses, que efectuaban un efecto de contrapeso a las fuerzas del Ejército Rojo, se estaban preparando para controlar el Pacifico. Stalin se mostraba ambicioso en el reparto de Europa. Usar unas bombas que solo estaban en manos de los norteamericanos dejaría claro su poder ante la Unión Soviética.
En el entorno del Presidente Truman había otros posicionamientos respecto al uso de las bombas. Por ejemplo, el General Eisenhower estaba en contra del uso de la bomba atómica por dos razones. Primero, porque consideraba que los japoneses estaban listos para rendirse y era innecesario golpearlos con una horrible bomba. Segundo, porque odiaba que los EEUU fueran los primeros en usar esa arma. Lo mismo opinaba el Secretario de Guerra Henry Stimson, que además, creía que Japón estaba buscando alguna forma de rendición que no dañara al Emperador Hirohito.
El Almirante William Leahy, asesor de Truman escribió en su libro de 1950, "I Was There", que "el uso de esta arma bárbara en Hiroshima y Nagasaki no fue de ayuda material alguna en nuestra guerra contra Japón. Los japoneses ya estaban derrotados y listos para rendirse debido al efectivo bloqueo marítimo y al exitoso bombardeo con armas convencionales."
Esta posición está respaldada por el hecho de que su ejército de tierra fue derrotado en cada isla, la armada nipona estaba prácticamente aniquilada en su totalidad, sus mejores pilotos murieron en los ataques kamikaze y su Fuerza Aérea no pudo evitar los bombardeos diarios en las ciudades y centros industriales del Japón continental. A esto hay que sumarle el bloqueo marítimo que había cerrado el suministro de alimentos, petróleo y materias primas industriales de ultramar, vitales para la economía civil y militar de unas islas como el Japón. Según un estudio solicitado por Truman, al US Bombing Survey en 1946,: "[...] antes del 31 de diciembre de 1945 y con toda probabilidad antes del 1 de noviembre de 1945, Japón se habría rendido incluso si las bombas atómicas no se hubieran lanzado, aún si Rusia no hubiera entrado en la guerra [...]",
Antes de la entrada de la Unión Soviética en la guerra contra Japón el 8 de agosto de 1945 con la invasión del estado títere del Imperio del Japón de Manchukuo, Japón esperaba que la URSS actuase como intermediario en las conversaciones con los EEUU para una posible rendición. Días después de la explosión de la bomba de Hiroshima se reunió el Consejo Supremo japonés para plantearse la rendición y aunque fue el día posterior a la bomba de Nagasaki (9 de agosto) no está claro si la reunión fue por la segunda bomba o porque los soviéticos eran una amenaza aún mayor que los norteamericanos. De hecho se plantearon la rendición sin condiciones.
Para saber más:
Strategic Culture
History Learning Site
Seattle Times
Christian Science Monitor
Foreign Policy
Roy Rosenzweig Center for History and New Media